La b¨²squeda de lo salvaje de Paul Gauguin
El Museo Thyssen y la Fundaci¨®n Caja Madrid muestran la influencia del artista en las vanguardias
Una sola exposici¨®n, dos sedes distintas. Seis de los nueve cap¨ªtulos en los que est¨¢ dividida Gauguin y los or¨ªgenes del simbolismo se pueden visitar en el Museo Thyssen-Bornemisza (paseo del Prado, 8); los otros tres, en la Fundaci¨®n Caja Madrid (San Mart¨ªn, 1), las sedes madrile?as de las dos instituciones que han organizado la ambiciosa muestra. Desde hoy y hasta el 9 de enero de 2005, 186 obras -que proceden de 65 museos del mundo y de varias colecciones privadas, am¨¦n de las propias colecciones del Thyssen- reconstruyen un momento decisivo en la configuraci¨®n del arte moderno. El protagonista de la historia es Paul Gauguin (Par¨ªs, 1848-Atuona, 1903); el momento: los a?os que van de 1884 a 1891.
"Pretende recuperar una humanidad m¨¢s cr¨¦dula, m¨¢s vital, aunque pueda ser a veces fan¨¢tica y brutal"
"En los a?os ochenta del siglo XIX se produce una radical transformaci¨®n del campo art¨ªstico que va a tener una influencia fundamental en el nacimiento de las vanguardias del siglo XX", explic¨® ayer Tom¨¢s Llorens, conservador jefe del Museo Thyssen-Bornemisza, durante la presentaci¨®n de la exposici¨®n. "Se abandona una pintura de sensaciones, que hab¨ªan defendido los impresionistas, para acercarse a una pintura de ideas, de mitos, creencias y leyendas, una pintura de fuerte contenido espiritual".
En el centro de esa transformaci¨®n est¨¢ Paul Gauguin, que tambi¨¦n va a sufrir durante esos a?os un profundo cambio personal. Dejar¨¢ de ser un aficionado a la pintura, "un rid¨ªculo pintor de domingos" que remedaba a los impresionistas -como dijo Guillermo Solana, comisario de la exposici¨®n-, para convertirse en uno de los referentes del movimiento simbolista. Gauguin dejar¨¢ adem¨¢s su trabajo en la bolsa, convencional y seguro, para sumergirse en una agitada aventura que lo llevara de un lado a otro del mundo en su obsesiva b¨²squeda de lo salvaje, de lo primitivo, en su af¨¢n de recuperar el viejo Ed¨¦n que la civilizaci¨®n hab¨ªa sepultado en su disparatado frenes¨ª por conquistar el futuro.
Visi¨®n del serm¨®n, que pertenece a la National Gallery de Scotland (Edimburgo) y que Gauguin pint¨® en 1888, es el centro de gravedad de la muestra. "En esa obra se tiran por la ventana cuatro siglos de tradici¨®n art¨ªstica, cuanto se hab¨ªa hecho desde el Renacimiento hasta entonces", dijo Solana. "Todos los recursos expresivos que hab¨ªan convertido el arte en una ventana abierta al mundo se ponen en cuesti¨®n y se inicia una vuelta atr¨¢s, un partir de la nada para recuperar la fuerza de las im¨¢genes primitivas y la energ¨ªa de los colores planos".
De aprendiz a maestro y de hombre sumergido en la civilizaci¨®n a infatigable rastreador de lo salvaje all¨ª donde se encuentre: ¨¦se es el itinerario que sigue Gauguin en esos a?os, los que lo hacen madurar, los que van a empujarlo finalmente a su definitivo viaje a Tahit¨ª. "Lo m¨¢s importante sucede en aquel periodo", subray¨® Solana. Y es ese brutal giro que se produce entonces y que da alas al simbolismo lo que reconstruye esta ambiciosa exposici¨®n. "La b¨²squeda que emprende Gauguin es antropol¨®gica y lo que pretende es recuperar una humanidad m¨¢s cr¨¦dula, m¨¢s vital, aunque esa vitalidad pueda ser a veces fan¨¢tica y brutal". Viaja a Breta?a, a Martinica, y en el trayecto comprende que la pintura necesita volver a sus or¨ªgenes. Evitar toda complejidad, recuperar los colores planos sobre una superficie.
