Zapatero y Blair: el efecto '¨¢lter ego'
Los comentarios sobre la relaci¨®n entre J. L. Rodr¨ªguez Zapatero y Tony Blair casi siempre giran en torno a las innegables diferencias entre ambos, empezando por Irak y Europa. Sin embargo, tambi¨¦n existen buenas razones para sugerir una perspectiva com¨²n en otros aspectos importantes. Muchos de los asuntos pol¨ªticos internos en los que necesitan concentrarse con urgencia son similares, si no id¨¦nticos. Tanto Zapatero como Blair buscan respuestas sociales democr¨¢ticas a grandes interrogantes. ?C¨®mo pueden compaginarse los ¨¦xitos econ¨®micos con la justicia social? ?Qu¨¦ pol¨ªticas son necesarias para garantizar la armoniosa integraci¨®n de los inmigrantes? ?Cu¨¢l es el mejor m¨¦todo para el abastecimiento y financiaci¨®n de unos servicios p¨²blicos de calidad? ?C¨®mo puede modernizarse un Gobierno y responder a las necesidades de los ciudadanos? En una sociedad cada vez m¨¢s diversificada y plural, ?qu¨¦ puede hacer un Gobierno de centro-izquierda para mantener la cohesi¨®n social? ?stas son s¨®lo algunas de las cuestiones comunes que est¨¢n abordando los pol¨ªticos del Reino Unido y Espa?a. Los retos a los que se enfrentan los Gobiernos actuales son enormes y ning¨²n pa¨ªs o partido est¨¢ en posesi¨®n de todas las respuestas. Deben compartirse ideas y experiencia.
Ambos tienen la oportunidad de demostrar que los socialdem¨®cratas pueden funcionar en Europa y que los socialdem¨®cratas europeos pueden trabajar juntos
Los dos l¨ªderes entienden, al igual que hizo el ex presidente Clinton, que el objetivo de la igualdad s¨®lo puede mantenerse con un presupuesto disciplinado
Mientras otros partidos socialistas europeos luchan por definir un programa nacional coherente, el Gobierno laborista brit¨¢nico parece ser el m¨¢s avanzado de todos. Blair y su ministro de Econom¨ªa, Gordon Brown, poseen ahora m¨¢s de siete a?os de experiencia poniendo a prueba pol¨ªticas sociales en el Gobierno. Paso a paso est¨¢n transformando el Reino Unido y, sorprendentemente, Blair es uno de los pocos l¨ªderes socialdem¨®cratas europeos que parecen seguros de que seguir¨¢n otra legislatura en el Gobierno (una certeza si no fuese por Irak). Al PSOE le ser¨ªa ¨²til preguntarse qu¨¦ se esconde tras el relativo ¨¦xito del programa nacional de Blair y si puede tomar nota de algunas medidas para el desarrollo del suyo propio. Est¨¢ claro que el PSOE y el Partido Laborista comparten preocupaciones comunes sobre aspectos concretos en pol¨ªtica social y econ¨®mica. Por ejemplo, en pol¨ªtica de mercados, ambos coinciden en la importancia de un marco fiscal estricto y del uso de pr¨¦stamos exclusivamente para inversi¨®n sin subir los impuestos. Ambos l¨ªderes entienden, igual que hizo Clinton, que el objetivo de la igualdad s¨®lo puede mantenerse con un presupuesto disciplinado. Ambos han elegido un ministro de Econom¨ªa que valora m¨¢s la confianza del mercado que la aprobaci¨®n de la extrema izquierda.
Esto conduce a un acuerdo com¨²n sobre la necesidad de reformar el lado de la oferta como paso fundamental para que la econom¨ªa europea sea m¨¢s competitiva. El PSOE busca m¨¢s progresos en el programa de Lisboa, un paquete de reformas de la oferta que revitalicen la econom¨ªa europea, incluyendo el fomento de la investigaci¨®n y el desarrollo, una movilidad laboral m¨¢s ¨¢gil y m¨¢s competencia. Fue un programa promovido por Blair y aceptado en un momento en el que la mayor¨ªa de Estados miembros de la UE eran gobernados por partidos de la izquierda.
