"Quiero dar presencia al tiempo que no percibimos"
Justo a los dos a?os de publicar la primera entrega de Tu rostro ma?ana. Fiebre y lanza (Alfaguara), Javier Mar¨ªas (Madrid, 1951) acaba de terminar la segunda parte: Baile y sue?o. A lo largo de 410 p¨¢ginas, prosigue con la historia de Jaime, Jacobo o Jacques Deza, colaborador del servicio de espionaje brit¨¢nico MI6, a la vez que habla de todo aquello que hacemos sin querer por violento que sea; del miedo, de las cosas que se dan por sentadas pero que no han sido de verdad asumidas. Con una obra (Todas las almas, Coraz¨®n tan blanco, Ma?ana en la batalla piensa en m¨ª, Negra espalda del tiempo)que ha sido traducida a 34 idiomas, publicada en 44 pa¨ªses y con m¨¢s de cinco millones de ejemplares vendidos, Baile y sue?o se pone a la venta a mediados de noviembre.
"Las cosas que m¨¢s damos por sentadas son aquellas en las que no pensamos"
"Un minuto son 60 segundos, pero todos sabemos que un minuto puede ser eterno"
"La violencia que recreo en la novela es poca comparada con la que se ve en la televisi¨®n"
Pregunta. ?sta iba a ser la segunda y ¨²ltima entrega, pero parece que habr¨¢ una tercera.
Respuesta. La verdad es que todo empez¨® con un malentendido de un periodista cuando present¨¦ el primer volumen. Yo dije que ser¨ªan dos, pero ¨¦l public¨® que ser¨ªan tres vol¨²menes. Un error hace siempre fortuna y al final se convirti¨® en verdad. De forma que con este volumen no se acaba la novela y no me atrevo a jurar que todo termine en un tercero.
P. Un ciclo literario.
R. Espero que no. La suma de los dos vol¨²menes son casi mil p¨¢ginas. Es una tarea agotadora. Hasta el punto de que no s¨¦ cu¨¢ndo, ni si har¨¦ el tercer volumen. Si lo hago, no s¨¦ cu¨¢ndo. Y cuando lo acabe, si lo acabo, no har¨¦ m¨¢s novelas. Si no para siempre, en mucho tiempo. Me met¨ª en un proyecto que me est¨¢ suponiendo un esfuerzo considerable.
P. Hay gente que cree que la novela completa estaba escrita y que va dosificando las entregas.
R. Ser¨ªa absurdo. Dos a?os no es tanto tiempo. La gente a la que le haya interesado el primero no ha dejado de preguntar cu¨¢ndo sal¨ªa el segundo. El primero terminaba con una peque?a inc¨®gnita: una mujer sigue al narrador en una noche de lluvia con un perro y llama a la puerta. No se sabe qui¨¦n es, pero, bueno, tampoco importa mucho. No era una situaci¨®n de gran suspense. Me temo que el segundo volumen, desde ese punto de vista, va a ser mucho m¨¢s frustrante que el primero. Es inevitable, porque cuanto m¨¢s hay contado hay m¨¢s dudas. Este segundo termina de una manera m¨¢s brusca. Finaliza en un momento en el que el narrador, despu¨¦s de un suceso violento, le dice a otro personaje: "No se puede ir por ah¨ª matando gente". El otro responde: "Dime por qu¨¦ no". El narrador se queda un poco sin respuesta. Dice que hay cosas tan aceptadas que a nadie se le ocurre reflexionar. El narrador no sabe qu¨¦ responder y s¨®lo se le agolpan respuestas trilladas. As¨ª termina la novela, con ese inicio de conversaci¨®n. Las cosas que m¨¢s damos por sentadas son aquellas en las que no pensamos. El narrador se da cuenta de que s¨®lo tiene respuestas heredadas, no alcanzadas por su propia reflexi¨®n.
