De la cratopol¨ªtica a la cinicocracia
Con frecuencia el cinismo ha sido un componente de la acci¨®n p¨²blica, pero nunca se hab¨ªa constituido en el eje central de la vida pol¨ªtica. Si ahora ha adquirido ese estatus, se debe a la reducci¨®n de toda actividad pol¨ªtica a cuestiones de poder -la cratopol¨ªtica- lo que obliga al falseamiento sistem¨¢tico de la realidad a la que se viste del solo atuendo que corresponde a nuestros intereses. Esa desvergonzada ruptura entre lo que se piensa y lo que se dice y hace -cinicocracia-, es una de las causas principales del actual rechazo de la pol¨ªtica. Dos ejemplos de esta semana. Bush, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, repiti¨® con la misma desfachatez que hab¨ªa puesto en afirmar la existencia de armas de destrucci¨®n masiva en poder de Sadam y su alianza con Al Qaeda: que la guerra se hizo al dictado de la ONU, resoluci¨®n 1.441; que Afganist¨¢n e Irak estaban ahora mucho mejor que antes; y que sus amenazas anteriores a la paz hab¨ªan sido sustituidas por una decidida marcha hacia la libertad y la democracia. No cabe pensar que todas estas contraverdades procedan de la ignorancia ni del autoconvencimiento porque todos somos testigos cotidianos de la ferocidad de una situaci¨®n horrenda, por ello, el procaz comportamiento ret¨®rico de Bush es responsable de que comience a generalizarse la expresi¨®n de "barbarie democr¨¢tica" para calificar el tratamiento estadounidense de la posguerra iraqu¨ª.
El otro ejemplo es la pol¨¦mica sobre el proyecto de Tratado constitucional de la Uni¨®n Europea, que buena parte de los franceses vive con indiferencia y que en la mayor¨ªa de los l¨ªderes m¨¢s responsables, as¨ª como en los grandes partidos, suscita irritaci¨®n y rechazo. No puede ser m¨¢s contradictorio que nos quejemos del desinter¨¦s de los ciudadanos por la pol¨ªtica, especialmente europea, y que cuando podemos sacudir su aton¨ªa incorpor¨¢ndolos a un debate b¨¢sico sobre el modelo de sociedad que queremos para Europa y el marco institucional que le d¨¦ consistencia pol¨ªtica, lo dejemos escapar. El riesgo de que la confrontaci¨®n divida a los partidos y a sus c¨²pulas, es el argumento que m¨¢s se escucha. Esta reacci¨®n se ha observado en el partido socialista franc¨¦s, como consecuencia del aldabonazo de Laurent Fabius, su n¨²mero dos; de los l¨ªderes de las corrientes de la izquierda socialista, tanto Vincent Peillon y Arnaud Montebourg del Nouveau Parti Socialiste, como Henri Emmanuelli y Jean Luc Melenchon de la tendencia Nouveau Monde (por cierto, ?la izquierda socialista espa?ola no tiene nada que decir sobre este tema?). Todos ellos al propugnar el no han provocado un movimiento de "cerremos filas". El n¨²mero tres del partido Strauss Kahn se ha enfebrecido pidiendo ?Unidad! en sus discursos y en sus art¨ªculos, y en el Parlamento Europeo, los presidentes de todos los grupos, Hans Gert Pottering del PPE; Graham Watson de la Alianza de dem¨®cratas y liberales; y la casi totalidad de los europarlamentarios socialistas, han descalificado a Fabius y Cohn Bendit, presidente de los Verdes, fiel a su radicalidad verbal aunque se haya pasado a las filas del poder y a la moderaci¨®n del pensamiento ¨²nico, lo acusa de cobard¨ªa, bajeza y c¨¢lculos politiqueros. Con todo, lo m¨¢s lamentable es que la versi¨®n period¨ªstica del debate apenas se refiera a razones y contenidos y se centre casi exclusivamente en la guerra de los jefes. Entresaco del diario Le Monde: "El ultim¨¢tum de Fabius a Chirac no deja lugar a dudas" (11 de septiembre); "La batalla se encarniza entre Hollande y Fabius" (12-13 de septiembre); "El no a Fabius" y "Viva la crisis en el PS" (18 de septiembre); "Hollande quiere marginalizar a los fabiusianos" (23 de septiembre)... Estos partes de la contienda dejan de lado la cuesti¨®n central: ?C¨®mo nos acerca el proyecto de Tratado a la Europa pol¨ªtica, social y sostenible a que aspiramos? Y ?por qu¨¦ se nos encierra en el dilema: el Tratado ahora o el fin de la Uni¨®n Europea?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.