A romper el empate en Florida
Bush y Kerry han mantenido su primer debate en Miami para ganar puntos en uno de los Estados m¨¢s disputados
El primer debate presidencial no se ha celebrado en Miami por sus atributos paradis¨ªacos, sino porque Bush y Kerry se juegan aqu¨ª mucho m¨¢s que en otros Estados en los que est¨¢n empatados. Lo ¨²nico seguro en Florida es que no habr¨¢ las infames papeletas mariposa de 2000, casi todos los dem¨¢s elementos est¨¢n igual que si el tiempo no hubiera pasado: un electorado polarizado, normas confusas de recuento, alegatos de fraude, demandas ya entabladas y abogados al acecho. M¨¢s la incertidumbre a?adida por cuatro huracanes consecutivos.
A menos que a ¨²ltima hora uno de los candidatos despegue con clara ventaja, el vodevil electoral est¨¢ servido. "No hay que olvidarse de que esto es Florida", dice ir¨®nicamente Howard Simon, director de la Uni¨®n Americana por las Libertades Civiles (ACLU). Es decir, cualquier cosa es posible y la ley de Murphy se cumple con una frecuencia inusitada en este Estado.
El gobernador Jeb Bush desestima las cr¨ªticas de que las nuevas urnas electr¨®nicas pueden crear m¨¢s caos que el papel al carecer de un sistema de recuento, y asegura haber implantado reformas para evitar los errores que hicieron de Florida el hazmerre¨ªr del mundo hace cuatro a?os. Y que sembraron dudas sobre la legitimidad de la victoria de su hermano. Tras una larga y laber¨ªntica batalla judicial, el Tribunal Supremo de EE UU detuvo el recuento de papeletas a los 36 d¨ªas de la votaci¨®n, certificando de hecho el resultado de 537 sufragios m¨¢s de Bush sobre Al Gore.
Aquel dictamen de los magistrados empa?¨® el nombre del alto tribunal, politiz¨¢ndolo como nunca antes hab¨ªa ocurrido en su historia, y ahond¨® la herida de los votantes dem¨®cratas, cuyo candidato, Al Gore, hab¨ªa ganado medio mill¨®n de votos m¨¢s a escala nacional. El tiempo no ha cicatrizado del todo a los dem¨®cratas ni ha borrado completamente la etiqueta de "presidente accidental" de Bush, a pesar de que el 11-S galvaniz¨® al pueblo norteamericano en torno a ¨¦l. La tregua de confianza se esfum¨® en gran medida con las pasiones contra la guerra de Irak, y en ning¨²n lugar es esa din¨¢mica m¨¢s patente que en Florida. De ah¨ª la vuelta de los candidatos el pasado jueves al punto de partida.
Bush y Kerry necesitan desesperadamente vencer en este Estado. Con cada vez menos Estados en disputa, Kerry necesita o ganar Ohio, con 20 votos electorales, o Florida, con 27 (Bush se apunt¨® los dos en 2000). Para Bush es igualmente imprescindible llevarse Florida porque si no tendr¨ªa que compensar con Estados que se inclinan m¨¢s hacia Kerry y que gan¨® Gore, como Pensilvania y Wisconsin. Florida es adem¨¢s vital para el presidente para alejar los fantasmas sobre la legitimidad de su primer mandato.
Si las elecciones se celebraran esta semana, Bush derrotar¨ªa a Kerry por 52% a 43%, pero esos porcentajes no son del todo fiables, porque los sondeos se hicieron despu¨¦s de los tres primeros huracanes y aunque muchos polit¨®logos deducen que los vientos soplaron en favor de Bush, lo cierto es que no se sabe hacia d¨®nde han empujado a los votantes. Miles de damnificados est¨¢n todav¨ªa desplazados y en lo que menos piensan ahora es en acudir a las urnas. Por otra parte, hay decenas de colegios electorales que, literalmente, han volado.
Ambos partidos se preparan para una batalla campal. Bush cuenta con 76.000 voluntarios y Kerry, con 46.000; en publicidad se han gastado conjuntamente m¨¢s de 34 millones de d¨®lares para seducir al 1,7 millones de independientes (de los 9,6 millones de votantes registrados, casi 4 son dem¨®cratas; 3,6, republicanos, y el resto, independientes o de otros partidos minoritarios).
Aparte del factor hurac¨¢n hay otras variables de igual o mayor peso. La principal es la movilizaci¨®n del voto negro, alentada por la misteriosa purga de negros que hubo en los listados electorales en 2000. Miles se quedaron sin votar porque no aparec¨ªan inscritos. Las razones nunca se han llegado a aclarar, pero, hasta donde se sabe, hubo una lista de unos 40.000 presuntos delincuentes blancos y negros (Florida niega el voto a los convictos) que se purgaron del sistema en la que hab¨ªa muchos inocentes. De ¨¦stos, la mayor¨ªa eran negros, que suelen votar a dem¨®cratas, y s¨®lo un uno por ciento hispanos, que votan m¨¢s a republicanos.
No obstante, la variable hispana es este a?o m¨¢s impredecible. Del bloque cubano a favor de Bush ha habido deserciones hacia el Partido Dem¨®crata, y por otra parte hay miles de hispanos de otras nacionalidades que van a votar por primera vez.
Todos estos sufragios ser¨¢n decisivos si se pueden recontar en caso de un empate. La mitad de los electores van a votar electr¨®nicamente, pero las urnas no emiten recibo y no hay un sistema alternativo de recuento.
El caso est¨¢ ya en los tribunales y puede detenerse el escrutinio a¨²n antes de que empiece. Para tal eventualidad los dos partidos tienen ya preparado un aut¨¦ntico ej¨¦rcito de abogados. No hay que olvidarse, esto es Florida.
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