Recordando a Edward W. Said
Hace un a?o nos dejaba uno de los grandes intelectuales de este siglo, Edward W. Said.
Nos dejaba el ilustre intelectual, pero su legado perdura a lo largo del tiempo por lo testimonial, intemporal y la validez de su inmensa obra.
Said no s¨®lo es el autor de uno de los mejores ensayos como Orientalismo, donde deja al descubierto los mecanismos de la fabricaci¨®n del otro; la obra saidiana no se limita s¨®lo a esta obra, sino que llega y abarca muchos ¨¢mbitos, desde la literatura, la pol¨ªtica y la m¨²sica, sin olvidar su compromiso con todas las causas justas, entre ellas la de su pueblo y, por consiguiente, la suya propia; es decir, la causa palestina.
Me acuerdo como si fuera ayer cuando Said critic¨® de una manera feroz los famosos Acuerdos de Oslo calific¨¢ndolos como una muerte anunciada para la causa palestina, porque fueron negociados de una manera secreta y a espaldas del pueblo palestino. Said nos advirti¨® desde el principio de la prepotente actitud de Israel, el papel desempe?ado por EE UU y el descuido monumental de la clase dirigente palestina en lo que se refiere a la defensa de los derechos fundamentales del pueblo palestino.
Entre otros temas que abord¨® el gran intelectual palestino est¨¢ la relaci¨®n existente entre cultura e imperialismo. En este punto Said proclamaba que, sin imperio, la novela cl¨¢sica europea como la conocemos no existir¨ªa. El catedr¨¢tico de Columbia llega a tal afirmaci¨®n despu¨¦s de estudiar en profundidad las grandes obras.
Especialista en Joseph Conrad, excelente cr¨ªtico literario, con su obra El mundo, el texto y el cr¨ªtico, discrep¨® con algunas posturas estructuralistas y formalistas en la cr¨ªtica literaria.
Aparte de ser un notable pianista y music¨®logo, su amistad con el gran m¨²sico argentino de origen jud¨ªo Daniel Barenboim les llev¨® a poner en marcha un taller de m¨²sica que agrupa a m¨²sicos jud¨ªos y palestinos entre otros, como met¨¢fora de la paz que tanto a?oramos a lo largo y ancho del planeta.
Se nos fue el gran Edward pero su colosal legado queda como instrumento para entender los avatares de la historia. Que descanse en paz nuestro gran profesor.
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