Escalofr¨ªo
Lo que dijo anteayer el ex presidente Aznar ante sus alumnos en la Universidad de Georgetown produce escalofr¨ªos, no tanto por su sustancia, que es escasa, sino por su mala ¨ªndole, que es inmensa. Lo que dice el que fue l¨ªder pol¨ªtico del Estado espa?ol es equivalente a lo que se dice en las tabernas para explicar la oscuridad de la historia. A veces eso mismo -los moros nos invadieron, fueron expulsados, a qu¨¦ vienen ahora- se afirma dando un pu?etazo sobre la mesa, con el riesgo de hacerse a?icos la mu?eca y desperdigando, adem¨¢s, las fichas del domin¨®. En este lenguaje tabernario, que ya usa Aznar en otros idiomas -en alem¨¢n dijo hace d¨ªas que el PSOE "es el partido del odio"-, se pueden decir cosas que quedan impunes. No tienen otra trascendencia que la discusi¨®n entre vapores. Y el vapor es un atenuante. Pero Aznar no ha hecho estas referencias al pasado y al presente de nuestra historia en una taberna, donde se hubiera disculpado su falta de rigor, sino en una universidad norteamericana y en un momento delicado de nuestra relaci¨®n con la historia del mundo.
?l no es historiador, de modo que sus asesores han debido decirle lo que dijo en ingl¨¦s. Y como si hubiera desempolvado su antiguo disfraz de Cid Campeador, le dio la vuelta a la historia y se aposent¨® en un argumento extraordinario, para excusarse: Al Qaeda no atac¨® Espa?a porque ¨¦l y su Gobierno metieran a este pa¨ªs en la guerra de Irak, sino porque moros perversos como Osama Bin Laden no olvidan a¨²n que sus parientes fueron expulsados de nuestro suelo hace siglos. Y se han vengado de nosotros tan tarde, f¨ªjense cu¨¢nto han esperado, estos moros est¨¢n invadidos por un odio incesante.
Nos dijo -"le aseguro a usted"- que en Irak hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva. No las hab¨ªa. Ahora ha relacionado el suceso terrible del 11 de marzo con la venganza por la remota expulsi¨®n de los moros. "Le aseguro a usted". Como si estuviera jugando a los chinos mientras busca argumentos para ganarle la batalla a un contrincante que le gan¨® en una discusi¨®n de barra, esgrime cualquier cosa con tal de ocultar con vapores su relaci¨®n con las responsabilidades de su historia. La seguridad con la que acompa?a su discurso autosatisfecho produce un escalofr¨ªo que ya parece el subrayado de su firma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.