La 'Historia de Espa?a Men¨¦ndez Pidal' se cierra con tres tomos que llegan al presente
La obra colectiva, publicada a partir de 1935, ha convocado a m¨¢s de 400 historiadores
Como la "autobiograf¨ªa de una naci¨®n", defini¨® ayer en Madrid el historiador Juan Pablo Fusi la Historia de Espa?a Men¨¦ndez Pidal (Espasa Calpe), durante la presentaci¨®n en la Fundaci¨®n Ortega y Gasset de los tres tomos que cierran la ambiciosa colecci¨®n, iniciada en 1935 por Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal (1869-1968) y dirigida desde 1975 por Jos¨¦ Mar¨ªa Jover Zamora. Rep¨²blica y Guerra Civil, coordinado por Santos Juli¨¢; La ¨¦poca de Franco (1939-1975), bajo la direcci¨®n de Fusi, y La transici¨®n a la democracia y la Espa?a de Juan Carlos I, que dirige Javier Tusell, culminan una obra colectiva de 42 tomos en 65 vol¨²menes en la que han trabajado m¨¢s de 400 autores espa?oles y extranjeros.
?Cu¨¢nto tiempo es necesario dejar pasar para poder estudiar con rigor y desapasionamiento la historia reciente? Esa pregunta fue una de las que se plantearon los autores convocados para analizar en los tres ¨²ltimos libros que componen la Historia de Espa?a Men¨¦ndez Pidal, los hitos del siglo XX. Una empresa en la cual los historiadores espa?oles no han salido mal parados, seg¨²n Javier Tusell. Aunque no pudo estar ayer en el acto de presentaci¨®n, el catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la UNED destac¨®, en un texto escrito para la ocasi¨®n y le¨ªdo por Juan Pablo Fusi, el m¨¦rito de "haber abordado con dignidad la reconstrucci¨®n del pasado inmediato y haberlo hecho pronto".
Memoria y presente dialogan en las 53.000 p¨¢ginas de esta obra monumental, que cuenta con 20.000 ilustraciones y alberga no a "tres, sino a cuatro" generaciones de historiadores espa?oles. Algunos de ellos participaron en el acto de ayer y, m¨¢s all¨¢ de la satisfacci¨®n y el "orgullo" ante la colosal tarea cumplida, hubo espacio para la autocr¨ªtica: "Creo que una Espa?a de la que hoy tenemos mucha m¨¢s conciencia ha quedado fuera: la Espa?a del exilio", sostuvo Santos Juli¨¢, quien anim¨® a la editorial a extenderse m¨¢s all¨¢ del final oficial de la colecci¨®n y dedicar un tomo adicional "a la que fue la ¨²ltima de las generaciones que expres¨® emocionadamente un profundo amor a Espa?a".
Los aciertos, por otra parte, son palpables. Jos¨¦ Carlos Mainer, catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola de la Universidad de Zaragoza, us¨® el concepto de "lugares de la memoria", del historiador franc¨¦s Pierre Nora, para destacarlos. "Nora se refer¨ªa a aquellos objetos, libros, ciudades que aglutinan una cierta densidad de sustancia nacional y son reconocidos como tales por la gente", dijo, y agreg¨®: "Si en Espa?a lleg¨¢ramos a ponernos de acuerdo, algo que dudo, sobre nuestros lugares de la memoria, la Historia de Espa?a Men¨¦ndez Pidal estar¨ªa no muy lejos del Quijote o de La Celestina".
Dos fueron a lo largo del tiempo los principios rectores de la colecci¨®n, record¨® Guadalupe G¨®mez Ferrer, catedr¨¢tica de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense de Madrid: la convocatoria amplia de autores de la "m¨¢xima calificaci¨®n cient¨ªfica" con independencia de su procedencia de escuela u orientaci¨®n ideol¨®gica y la ambici¨®n de ser "puente entre generaciones".
