Miserias de la posguerra
Es posible que el lector peninsular no desconozca el nombre del escritor catal¨¢n Emili Teixidor (Roda de Ter, Barcelona, 1934) debido a sus libros infantiles y juveniles traducidos al castellano y galardonados con varios premios (entre otros, Coraz¨®n de roble, 1994, y La amiga m¨¢s antigua de la hormiga Miga, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 1997). Pero Emili Teixidor no es ¨²nicamente un gran autor de libros para adolescentes, ¨¢mbito al que seguramente le gui¨® su trabajo como pedagogo, sino uno de los novelistas m¨¢s notables de la narrativa catalana actual, traducido a varios idiomas y con un considerable ¨¦xito de cr¨ªtica y de p¨²blico.
Sic transit Gl¨°ria Swanson, libro de relatos publicado en el a?o 1989, Premio de la Cr¨ªtica Serra d'Or de Narrativa, y El llibre de les mosques, Premio Sant Jordi de Novela del a?o 1999, eran seguramente los t¨ªtulos m¨¢s frecuentados de su extensa producci¨®n antes de la publicaci¨®n de Pan negro, novela con la que, este a?o, Emili Teixidor se ha convertido, por fin, en un autor, adem¨¢s de prestigiado como siempre ha sido, popular. Premio M. ?ngels Anglada, Premio Lletra d'Or, Premio Joan Crexells y Premi Nacional de Catalunya, Pan negro ha ocupado el primer lugar en las listas de ventas de libros editados este a?o. Y tanto ¨¦xito, merecid¨ªsimo, sin alardes propagand¨ªsticos ni lanzamientos publicitarios, sino ¨²nicamente con la fervorosa recomendaci¨®n entre lectores y, eso s¨ª, con un apoyo un¨¢nime de la cr¨ªtica.
PAN NEGRO
Emili Teixidor
Traducci¨®n de Emili Teixidor
Seix Barral. Barcelona, 2004
374 p¨¢ginas. 21 euros
No tengo la menor duda de que el lector de la versi¨®n castellana de Pan negro se sumar¨¢ al entusiasmo que la novela de Teixidor ha suscitado entre el p¨²blico catal¨¢n, ya que se encontrar¨¢ con una novela que le arrastrar¨¢ de la primera a la ¨²ltima p¨¢gina. Y no por estrategias ni intrigas argumentales, sino por la fuerza de su lenguaje, el tono envolvente de una prosa magn¨ªfica y el poder¨ªo narrativo -aparentemente suave- con que el autor nos hace part¨ªcipes del mundo que pone en pie. El mundo desolado, neblinoso, de la posguerra en una zona rural catalana. Un mundo duro, lleno de rencores, humillaciones, venganzas y silencios, narrado desde el punto de vista de un adolescente que descubre la verdadera naturaleza de los hombres durante el periodo en que vive en la mas¨ªa de sus t¨ªos y abuelos, mientras su padre est¨¢ en la c¨¢rcel y su madre se ha visto obligada a trabajar en una f¨¢brica situada en un pueblo cercano.
La historia, en s¨ª misma, no
es lo que presta singular relevancia a Pan negro. Lo que conquista al lector de esta novela es la recreaci¨®n ling¨¹¨ªstica de un universo m¨ªtico, el de la infancia, del que Andr¨¦s, el narrador, se va separando progresivamente a medida que en ese ¨¢mbito m¨¢gico -hecho de cuentos narrados por la abuela, el descubrimiento del sexo, la amistad, la naturaleza- va irrumpiendo la cruda realidad que acaba por enterrarlo bajo su bajeza moral. Novela inici¨¢tica, Andr¨¦s, acompa?ado de una memorable prima, la Lloramicos, vivir¨¢, en el a?o de su estancia de la mas¨ªa familiar, la dura experiencia de dejar de ser un ni?o, hijo de los vencidos, para convertirse, por propia elecci¨®n, en un adulto prematuro que decide entrar en el universo de los mayores bajo la protecci¨®n de los vencedores.
Un camino en el que se interna separ¨¢ndose de su madre, para ir a vivir bajo la tutela de un matrimonio adinerado de misa dominical y pan blanco en la mesa, tras un proceso de crecimiento moral que le convertir¨¢ en "un monstruo". Es de veras admirable el proceso de verbalizaci¨®n al que Teixidor somete a sus personajes, cre¨¢ndolos a partir de la utilizaci¨®n de un lenguaje que atina a prestar a cada uno de ellos una encarnadura perfectamente diferenciada. Y si en la versi¨®n original de la novela se aplaudi¨® la viveza del lenguaje de una zona determinada de la Catalu?a rural, hay que subrayar ahora la afortunada traducci¨®n al castellano, debida al propio autor.
Sin estridencias, sin efectismos, sin cargar las tintas en el desgarramiento propio de la vida de los vencidos tras la Guerra Civil, y con extrema sutileza al tratar la vida emocional de los personajes (la atracci¨®n sexual de Andr¨¦s por un joven que toma el sol, desnudo, en un jard¨ªn de tuberculosos, antes de que en su vocabulario exista la palabra homosexualidad, es uno de los grandes aciertos del libro), hacen de esta novela una obra sosegada y sabia, a la vez que conmovedora y terrible.
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