Bailar entre dos mujeres
Por una vez, Antonio el Pipa abandona su mundo familiar y se incluye en una historia un tanto sofisticada. Lo hace con su habitual desenvoltura, con su peculiar manera de comportarse en escena.
Lo hace bien, aunque ocasionalmente se pierda un poco por los alrededores de la historia. En definitiva, su pugna entre dos mujeres radicalmente diferentes es la pugna entre dos mundos distintos, que se enfrentan en defensa cada uno de sus presupuestos. Uno de esos mundos lo representa Mar¨ªa Jos¨¦ Franco, sensible, buena bailaora, que le echa mucho coraz¨®n y mucha entrega a la conquista y la conservaci¨®n de un Pipa que se muestra proclive a todas esas seducciones, pronto a acceder a cuantas seducciones se le ofrecen.
Pasi¨®n y Ley
Baile: Antonio el Pipa, Lola Greco, Mar¨ªa Jos¨¦ Franco. Cante: Juana la del Pipa, Enrique el Extreme?o, Manuel Ta?¨¦, Felipa del Moreno. Toque: Pascual de Lorca, Juan Moneo. Viol¨ªn: Alexis Lef¨¨vre. Saxo y clarinete turco: Nacho Gil. Percusiones: Luis de Periqu¨ªn. Teatro Lope de Vega, Sevilla, 4 de octubre.
Hasta que aparece esa otra mujer, la Greco, incierta y misteriosa, que jugar¨¢ a su vez con recursos propios del ensue?o, de una idealizaci¨®n m¨¢s o menos consciente. La Greco hace un baile pleno de sugerencias, cuajado de intenciones no muy definidas. Es la mujer sue?o, la mujer ideal que persigue al hombre sin nunca concretarse demasiado.
Entre las dos, con las dos, El Pipa se muestra unas veces irresoluto, otras determinado, otras perplejo. Baila y baila con una y con otra, o solo, hasta la extenuaci¨®n. Baila casi constantemente, como ¨¦l sabe hacerlo, con una variedad de recursos grande y consciente. A veces se pasa, como en la sole¨¢, que baila espl¨¦ndidamente pero largu¨ªsimamente, volviendo una y otra vez sobre s¨ª mismo, sobre sus propias peripecias vitales. Es un baile por sole¨¢ espl¨¦ndido, ya lo he dicho, pero largo, terriblemente largo.
Cap¨ªtulo aparte merecen El Extreme?o y T¨ªa Juana la del Pipa. Forman una pareja mitad seria, mitad humor¨ªstica, y sacan partido de su originalidad. Cantan, principalmente por tangos, con un son envidiable. ?l lo hace con una gran soltura, con un saber hacer que dif¨ªcilmente encontrar¨¢ competencia. Despu¨¦s le cantar¨ªa por sole¨¢ a El Pipa de manera admirable. En cuanto a T¨ªa Juana, sus tangos fueron asimismo encantadores.
La m¨²sica de Dorantes da empaque y verdad al conjunto. Es de lo m¨¢s valioso que la obra puede ofrecer, por su sentido, por su amplitud conceptual y por el modo en que acierta a resolver los problemas. Suena con fuerza a veces, pero m¨¢s frecuentemente con dulzura, con contenci¨®n. Una gran m¨²sica, en fin, la que Dorantes ha creado para esta obra.
No s¨¦ qu¨¦ pensar del efecto que la misma tendr¨¢ en la carrera art¨ªstica de Antonio el Pipa. No est¨¢ a la altura de producciones anteriores que marcaron en cierto modo su estilo, pero tampoco hay que desestimarla como obra fallida. Digamos que se queda en una tierra de nadie con aciertos y desaciertos, pero indudablemente tiene el valor de lo que ha sido concebido como un bien de ra¨ªz.
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