El prestigio de ser persona
La ¨²ltima etapa del marketing siguen siendo los objetos personalizados. Body Shop vende ahora no ya un perfume determinado sino una paleta de esencias para que cada cual elabore su aroma. Kellogg's permite dise?ar a cada cliente una receta con los componentes de cereales elegidos a su antojo tanto en denominaciones como en proporciones. Nike o Adidas permiten en Internet la adquisici¨®n de modelos singularizados de zapatillas con los elementos de dise?o escogidos por el consumidor. A esta moda, el informe Popcorn de hace unos a?os lo llamaba egotismo, t¨¦rmino que hac¨ªa referencia a la ansiedad por ser ¨²nico, distinto, singular, dentro de una sociedad que igualaba hasta las funerarias. Aspirar a ser uno se convirti¨® as¨ª, progresivamente, en un gran fen¨®meno de masas.
Ahora s¨®lo los m¨¢s rezagados contin¨²an con esta pretensi¨®n que tambi¨¦n se prolonga en la afici¨®n por el tatuaje obsesionado, a ras de piel, por conseguir un cuerpo marcado por nosotros. Tener, en definitiva, una marca de cuerpo que nadie m¨¢s posee. La tarea de la distinci¨®n se ha hecho, no hace falta decirlo, tan agotadora que el paso siguiente no es ser tan distinto de los dem¨¢s sino albergar a cuantos m¨¢s otros mejor.
La felicidad de la especie humana no correlaciona con la edad, ni con la riqueza, la etnia, la inteligencia, la cultura o el sexo: s¨®lo correlaciona, y estrechamente, con el contacto y la mayor comunicaci¨®n interpersonal. Lo nuevo, pues, a estas alturas, cuando se ha saldado la deuda con la cantidad, es la directa conquista de la felicidad. ?Felicidad siendo rico? ?Felicidad viajando m¨¢s? ?Felicidad sabiendo m¨¢s? Ninguna de las opciones alcanza sentido sin la relaci¨®n con los dem¨¢s. Ninguna prosperidad es completa sin buena compa?¨ªa. Para esto, sin embargo, no basta con ser una gran individualidad, es preciso absolutamente ser persona.
En el pasado se habl¨® del esclavo, despu¨¦s del trabajador, del ciudadano, del proletario, del consumidor, del televidente, del individuo posmoderno. Agotadas las salidas narcisistas, el camino conducido hoy a la oportunidad de hacerse persona. El individuo -lo ¨²ltimo de lo divisible- hace referencia a una unidad estanca que choca m¨¢s que se compenetra, que se protege en su caparaz¨®n y celebra sus defectos en defecto de los otros. O tambi¨¦n: los dem¨¢s aparecen como estorbos para una intimidad abastecida con segmentos endulzados de la propia vida y la fantas¨ªa aplicada a los objetos como prolongaciones del yo. De esta concupiscencia procede un deleite que, durante parte de los a?os ochenta y noventa, fue fermentando hasta la actual descomposici¨®n y el mundo que ha brotado de este esti¨¦rcol viene a ser, justamente, de lo m¨¢s natural. El reestrenado amor por la vida simple se corresponde con la demanda de productos biorg¨¢nicos y, entre ellos, la demanda por saborear personalmente a parte de los dem¨¢s.
Los m¨¢s j¨®venes han empezado ya a desarrollar esta nueva degustaci¨®n persona a persona, peer to peer. Fuera y dentro de la red cunden las comunidades donde se intercambian sentimientos, ayudas morales y materiales, secretos, m¨²sicas o miserias. De estos v¨ªnculos nace d¨ªa a d¨ªa una solidaridad, m¨¢s o menos flexible, que se expresa en el repetido activismo social de los "no" a la guerra, no a la OMC, no a la contaminaci¨®n, no a la publicidad, el consumo o a los guardias.
En todas partes se registra el descr¨¦dito de la pol¨ªtica, la inmoralidad de las Iglesias, el deterioro sindical, la disgregaci¨®n colectiva, la ausencia de movimientos ideol¨®gicos articulados. Pero basta fijarse un poco m¨¢s para descubrir que si las instituciones tradicionales se desmoronan y no atraen m¨¢s adeptos, miles de individuos van transform¨¢ndose en personas activas a trav¨¦s de agrupaciones c¨ªvicas (dentro y fuera de la pantalla) y gracias a comunicaciones sentimentales, ideol¨®gicas o no, en los mundos sin fronteras de la ONG, en los voluntariados nacionales, en las manifestaciones callejeras, en la recompensa persona-persona que est¨¢ creando una posible sociedad paralela a¨²n no censada y cansada del "yo".
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