P. ?Hay m¨¢s acci¨®n en esta segunda entrega?
R. Parcialmente. Como suele ocurrir en mis novelas, hay unas vueltas y unos saltos en el tiempo que pueden ser un poco brutales. Por ejemplo, hay un peque?o homenaje a Cervantes, quien en el Quijote intercala la narraci¨®n de El vizca¨ªno, que queda interrumpida cuando en un cruce de caminos se queda con una espada levantada para asestar un sablazo a otro personaje. La escena queda ah¨ª y ese relato concreto no se retoma m¨¢s en todo el Quijote. Es un cuento intercalado. En mi novela hay una escena en la que tambi¨¦n un personaje tiene en la mano y tambi¨¦n va a asestar un golpe con una espada. Esa escena no la resuelvo hasta transcurridas un mont¨®n de p¨¢ginas. Lo que aparece es una larga reflexi¨®n sobre la espada. Se intercala con recuerdos, con pensamientos.
P. Sus conocidas digresiones literarias...
R. No lo hago por fastidiar. Hay algo propio de la novela que es elevar el tiempo a la categor¨ªa de personaje, dar existencia al tiempo que no percibimos. El tiempo tiene una medida objetiva seg¨²n la cual un minuto son 60 segundos, pero todos sabemos que un minuto puede ser eterno. Cuando alguien est¨¢ angustiado porque su hijo adolescente no ha vuelto y su m¨®vil no funciona hay un tiempo eterno. Luego, cuando las cosas se resuelven con normalidad, queda la impresi¨®n de que ese tiempo no ha existido, pero s¨ª existe en las novelas. Hay un momento en el que el narrador dice algo as¨ª como: "En realidad, soy s¨®lo tiempo, lo que nunca ha visto nadie". Puede que este tipo de digresi¨®n impaciente a alg¨²n tipo de lector, pero mi intenci¨®n es que ante mis dilaciones literarias cada interrupci¨®n tenga un inter¨¦s en s¨ª mismo aun a riesgo de olvidar d¨®nde estamos. Me gustar¨ªa ser el tipo de escritor como los que me gustan a m¨ª: que me d¨¦ igual de lo que hablen, quiero s¨®lo que sigan hablando. En otro campo, en el cinematogr¨¢fico, tenemos El padrino II, donde Coppola nos arrastra con sus saltos en el tiempo y lo sigues totalmente fascinado. En cuesti¨®n de segundos salta de Robert de Niro a Pacino. Ojal¨¢ prevalezca la voz persuasiva de lo que se est¨¢ contando y que cada cosa tenga inter¨¦s.
P. ?Los saltos en el tiempo sirven tambi¨¦n para refrescar al lector lo que ocurr¨ªa en la primera entrega?
R. En Fiebre y lanza tambi¨¦n hab¨ªa idas y venidas, pero todo (Guerra Civil, Andreu Nin, etc¨¦tera) transcurre en un fin de semana. Hay una primera larga noche en la fiesta con el profesor Peter Wheeler, y la segunda, con la lluvia y la mujer con el perro. En este segundo volumen se retoma la noche de la mujer con el perro, pero no concluye. Hay una nueva noche que transcurre en una discoteca. Hay referencias a la noche del juicio final, el gran baile, como se le ha llamado. Esta segunda noche tampoco concluye del todo en esta entrega. Son dos noches inconclusas. Puede que alg¨²n lector me mate.
P. ?Hay nuevos personajes?
R. Algunos. Hay una pareja italiana con bastante papel. Tupra, el jefe del narrador, tiene m¨¢s desarrollo. En cambio, aparece menos el viejo profesor Wheller..., y tiene mucha presencia telef¨®nica Luisa, la ex mujer. Quienes han le¨ªdo la novela, muy pocos, dicen que al leer la segunda parte se recuerda todo con facilidad. Los personajes son ya familiares, y quiero a?adir que el no acabar tiene la ventaja de que si algo te gusta no te llevas el disgusto de que termine. La novela contiene un mundo en el que te instalas (como ocurre con Dickens o Proust) y sientes abandonar.
P. ?A?ade nuevos episodios reales como en la primera parte, donde cont¨® la traici¨®n sufrida por su padre, Juli¨¢n Mar¨ªas?