El proceso se cuenta en la exposici¨®n en nueve cap¨ªtulos. "La historia del arte no es la historia de un genio aislado. Surge a trav¨¦s de los encuentros y del di¨¢logo con otros creadores", coment¨® Solana. As¨ª pues, el primer momento que se trata es el del encuentro de Gauguin con Pisarro, el maestro impresionista del que asimila una mirada que reconcilia al hombre con la naturaleza a trav¨¦s del paisaje y de la sencillez de los campesinos. Luego est¨¢ el di¨¢logo con C¨¦zanne y su viaje a Martinica: curvas sinuosas, arabescos, erotizaci¨®n del paisaje. La tercera estaci¨®n del recorrido reconstruye la relaci¨®n con Degas. El artista de los desnudos y los ba?os, del baile y del cuerpo humano tendr¨¢ un peso decisivo en el tratamiento que har¨¢ Gauguin de la figura humana: descubre que todas las distorsiones son posibles y entiende la importancia del ritmo en la composici¨®n de cada una de las escenas.
La visi¨®n. Del Cloisonismo al Sintetismo, cuarto paso, explica el trato de Gauguin con los m¨¢s j¨®venes, y c¨®mo artistas como Louis Anquetin y ?mile Bernard le abren nuevas fronteras (las estampas japonesas, las antiguas vidrieras, los esmaltes...) para renovar su pintura. Eva y los dioses da cuenta de la influencia de la mujer en la pintura de Gauguin y apunta a su intensa relaci¨®n con Vincent van Gogh a trav¨¦s de un pu?ado de cuadros. La intensidad de aquel encuentro, tantas veces contado y con tanta leyenda detr¨¢s, acaso queda sintetizada en la figura de la arlesiana, que pintaron ambos artistas. El sexto cap¨ªtulo, con el que concluye el recorrido por el Thyssen-Bornemisza, muestra la Suite Volpini, una colecci¨®n de zincograf¨ªas (grabados en planchas de zinc) en las que Gauguin resume sus inquietudes de aquella ¨¦poca y propone un recorrido por lo que considera m¨¢s significativo de su producci¨®n de aquellos a?os. Ya es definitivamente un maestro, aunque su tiempo no lo reconozca a¨²n como tal.
De camino hacia el futuro
Los cap¨ªtulos de la exposici¨®n que se exhiben en la Fundaci¨®n Caja Madrid abren la obra de Gauguin hacia el futuro. Guillermo Solana cita a Maurice Denis en el cat¨¢logo: "Despu¨¦s de Manet, fue el pintor franc¨¦s que tuvo la mayor influencia. Lo que fue Manet para la generaci¨®n de 1870, Gauguin lo ser¨ªa para la de 1890". Y Solana repara en la paradoja de "que un pintor tan radicalmente individualista como ¨¦l se convirtiera en algo as¨ª como el fundador de una escuela".
La estela de Gauguin: de Pont Aven a los 'Nabis'; La obra gr¨¢fica de los 'Nabis' y Paco Durrio, Picasso y el Sintetismo en Espa?a son los t¨ªtulos de estas salas. La b¨²squeda de lo salvaje emprendida por Gauguin ha llegado a buen puerto y la fuerza de su obra explota en diferentes direcciones. Maurice Denis, Edouard Vuillard, Pierre Bonnard, Ker-Xavier Roussel o Paul S¨¦rusier son algunos de los artistas presentes en estos cap¨ªtulos finales, pero hay tambi¨¦n piezas de ?mile Bernard, Georges Lacombe, Aristide Maillol, Paul Elie Ranson... Grandes y peque?as obras, litograf¨ªas y grabados en madera,manchas de colores y juegos de texturas, paisaje y escenas campestres, campesinas y vacas (hay muchas vacas en esta exposici¨®n)...
Llorens cont¨® que Gauguin es uno de los artistas preferidos de la baronesa Thyssen, que asisti¨® entusiasmada a la exposici¨®n, y Rafael Spottorno, director gerente de la Fundaci¨®n Caja Madrid, destac¨® el rigor de una propuesta que empez¨® a ponerse en marcha hace cuatro a?os. Un detalle final de su envergadura: una sala recoge la huella de Gauguin en los artistas espa?oles. Y ah¨ª est¨¢n, entre otros, Picasso, Joan Gonz¨¢lez, Durrio, Echevarr¨ªa y Joaquim Sunyer.
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