"No te rindas, Alejandro"

"No te rindas tan pronto, Alejandro, no te rindas". Sobre el c¨¢lido, y reluciente, asfalto nuevo del parking de La Covatilla la chiquiller¨ªa charra olvida por un momento la devoci¨®n a su Heras y rodea, el alma en vilo, a su Valverde, al ¨ªdolo juvenil del ciclismo espa?ol. Valverde acaba de salir, su sonrisa patentada siempre por delante, de la Vito de su equipo -donde se ha cambiado, se ha puesto un pantal¨®n corto limpio- y vuelve a tomar la bicicleta para bajar por donde ha sufrido, 10 kil¨®metros hasta el autob¨²s. Le rodean los chicos y los periodistas. Y ante ¨¦stos se confiesa derrotado. "La Vuelta est¨¢ entre Santi y Roberto", dice Valverde, quien de estar segundo a 5s del l¨ªder, Heras, ha pasado a ser tercero a 2m15s. "Para m¨ª, perdida, perdida no est¨¢, pero s¨ª muy dif¨ªcil. Es posible que la haya perdido ya". Es entonces cuando estalla el coro. "No te rindas, no te rindas".

Se lo dicen, se lo exigen, se lo ordenan, pero no como lo hac¨ªa su ?ngela, su novia, desde el coche en la contrarreloj, sino con la m¨ªnima esperanza con que se pregunta a un enfermo, deseando que responda que no, que no se rinde, que la Vuelta la va a ganar, y queriendo creer que entonces es todo posible. Pero Valverde no les da esa alegr¨ªa. Prefiere intentar narrar su tormento. "He sufrido el calor, creo que me he deshidratado", dice, como dijo en Atenas al quedarse seco en la ¨²ltima vuelta de la carrera ol¨ªmpica. "Pero esta vez las sensaciones han sido diferentes. Quer¨ªa darle fuerte a los pedales y no pod¨ªa. Ha sido como una p¨¢jara, porque antes no iba mal. Iba bien. Iba preparado para todo, pero de golpe y porrazo me he venido abajo. Y estaba Carlos Quesada conmigo y se ten¨ªa que parar a esperarme. Yo no pod¨ªa seguirle". En apenas 6,5 kil¨®metros vio c¨®mo le adelantaban a quienes antes hab¨ªa dejado atr¨¢s y perdi¨® 2m 42s con Santi P¨¦rez, 2m 10s con Heras, 1m 56s con Mancebo. Mantuvo el tercer puesto por un segundo. "Ha sido s¨®lo un d¨ªa malo. No pasa nada", dijo.