R. Hay dos relatos de la Guerra Civil en relaci¨®n con la violencia sufrida tanto en el frente como en la retaguardia. Son parcialmente reales. En uno de ellos est¨¢ implicado un escritor falangista que lo dej¨® de ser cuando ya no era conveniente serlo. El personaje es inventado, pero no lo que hizo.
P. Adem¨¢s del tiempo, parece que la violencia tiene un papel fundamental en la novela.
R. S¨ª. Muy importante. Me llama mucho la atenci¨®n que estemos tan acostumbrados a ver barbaridades en la pantalla de nuestro sal¨®n que ya nos da igual. Si ocurrieran en el sal¨®n de verdad, saldr¨ªamos corriendo despavoridos. Vemos cosas tremendas con bastante tranquilidad. Se pierde la noci¨®n de lo que es la violencia verdadera. Un personaje le dice a otro que la violencia se huele, que es ¨¦sa que se produce en un bar cuando dos se l¨ªan a empujones o cuando dos automovilistas se bajan del coche y se atacan. Aunque no intervengamos, nos ponemos enfermos, temblamos. Si pegas un pu?etazo haces da?o, pero la mano se te queda hinchada durante d¨ªas. La violencia que recreo en la novela es poca comparada con lo que se ve en el cine o en la televisi¨®n. Me interesa se?alar la inquietud y el temblor que produce cuando la vives. Hablo de paso de las diferentes clases de miedo, de lo que se hace sin querer y de la capacidad que tenemos para luego pensar que eso no se ha hecho. La segunda parte de la novela se llama sue?o por eso y en recuerdo de una cita de Marlowe que dice m¨¢s o menos:"Ha incurrido en fornicaci¨®n, pero est¨¢ en otro pa¨ªs y la moza ha muerto". Puedes pensar que aquello en lo se incurri¨® fue un sue?o. Es esa sensaci¨®n en la que, por atroz que sea el sue?o, se disipa la culpa al despertar. Son autoenga?os.
P. Creo que hay m¨¢s humor en este volumen.
R. Hay alguna escena loca y disparatada protagonizada por De la Garza, el diplom¨¢tico cursi y zafio que aparece en la primera parte. En todos mis libros hay humor en mayor o menor grado. Tambi¨¦n hay escenas que te dejan la sonrisa helada.
P. ?Ha surgido alguna propuesta para llevar la novela al cine?
R. ?sta no. Hay un productor franc¨¦s interesado en Coraz¨®n tan blanco. No s¨¦. Antes se interesaron unos alemanes. Pero, vamos, por mis novelas s¨®lo se interesan cineastas extranjeros. Supongo que aqu¨ª estoy vetado despu¨¦s de lo ocurrido con Todas las almas. Parece que estoy re?ido con la pantalla. En Televisi¨®n Espa?ola, por ejemplo, no me han invitado nunca pese a llevar 27 a?os escribiendo. Una vez me entrevistaron para un telediario con motivo de una presentaci¨®n y cometieron la groser¨ªa de no emitirlo.
P. Puede que ahora, con el Gobierno de Zapatero, tambi¨¦n cambie eso...
R. Para m¨ª, TVE siempre ser¨¢ TVE. Da igual socialistas que populares. Es chocante, pero ha sido as¨ª. Le ocurre lo mismo a Juan Mars¨¦, que tampoco le llaman.
P. Ser¨¢ m¨¢s optimista en otros campos
R. Hombre, si hablamos de Zapatero, destacar¨ªa que como m¨ªnimo la gente est¨¢ menos crispada y m¨¢s tranquila. Eso es bastante. La actitud personal de Zapatero me sigue pareciendo lo que ya percib¨ªa antes de las elecciones, que es m¨¢s persona que la mayor¨ªa. Y es mucho decir. El tan ridiculizado talante ha tenido efectos muy ben¨¦ficos en el ambiente general y en la sociedad. Cumpli¨® su primera promesa electoral al sacar a Espa?a de la guerra y es para tenerlo muy en cuenta. Por el momento, no he visto nada muy grave. De hecho, no le he dedicado ning¨²n art¨ªculo.
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