Oportunidad y oportunismo
Resulta evidente que los nuevos intentos de la Administraci¨®n de George W. Bush de organizar una cumbre sobre Irak con la participaci¨®n del G-8 y numerosos pa¨ªses isl¨¢micos antes de las elecciones presidenciales norteamericanas tienen como objetivo influir en ¨¦stas. Tan evidente que viene a ser casi infantil el denunciarlo como treta. Todos los Gobiernos cuya permanencia en el poder depende del voto de sus respectivas poblaciones se lanzan a inaugurar autopistas, aeropuertos, hospitales y parques infantiles durante las campa?as electorales. Se suele criticar como electoralismo desvergonzado -que lo es- pero se acepta como uno de los vicios menores de las democracias y muchos lo agradecen porque en este af¨¢n por agradar y captar votos, los gobiernos se esmeran m¨¢s en cubrir necesidades y cumplir viejas promesas olvidadas durante toda la legislatura.
Por eso es dif¨ªcil de comprender la sagrada ira que esta iniciativa ha despertado en tanta gente a ambos lados del Atl¨¢ntico. ?No beneficiar¨ªa a todo el mundo que EE UU, la UE, China, Rusia, Turqu¨ªa, Egipto, Siria, Jordania, Arabia Saud¨ª, Kuwait e Ir¨¢n se sentaran en una mesa para discutir la actual situaci¨®n en Irak y buscaran juntos una salida a la misma? En realidad ser¨ªa la mejor expresi¨®n del inicio del di¨¢logo siempre necesario antes de ese pacto entre civilizaciones que propuso el presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, ante la Asamblea de la ONU. Si no acabar -porque han pasado demasiadas cosas en este bienio-, s¨ª podr¨ªa paliar la imagen unilateralista y diab¨®lica de EE UU en los pa¨ªses ¨¢rabes y en algunos sectores europeos. ?Hay que desechar una oportunidad, por remota que sea, de frenar la carnicer¨ªa en Irak por cuestiones de calendario electoral norteamericano? ?Hay que postergarla y dejar para siempre al mundo con la duda sobre la probabilidad de que tal adelantamiento oportunista habr¨ªa salvado muchas vidas?
Las posibilidades de que tal cumbre se lleve a cabo son en todo caso ¨ªnfimas. La inagotable capacidad del presidente Bush de movilizar a sus viejos enemigos y generar muchos nuevos casi garantiza la negativa de la mayor¨ªa de los convocados. Unos se negar¨¢n porque quieren ayudar al candidato dem¨®crata, John Kerry, del que se esperan no se sabe qu¨¦ pol¨ªtica de filantrop¨ªa cosmopolita, y otros porque no pueden arriesgarse a ser acusados de ayudar a Bush en esta iniciativa que, de cuajar, aunque su resultado tan s¨®lo fuera la fotograf¨ªa com¨²n, sin duda ser¨ªa un rev¨¦s catastr¨®fico para el candidato dem¨®crata.
Pero la airada reacci¨®n al anuncio por parte del secretario de Estado, Colin Powell, del mero intento de convocatoria de dicha cumbre, que se antoja de todas formas imposible, tiene algo de freudiana y viene a ratificar la impresi¨®n de que muchos medios de comunicaci¨®n y pol¨ªticos en Europa y en los pa¨ªses ¨¢rabes pero tambi¨¦n gobiernos tienden a ver el agravamiento de la situaci¨®n en Irak como un elemento bienvenido para impedir que Bush sea reelecto. A los iraqu¨ªes, mientras tanto, no a los que ponen las bombas -que se las seguir¨ªan poniendo a Kerry-, sino a los j¨®venes que pese al peligro que corren de saltar hechos pedazos hacen cola ante las oficinas de reclutamiento para el Ej¨¦rcito regular, el calendario electoral norteamericano les trae -tengan la seguridad- al pairo. Hay mil motivos para detestar a Bush y desear que pierda las elecciones. Pero ese "cuanto peor la situaci¨®n en Irak hasta noviembre mejor, porque es peor para Bush" es un sentimiento que, viendo lo que sucede en Irak, es el peor "pacto de civilizaciones" imaginable. Porque Bush puede perder estas elecciones, pero Al Zarqaui no puede ganar esta guerra.
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