Fuego en la casa del puente
Es poco probable que Martin Heidegger pensara la casa del puente de Amancio Williams al afirmar en su difundido texto Construir, habitar, pensar (1951) que "el puente re¨²ne en torno a ¨¦l y a su estilo, cielo y tierra, dioses y mortales". ?sta era sin duda la intenci¨®n de maestro porte?o al colocar la casa suspendida sobre un arco parab¨®lico salvando el agua redentora del arroyo; pero lo que Amancio Williams no pod¨ªa prever era que a esta met¨¢fora se sumar¨ªa la del fuego -no ya purificador sino diab¨®lico y destructor, intencionado-, que consumi¨® el pasado 6 de septiembre los escasos restos del sofisticado interior de la casa paradigm¨¢tica del Movimiento Moderno argentino, proyectada y construida entre los a?os 1943 y 1945 en la ciudad de Mar del Plata.
La casa del puente, de Williams, qued¨® entre las cien m¨¢s representativas de la arquitectura universal del siglo XX
Williams, a pesar de haber construido s¨®lo esta obra, es el arquitecto m¨¢s conocido de la vanguardia racionalista bonaerense. Mientras la influencia ejercida por Le Corbusier y los maestros alemanes imprim¨ªa un sello severo y can¨®nico a los edificios realizados en la d¨¦cada de los a?os treinta por A. U. Vilar, Wladimiro Acosta, Alberto Prebisch, Antonio Bonet, Juan Kurchan, Jorge Ferrari Hardoy, Le¨®n Dourge y Jorge Kalnay, entre otros, ¨¦l se alej¨® de aquellos paradigmas formales para interesarse por las met¨¢foras de la m¨¢quina; pero no en un sentido mim¨¦tico, sino a trav¨¦s de asociaciones conceptuales. Aviador y alumno de ingenier¨ªa en la d¨¦cada de los treinta, en 1938 decidi¨® estudiar arquitectura en la Facultad de Buenos Aires, titul¨¢ndose en 1941. Con escasos treinta a?os elabor¨® proyectos te¨®ricos de particular originalidad: las "viviendas en el espacio" y la "sala para el espect¨¢culo pl¨¢stico y el sonido" (1942-1943) resultan expresivos de su b¨²squeda por alcanzar una n¨ªtida pureza formal y estructural, identificada con la ligereza y la espacialidad de los vol¨²menes sueltos en el contexto natural.
En 1943, al solicitarle su padre -Alberto Williams, prestigioso compositor de m¨²sica cl¨¢sica nacional- el proyecto de una casa de veraneo en Mar del Plata, situada en un extenso y boscoso terreno de la periferia urbana, cruzado por un peque?o arroyo, se propuso privilegiar el di¨¢logo con la naturaleza circundante, dejando inalterado el paisaje originario. La vivienda ocup¨® el ¨²nico espacio libre de ¨¢rboles, en las m¨¢rgenes del fino curso de agua. Colocada sobre un puente -icono del ancestro hist¨®rico de la arquitectura y del di¨¢logo entre ¨¦sta y la ingenier¨ªa-, fue configurada con un volumen suspendido en el aire, identificado con la ligereza moderna, cuya losa superior de hormig¨®n armado apoyaba en finas columnas de acero ocultas detr¨¢s de las ventanas horizontales corridas de las fachadas. A la precisi¨®n de los componentes estructurales se sumaba el detallismo de las divisiones interiores de madera que separan el espacio social continuo de las habitaciones y los servicios, todos basados en una estricta y rigurosa modulaci¨®n.
Pese a ser una obra juvenil de
Williams, la casa del puente resume los principios esenciales que rigieron las b¨²squedas arquitect¨®nicas desarrolladas a lo largo de su vida. Un profundo catolicismo defini¨® la postura ¨¦tica y moral que le identifica con el postulado de san Agust¨ªn citado por Mies van der Rohe: "La belleza es el resplandor de la verdad", afirmaci¨®n que ¨¦l asociaba con la visibilidad de los componentes estructurales, concebidos en t¨¦rminos pl¨¢sticos m¨¢s que en asociaciones funcionales: resulta una clara expresi¨®n de ello el hongo que invent¨® para las cubiertas de algunos proyectos sociales. De all¨ª que una visi¨®n plat¨®nica y heideggeriana de la forma le llevara a recalcar la pureza concreta y abstracta de la arquitectura, diferenciada n¨ªtidamente de la naturaleza a trav¨¦s del puente -la referencia se asocia a Robert Maillart, en vez de los tradicionales pilotis corbusianos-, representaci¨®n no s¨®lo de la fluidez del movimiento continuo en el espacio, sino de la transici¨®n pausada del ¨¢mbito natural al ¨¢mbito interior de la casa, logrado a trav¨¦s de la rampa-escalera sim¨¦trica de acceso, apoyada sobre la curva el¨ªptica del puente. Al llegar al interior, el predominio de las visuales horizontales extendidas al infinito representan la mirada particular del habitante de la pampa bonaerense, adaptado a la planitud de la ilimitada llanura verde que se pierde en el sombr¨ªo R¨ªo de la Plata, bajo el azul intenso del cielo austral.
