El binacionalismo de Maragall
Maragall es un hombre de ideas obsesivas. Cuando se encari?a con un concepto pol¨ªtico no lo suelta. En sus tiempos de alcalde de Barcelona su tema preferido era la co-capitalidad. Espa?a como un pa¨ªs con dos capitales culturales y econ¨®micas: Madrid y Barcelona. Moraleja: Barcelona deb¨ªa tener un plus de capitalidad que los Gobiernos espa?oles no le reconoc¨ªan. La traducci¨®n al ¨¢mbito auton¨®mico de la co-capitalidad es la codecisi¨®n. Catalu?a quiere tener capacidad para codecidir en Espa?a.
La codecisi¨®n expresa la voluntad de participar activamente en Espa?a. Esta es una diferencia significativa entre el nacionalismo de Pujol y el nacionalismo de Maragall. Pujol no ten¨ªa otro proyecto para Espa?a que la negociaci¨®n bilateral permanente Gobierno catal¨¢n-Gobierno espa?ol. A Maragall, en cambio, le preocupa Espa?a y quiere intervenir en ella, desde la "comunidad nacional" catalana. Maragall es de los que piensa que es posible tener dos naciones a la vez y no estar loco. Se podr¨ªa decir que Maragall es binacionalista, como si tuviera en cuenta la advertencia de El¨ªas Canetti de que no se puede ser internacionalista, lo que tenemos que ser es multinacionalista.
Maragall cree que hay pocos catalanes en los puestos decisivos del Estado y de las instituciones econ¨®micas, culturales o pol¨ªticas a ¨¦l vinculadas y que hay que trabajar para tener m¨¢s presencia y poder de decisi¨®n. ?Para qu¨¦? Para que la Espa?a plural sea una realidad. Naturalmente, la codecisi¨®n provoca inquietud en el resto de Espa?a. Aparece inmediatamente el fantasma de la asimetr¨ªa. ?S¨®lo los catalanes tienen derecho a codecidir o codecidimos todos? ?Qu¨¦ es la democracia, en definitiva, si no un sistema de codecisi¨®n? Los catalanes votan y tienen una presencia primada por el sistema electoral en el Parlamento, ?no es esto codecidir? Encontrar territorios compartidos es dif¨ªcil en pol¨ªtica, porque el poder -todo poder- siempre quiere m¨¢s y siempre sospecha, fundadamente, que los dem¨¢s quieren arrebatarle algo.
El n¨²mero de tarjetas sanitarias registrado en Catalu?a le ha permitido a Maragall afirmar que ya "no somos seis millones, somos siete millones". No se trata simplemente de constatar que Catalu?a ha crecido con la emigraci¨®n. Se trata de superar la idea de naci¨®n que hab¨ªa detr¨¢s del eslogan "Somos seis millones", difundido por el nacionalismo conservador. Era como una cifra de cierre de una Catalu?a reconstruida y rehomogeneizada. Maragall dice que la Catalu?a de hoy es una Catalu?a distinta, mucho m¨¢s compleja que la roturada por el nacionalismo convencional. Y es sobre esta base que hay que construir los proyectos de futuro.
Entre ellos, la idea de biorregi¨®n. El nombre es equ¨ªvoco porque puede hacer pensar en un derivado de la biopol¨ªtica. Pero quiere decir algo mucho m¨¢s simple: uno de los saberes en los que Catalu?a es internacionalmente m¨¢s competitiva es el que tiene que ver con medicina, biolog¨ªa y todo el ¨¢mbito de lo "bio". Se da, adem¨¢s, la circunstancia de que Montpellier y Toulouse tienen tambi¨¦n equipamientos de primera calidad en estas materias. Lo cual permite vislumbrar un espacio de cooperaci¨®n de ¨¢mbito supranacional que es, al mismo tiempo, una manera de pensar en formas de futuro para la articulaci¨®n de Europa. Y Europa siempre ha sido el tercer espacio del catalanismo, el territorio so?ado como lugar de superaci¨®n de los conflictos pol¨ªtico-identitarios. ?Es el camino hacia el multinacionalismo?
En fin, el binacionalista Maragall parece decidido a superar el mito de una Catalu?a derrotada por el Estado espa?ol. La reparaci¨®n que merece la memoria del presidente Companys, no implica que el Estado espa?ol deba pedir perd¨®n por su fusilamiento, porque no fue el Estado democr¨¢tico el que le mat¨® sino el Estado franquista construido sobre la destrucci¨®n del Estado republicano del que Companys formaba parte. Y de esta forma el binacionalismo maragallista alcanza su plenitud. Lo cual, naturalmente, nunca le permitir¨¢ alcanzar la gracia de los nacionalistas tradicionales porque ¨¦stos, catalanes o espa?oles, est¨¢n convencidos de que patria s¨®lo hay una. Maragall les irrita cuando se pone interesante: cuando les rompe el techo.
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