La vida lenta de J. J. Cale
Todo bien en el frente, por lo que parece: s¨®lo han pasado ocho a?os entre Guitar man y el reciente To Tulsa and back (EMI). Le toca enfrentarse con la prensa y J. J. Cale (Tulsa, 1938) se deleita desmenuzando las leyendas que rodean a su personaje p¨²blico. No, nunca fue un ermita?o a lo Thoreau, retirado en los bosques: "No me lo permitir¨ªa mi mujer, ja, ja. Ahora vivo al norte de San Diego, en medio de lo que denominan civilizaci¨®n". Tampoco se llama Jean Jacques ni tiene origen cajun: "Inventos de la discogr¨¢fica, pretend¨ªan hacerme m¨¢s... interesante. En 1971 no pod¨ªan lanzar a alguien que se llamara simplemente John Cale. Bueno, quiz¨¢ quer¨ªan que no se me confundiera con el otro John Cale, el de The Velvet Underground. Que no suena nada parecido a m¨ª". No, claro: J. J. suena a blues y country destilados en alambique lento hasta lograr un rock susurrado y "echao p'atr¨¢s". Sigamos con particularidades y excentricidades. Sus (raros) conciertos en los a?os setenta desconcertaban: sol¨ªa cantar sentado y de espaldas al p¨²blico, con una guitarra el¨¦ctrica a la que hab¨ªa quitado la tapa de atr¨¢s y que parec¨ªa un prototipo desarrollado por alg¨²n manitas en las monta?as Apalaches: "Antes que nada, soy un t¨¦cnico de sonido. Veo un instrumento y ya estoy pensando en modos de modificarlo, de personalizarlo. Es una gran tradici¨®n americana: el Hammond era un ¨®rgano raro hasta que un tal Leslie invent¨® un amplificador que refinaba el sonido. A m¨ª me encanta trabajar con las guitarras Danelectro, que son baratas y permiten muchas alteraciones. Y que conste que no daba la espalda al p¨²blico: tocaba mirando a mis m¨²sicos, para comunicarme con ellos como el director de una sinf¨®nica".
Tampoco le satisface esa imagen de buen salvaje, de primitivo consagrado a su arte e impermeable al mundo: "No, realmente disfruto con la tecnolog¨ªa, me adelant¨¦ a la hora de usar las cajas de ritmo y los programas inform¨¢ticos. Adem¨¢s, como me gusta el sonido, siempre escucho con atenci¨®n los discos de ¨¦xito, para averiguar c¨®mo han conseguido tal efecto. No me creo muy diferente de una Britney Spears". ?Por favor, eso es una boutade! "Bueno, s¨ª nos diferenciamos. Britney y esa gente son entretenedores: cantan, bailan, ?se desnudan! Yo s¨®lo soy un m¨²sico y, desde hace tiempo, somos los raros en el negocio de la m¨²sica. Se enfadan cuando me invitan a aparecer en un programa de televisi¨®n y explico que no puedo hacer play back".
Asombra enterarse de que Cale, con las listas en la mano, no ha tenido grandes ¨¦xitos en Estados Unidos, aparte de Crazy mama en 1972. "Yo aguanto por los derechos de autor [entre otras muchas versiones, After midnight y Cocaine fueron ¨¦xitos en la voz de Eric Clapton]. Yo empec¨¦ a grabar elep¨¦s para vender mis canciones, era m¨¢s efectivo que ir visitando las oficinas para dejar maquetas. Lo que no imaginaba es que, seg¨²n aumentaban los discos, se me iba a ver como un artista. No es falsa modestia: yo no canto bien y por eso mi voz suele estar baja en las mezclas".
Reconoce finalmente que la vida (profesional) ha sido buena con ¨¦l: "En Oklahoma tocaba en bares donde ten¨ªas que llevar corbata y s¨®lo ganabas las propinas. En Los ?ngeles, durante los a?os hippies, era normal que te pagaran con marihuana. Es muy agradable que me paguen por hacer lo que realmente me gusta". Y no olvida su arraigo en Europa: "Los europeos busc¨¢is m¨²sica americana aut¨¦ntica y aqu¨ª (en EE UU) se confunde lo bueno con lo moderno, el coche del a?o, la m¨²sica de usar y tirar".
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