Sin embargo, a diferencia de Blair, Zapatero afirma que Lisboa "necesita m¨¢s confianza en la integraci¨®n europea...". Basta mencionar las palabras "integraci¨®n europea" para provocar insomnio a muchos de los asesores de Blair, aunque incluso en este ¨¢rea hay posibilidad de mejora. La armonizaci¨®n fiscal, por ejemplo, ser¨ªa inaceptable para los brit¨¢nicos, pero ver¨ªan con buenos ojos un aumento de la competencia y la consumaci¨®n del mercado ¨²nico. Est¨¢ claro que el abanico de conversaciones entre Blair y Zapatero sobre la futura configuraci¨®n de Europa es considerable.
Respuesta no pol¨ªtica
La reforma del mercado laboral tambi¨¦n debe ser debatida en profundidad. En su primera reuni¨®n en Madrid, Zapatero le dijo a Blair que el problema de un mercado laboral flexible es que "son los trabajadores los que se flexibilizan, no las empresas". Es una respuesta clara, pero no una pol¨ªtica. Se puede perdonar a Zapatero si, fij¨¢ndose en Schr?der, se da cuenta de que las consecuencias electorales de una reforma del mercado laboral son tales que es un problema que puede esperar. Sin embargo, ser¨ªa un error aplazarla indefinidamente. Demasiado a menudo se obvia el logro brit¨¢nico de reducir el desempleo por debajo del 5% y acabar con el paro juvenil (que era un grave problema cuando Blair lleg¨® al poder). Los brit¨¢nicos aprendieron mucho (otra vez, de Clinton) sobre pol¨ªticas laborales activas, y el PSOE deber¨ªa preguntarse si pueden aprovechar alguna para Espa?a. Por ¨²ltimo, tanto Blair como Zapatero se han comprometido a realizar profundas reformas en educaci¨®n. Cuando Blair lleg¨® al poder, dijo que ten¨ªa tres prioridades: "Educaci¨®n, educaci¨®n y educaci¨®n". Desde entonces, la financiaci¨®n y la calidad han aumentado dr¨¢sticamente en el Reino Unido. El anuncio de Zapatero de aumentar las becas a estudiantes y la suspensi¨®n de la LOCE indican que la educaci¨®n en Espa?a est¨¢ a punto de someterse a una transformaci¨®n similar.
Al igual que Blair, Zapatero toma el relevo de un partido humillado por a?os en la oposici¨®n y lo ha devuelto al Gobierno al primer intento. Muy parecido al primer ministro brit¨¢nico en cuanto a educaci¨®n, tono y estilo, Zapatero podr¨ªa ser el ¨¢lter ego pol¨ªtico de Blair. Entre los dos ofrecen la perspectiva m¨¢s interesante para el desarrollo de la izquierda europea actual. Es esencial que trabajen juntos. La consecuencia de un fracaso no quedar¨¢ restringida al Reino Unido o Espa?a, sino que crear¨¢ la percepci¨®n de que, en la pr¨¢ctica, la socialdemocracia no puede ponerse a la altura de los desaf¨ªos del gobierno moderno. Sin embargo, existe un problema de percepci¨®n que debe ser resuelto. Aunque los brit¨¢nicos ofrecen algunas propuestas pol¨ªticas positivas, su credibilidad ha deca¨ªdo claramente debido a su participaci¨®n en Irak. Muy a menudo, las aportaciones brit¨¢nicas son desestimadas por algunos analistas espa?oles por considerarlas "neoliberales", una acusaci¨®n puesta en bandeja por el desafortunado acercamiento de Tony Blair a los neoconservadores de Washington. Ser¨¢ necesario un enorme esfuerzo por parte del Reino Unido (y Espa?a) para superar esa percepci¨®n y entablar un aut¨¦ntico y necesario debate.
En el Reino Unido, Blair deber¨ªa aprovechar la oportunidad brindada por la elecci¨®n de Zapatero. Ha demostrado, con inusual agilidad, que es capaz de trabajar bien con socios como Bush y Berlusconi. Ahora tiene la posibilidad de demostrar que puede trabajar igual de bien con un socialdem¨®crata europeo moderno, aunque s¨®lo sea por satisfacer a su propio partido y a los votantes brit¨¢nicos de izquierdas. El PSOE no es una versi¨®n europea del viejo Partido Laborista, y Blair no es un candidato neoliberal. Zapatero ser¨¢ presidente de Espa?a hasta 2008 y los laboristas parecen destinados a ganar las pr¨®ximas elecciones generales (2005) en el Reino Unido. Ambos tienen la oportunidad de demostrar que la socialdemocracia puede funcionar en Europa y que los socialdem¨®cratas europeos pueden trabajar juntos.
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