El proyecto, dirigido por Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, hab¨ªa nacido en 1927 e iba a contar con apenas 12 tomos. Pero una cl¨¢usula contractual dejaba abierta la posibilidad de algunos vol¨²menes adicionales, de "haber necesidad". En cuanto al tono, "no estaba destinada a ser una obra de divulgaci¨®n, pero tampoco se dirig¨ªa a un p¨²blico especializado", record¨® G¨®mez Ferrer, para quien la colecci¨®n aspiraba m¨¢s bien a una "alta s¨ªntesis" y a "la recepci¨®n por un p¨²blico culto pero no especializado". Para Mainer ese esp¨ªritu de s¨ªntesis estaba en el aire de los a?os cuarenta, "una era quemada pero donde empieza a asomar una vegetaci¨®n notable". "Hab¨ªa que guardar lo que hab¨ªa, tener a buen recaudo la historia, la filosof¨ªa, el arte...", sostuvo al encuadrar la aparici¨®n en 1947 del segundo tomo (el primero era de 1935) en la l¨ªnea de textos como el Diccionario de literatura espa?ola, de Juli¨¢n Mar¨ªas, o la primera edici¨®n en Buenos Aires del Diccionario de Filosof¨ªa, de Jos¨¦ Ferrater Mora.
Tras la muerte de Men¨¦ndez Pidal, la direcci¨®n recay¨® en Jos¨¦ Mar¨ªa Jover Zamora, maestro de historiadores, para quien todos los presentes tuvieron palabras de reconocimiento. Jover Zamora supo atender a los cambios impuestos por la nueva situaci¨®n espa?ola (nuevos horizontes historiogr¨¢ficos, elevaci¨®n del nivel de lectura, aumento de la poblaci¨®n universitaria, entre otros) y plante¨® "la urgencia de un relanzamiento de la colecci¨®n". Con ¨¦l se sustituy¨® la "visi¨®n castellanoc¨¦ntrica" propia de Men¨¦ndez Pidal por "una m¨¢s equilibrada e integral", que incorporaba el peso de otras regiones y analizaba la historia espa?ola inserta en relaci¨®n con el resto del mundo.
Tres generaciones de historiadores
"Para un historiador es dif¨ªcil no analizar la Historia de Espa?a Men¨¦ndez Pidal en s¨ª misma como un objeto hist¨®rico. De ella han participado al menos tres generaciones y estos m¨¢s de 70 a?os dicen mucho de nosotros mismos", recalc¨® ayer Jos¨¦ ?lvarez Junco, catedr¨¢tico de Historia del Pensamiento Pol¨ªtico y los Movimientos Sociales de la Universidad Complutense de Madrid.
La primera ¨¦poca de la colecci¨®n, desde el comienzo del proyecto en 1927 hasta la muerte de Men¨¦ndez Pidal en 1968, estuvo marcada por la "intenci¨®n cient¨ªfica" heredada del positivismo, que llev¨® a Men¨¦ndez Pidal a intentar "hacer la historia de un pueblo, no de h¨¦roes, de reyes o de batallas". Una intenci¨®n en la cual "subyac¨ªa la presunci¨®n de que los pueblos existen como realidades m¨¢s o menos perennes" y que explica los debates sobre "el ser de Espa?a y sus males, hoy superados", record¨® Junco. Contra esa visi¨®n reaccionaron los historiadores de las generaciones posteriores, "algunos desde el marxismo en los a?os sesenta y setenta; otros, fascin¨¢ndose con los nacionalismos perif¨¦ricos", resumi¨®.
Al hacerse cargo de la colecci¨®n en 1975, Jover Zamora introdujo la idea de "Espa?a como naci¨®n de naciones", destac¨® en su texto Javier Tusell, una noci¨®n vigente en los tres ¨²ltimos tomos. Rep¨²blica y Guerra Civil "parte de un relato pol¨ªtico que le da unidad, para luego abordar temas espec¨ªficos", sintetiz¨® su coordinador, Santos Juli¨¢. Incluye, entre otros, ensayos sobre la econom¨ªa del periodo, el papel de las mujeres, "que salen por primera vez masivamente a la calle en los a?os treinta", y los mitos de la guerra, esto es, "las construcciones simb¨®licas que legitimaron a cada bando".
La ¨¦poca de Franco (1939-1975), explic¨® su director, Juan Pablo Fusi, pone el "¨¦nfasis en los a?os sesenta, en las transformaciones y el declinar de la Espa?a agraria" y evidencia "la contradicci¨®n entre una sociedad en transformaci¨®n y una dictadura incapaz de incorporar los cambios".
La transici¨®n a la democracia y la Espa?a de Juan Carlos I, coordinado por Tusell, se divide en dos grandes bloques: la pol¨ªtica que distingue la transicion y los gobiernos socialista y popular, y las grandes cuestiones del Estado, en la cual se abordan, entre otros temas, los nacionalismos, el terrorismo y el desarrollo de la UE.
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