En casi todas sus obras Williams rechaza el v¨ªnculo con el desorden metropolitano, expresi¨®n inconsciente del cuestionamiento de la Argentina de aluvi¨®n, dominada por la inmigraci¨®n extranjera. Su formaci¨®n aristocr¨¢tica y elitista lo asocia al ancestro de la minor¨ªa criolla que forj¨® una nacionalidad -casi de origen jeffersoniano- basada en la herencia rural y el ascetismo de la vida campestre. Pero a la vez asume la modernidad tecnol¨®gica como instrumento esencial para la transformaci¨®n del pa¨ªs. De all¨ª que la casa resulte un paradigma de una cultura sofisticada que intentaba establecer un puente entre la identidad cultural local y la vanguardia universal, identific¨¢ndose con la orientaci¨®n musical de su padre, Alberto Ginastera, Jorge Luis Borges o Victoria Ocampo. La carga simb¨®lica y metaf¨®rica de esta casa la coloc¨® en el parnaso de las obras maestras del Movimiento Moderno: la casa en Canoas de ?scar Niemeyer, la de Barrag¨¢n en M¨¦xico DF, la Ville Savoye de Le Corbusier, la Fallingwater de Wright, la Farnsworth de Mies y la Lovell de Neutra, entre otras. Qued¨® integrada entre las cien m¨¢s representativas de la arquitectura universal del siglo XX y la revista japonesa A+U tambi¨¦n la seleccion¨® entre las 33 casas m¨¢s significativas del mundo.
A pesar de su escasa obra construida, Williams form¨® a las nuevas generaciones de arquitectos modernos argentinos. Tambi¨¦n fue reconocido internacionalmente y se relacion¨® con algunos de los maestros del Movimiento Moderno: Le Corbusier le encarg¨® la construcci¨®n de la casa Curutchet en La Plata (1950), que no se concret¨®, al asumir el trabajo como un laboratorio de investigaci¨®n de la obra del suizo. El reconocimiento del valor de la casa del puente determin¨® su designaci¨®n como Monumento Hist¨®rico Nacional por decreto del presidente de la Rep¨²blica en 1997. Ya en aquel entonces la casa era v¨ªctima de los avatares de la rapacidad econ¨®mica capitalista de los due?os, en disputa hereditaria.
Vendida al fallecimiento de su padre en 1952, el nuevo inquilino, H¨¦ctor Lago Beit¨ªa, instal¨® en la d¨¦cada de los setenta una estaci¨®n de radio que coloc¨® a la casa en el imaginario social de Mar del Plata, al transmitir: "Aqu¨ª LU9, un puente hasta su casa". Con la desaparici¨®n de la emisora en 1991, se inici¨® el interminable conflicto judicial por la disputa del terreno, valorado en dos millones de d¨®lares, pasando el inter¨¦s por el valor arquitect¨®nico de la casa a un segundo plano. A pesar de la declaraci¨®n del Gobierno nacional, las autoridades locales no asumieron la importancia y significaci¨®n de este monumento. En 2003 la casa todav¨ªa manten¨ªa inc¨®lume su equipamiento interior. En ese a?o se abandon¨® el control sobre ella por los propietarios en litigio y comenz¨® a ser vandalizada, sin que las autoridades tomaran cartas en el asunto.
Es lamentable que la secci¨®n
argentina del DoCoMoMo (asociaci¨®n internacional para la Documentaci¨®n y Conservaci¨®n del Movimiento Moderno) no lanzara una campa?a local para la salvaguarda del monumento; que las autoridades municipales de Mar del Plata no se sensibilizaran con el problema y que la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, situada no muy lejos de la casa, no movilizara a profesores y estudiantes para defender su existencia como principal ejemplo de la arquitectura racionalista en Mar del Plata. Es doloroso constatar la p¨¦rdida y resulta dif¨ªcil, consumado el hecho, creer en las promesas de las autoridades nacionales y municipales, de llevar a cabo su reconstrucci¨®n. Mar del Plata no es Barcelona, ni Chicago, ni Bolonia, y la crisis econ¨®mica argentina no permite disponer de los recursos que lograron salvar la Farnsworth, o reconstruir los pabellones de Mies y Le Corbusier. Una vez m¨¢s las llamas diab¨®licas de la especulaci¨®n inmobiliaria en el capitalismo salvaje vencieron en la batalla contra la cultura, y perdimos otro paradigma del Movimiento Moderno universal.
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