Vidas en paralelo
Pensar en D¨¦bora Arango es pensar en los paralelismos que la unen a Frida Kahlo, determinados por el papel que ambas cumplieron en el seno del movimiento muralista de la primera mitad del siglo XX, que Frida desempe?¨® en M¨¦xico -en su n¨²cleo decisivo- y D¨¦bora en Colombia, o sea, en una de sus periferias. Papel extra?o, parad¨®jico si se quiere, como lo era el papel de las mujeres en la plenitud intacta del orden patriarcal: central y exc¨¦ntrico, crucial y a la vez devaluado. De hecho la relaci¨®n de ambas con el muralismo estuvo mediada por su intensa relaci¨®n personal con quienes antes de convertirse en sus preceptores ya eran figuras clave de dicho movimiento en sus respectivos pa¨ªses. Diego Rivera, en el caso de Frida e Ignacio G¨®mez Jaramillo en el caso de D¨¦bora. Pero ninguna de las dos se dej¨® anular, sin embargo, por el magisterio de esas dos poderosas figuras patriarcales como lo prueba el hecho de que a pesar de compartir los presupuestos ideol¨®gicos b¨¢sicos del muralismo ninguna de las dos pint¨® murales sino exclusivamente cuadros de caballete que, adem¨¢s, rehusando los temas historicistas y patri¨®ticos caracter¨ªsticos del muralismo, se ocuparon sobre todo de lo que para ellas supon¨ªa su propia e intransferible experiencia de la condici¨®n femenina. Experiencia de g¨¦nero, como suele decirse ahora. S¨®lo que mientras Frida la viv¨ªa desde un cuerpo siempre atenazado por el dolor y la invalidez, D¨¦bora la vivi¨® como dif¨ªcil rebeld¨ªa contra la moral cat¨®lica y contrarreformista impuesta por las monjas de su colegio, con el abierto consentimiento de sus padres y el resto de su entorno familiar. Y social.
D?BORA ARANGO
'Una revoluci¨®n in¨¦dita
en el arte colombiano'
Museo de Am¨¦rica
Avenida de los Reyes
Cat¨®licos, 6. Madrid
Hasta el 21 de noviembre
Pero a partir de este punto cesan los paralelismos. Frida Kahlo, luego de su reivindicaci¨®n por el feminismo de los a?os setenta, ya es una figura universalmente reconocida, a quien, adem¨¢s, se considera completamente independiente de la sombra alargada de Rivera, su marido, su amante. En cambio D¨¦bora Arango, todav¨ªa sufre de un relegamiento o de una minusval¨ªa que s¨®lo en los a?os m¨¢s recientes ha comenzado a corregirse en Colombia. Y que tal vez logre disiparse del todo en el plano internacional gracias a iniciativas como la de esta exposici¨®n en el Museo de Am¨¦rica de un n¨²mero importante de sus cuadros y acuarelas, que dejan claramente establecido cu¨¢n importante ha sido y es como pintora. Las otras diferencias entre la colombiana y la mexicana conciernen a notorias diferencias entre sus respectivas obras. Digamos para resumirlas que la originalidad de Frida entronca con lo mejor de la imaginer¨ªa popular mexicana, mientras que la de D¨¦bora lo hace con lo m¨¢s sombr¨ªo del legado goyesco o, todav¨ªa m¨¢s cerca, con la del expresionismo alem¨¢n, cuya obstinada pugnacidad puede advertirse en muchos de sus mejores cuadros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.