Urbanismo para un desarrollo m¨¢s sostenible
Con este t¨ªtulo, organizado por los Colegios de Arquitectos de Espa?a, en Sevilla acaba de realizarse un Foro multidisciplinar.
Se ha pervertido el uso de la palabra "sostenibilidad" denunciaron algunos participantes; otros dejaron constancia de que la palabra "m¨¢s" sobraba y, ninguno pudo explicarse la relaci¨®n directa con el tema del contenido de una ponencia sobre la "Historia Cultural de Buenos Aires 1924-1948". Pero fue interesante.
Dami¨¢n Quero autor del PGOU de Sevilla de 1987 en un art¨ªculo de hace tres a?os suger¨ªa una pregunta inc¨®moda para estas reuniones de profesionales: ?Es posible que los autores de los planos con los que en Espa?a se ha degradado: el litoral, el paisaje, los centro hist¨®ricos, la vega de los r¨ªos, etc. reconozcan sus errores o, pongan en evidencia a los pol¨ªticos que no respetan las leyes o a los especuladores inmobiliarios que, despu¨¦s de compartir un peque?o porcentaje de sus beneficios con las administraciones municipales, imponen los altos precios de las viviendas?
Al respecto, todas las inquietudes y preguntas pueden ser respondidas de manera indirecta ya sea en el plano abstracto, operativo o de la improvisada opini¨®n personal. Sin embargo, de tal naturaleza son los problemas abordados, que cuando se propone (ponencias), se comparte (comunicaciones) o se participa, es indispensable hacerlo con un m¨ªnimo de rigor. No siempre se logra que sea as¨ª por lo cual, resultan oportunas algunas consideraciones.
En 1992 la ONU en la Carta de R¨ªo asumi¨® el concepto general de sostenibilidad desarrollado por P. Vitousek: consumir los recursos naturales para satisfacer las necesidades actuales sin poner en peligro las exigibles por las futuras generaciones. Veinte y cuatro a?os despu¨¦s, W. Rees propuso una forma indirecta de cuantificarla; la llam¨® "huella ecol¨®gica", es decir, la cantidad de naturaleza que necesita una persona para mantener un determinado nivel/estilo de vida. Un estadounidense necesita 9,6 hect¨¢reas, un peruano 1 y un andaluz 2,4.
Para construir una vivienda se requiere suelo, si es en una ciudad compacta confortable (n¨²cleos hist¨®ricos) se necesitar¨¢ cuatro veces menos que para levantar una ciudad dispersa (Aljarafe). El suelo es un recurso natural limitado, cuando se lo urbaniza se lo esteriliza de forma irreversible. A vista y paciencia del gobierno estamos despilfarrando este recurso natural en El Aljarafe, en Montequinto y en muchos municipios de todo el pa¨ªs donde a la irracionalidad se suma la est¨¦tica de mal gusto para campear a sus anchas. Para colmo, el asentamiento urbano disperso, est¨¢ vinculando al uso del coche, es decir al consumo del petr¨®leo, otro recurso limitado.
El modelo de ciudad dispersa se lo est¨¢ llevando hasta las ¨²ltimas consecuencias en Houston, un enorme campamento urbano de Tejas (USA) del tama?o de B¨¦lgica, construido para que circulen y aparquen los coches de sus dos millones de habitantes. En ¨¦sta, "la capital mundial de la energ¨ªa" el Astrodom con su c¨²pula de 214 metros de di¨¢metro, es el polideportivo climatizado m¨¢s grande del mundo que consume m¨¢s energ¨ªa que una ciudad de 10.000 habitantes. Siendo as¨ª, se comprende que: el Estado de Texas gaste m¨¢s energ¨ªa que Canad¨¢ o Gran Breta?a y que, USA con una poblaci¨®n equivalente al 5% del total de la tierra, consuma el 25% de toda la energ¨ªa producida en el mundo. Si todos los habitantes de la tierra consumi¨¦ramos como los estadounidenses, para vivir necesitar¨ªamos cinco planetas tierra.
Sometidos como estamos a los efectos de la globalizaci¨®n, no podemos ignorar que en Madrid, en los ¨²ltimos diez a?os ha surgido una ciudad (virtual) de m¨¢s de medio mill¨®n de inmigrantes extracomunitarios y que los m¨¦dicos de la Seguridad Social del pa¨ªs deber¨¢n atender a 1 mill¨®n de inmigrantes legalizados que por lo pronto, ya tienen a sus hijos en los centros p¨²blicos de ense?anza. La demanda de equipamientos est¨¢ anunciada.
En estas circunstancias, el urbanismo en Espa?a, no podemos estudiarlo obviando los efectos de la globalizaci¨®n ni el concepto de sostenibilidad ni el c¨¢lculo de la huella ecol¨®gica con lo cual, queramos o no, el urbanismo autom¨¢ticamente deja de ser un problema estrictamente operativo, t¨¦cnico o instrumental (como se insiste en creer) y pone en evidencia su carga ideol¨®gica, pol¨ªtica (como se insiste en evadir).
El Plan General de Sevilla aprobado inicialmente, en t¨¦rminos operativos es un aceptable instrumento urban¨ªstico pero en t¨¦rminos ideol¨®gicos es la mejor gu¨ªa que los especuladores inmobiliarios pod¨ªan disponer. A tal punto lo es que "todo el pescado ya est¨¢ vendido".
Pero conste, la especulaci¨®n no es ilegal. Tampoco el despilfarro de los recursos naturales. La especulaci¨®n y el despilfarro (insostenibilidad) son legales pero son inmorales. El urbanismo no es un problema t¨¦cnico o instrumental, es un asunto ideol¨®gico.
En esta situaci¨®n, resulta absurdo renunciar a la experiencia europea de construir ciudades desde hace m¨¢s de tres mil a?os para asumir de manera acritica los modelos del urbanismo basura provenientes de la sociedad del despilfarro, como lo estamos haciendo con la comida basura, hasta con la televisi¨®n.
Jorge Benavides Sol¨ªs, es profesor titular de la E.T.S.A. de Sevilla.
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