La ¨²ltima supernova en nuestra galaxia
El s¨¢bado pr¨®ximo se cumplir¨¢n 400 a?os del d¨ªa en el que el cielo nocturno fue escenario de un evento astron¨®mico sin igual. Durante una noche de oto?o en Praga, el 9 de octubre de 1604, Jan Brunowski, pupilo de Johannes Kepler detect¨® una estrella nueva.
Era un objeto desconocido y, aunque inicialmente no brillaba m¨¢s que el planeta Marte, a los pocos d¨ªas se revel¨® tan majestuoso como J¨²piter.
Alertado por Brunowski pero bloqueado por condiciones atmosf¨¦ricas desfavorables, Kepler s¨®lo pudo observarlo a partir del 17 de octubre de ese a?o. El protagonismo de esa luminaria celeste, que habr¨ªa de pasar a la posteridad como la Supernova de Kepler, dur¨® m¨¢s de un a?o y medio.
Los eventos de supernova se encuentran entre las explosiones estelares m¨¢s violentas que observan los astr¨®nomos. S¨®lo cinco de estos eventos ocurridos en nuestra galaxia fueron documentados en la historia en el ¨²ltimo milenio. Se trata de las supernovas de los a?os 1006, 1054, 1181, 1572 y 1604, y todas ellas estuvieron entre los objetos m¨¢s luminosos -y enigm¨¢ticos- del cielo nocturno.
Algunos de estos eventos fueron excepcionales: la supernova de julio de 1054 fue registrada con cuidado por los astr¨®nomos del observatorio Sung de la ciudad K'ai-feng en China, y su remanente hoy forma la famosa Nebulosa del Cangrejo, ubicada en la constelaci¨®n de Tauro. Este evento fue seguido con atenci¨®n por un pueblo cuyos gobernantes estaban deseosos de no defraudar a los dioses. Los registros de la ¨¦poca nos informan de que la estrella visitante fue incluso visible durante el d¨ªa durante m¨¢s de 20 d¨ªas, y que en la noche ten¨ªa cuatro veces la luminosidad de Venus.
Otros eventos fueron famosos para la historia de la humanidad, como el de noviembre de 1572, hoy conocido como la supernova de Tycho Brahe, aparecida en la constelaci¨®n de Casiopea. El seguimiento de su posici¨®n en el cielo realizado por este c¨¦lebre astr¨®nomo dan¨¦s demostr¨® que dicha estrella temporal no presentaba variaci¨®n apreciable en el tiempo (la Luna y los planetas s¨ª lo hac¨ªan). Sin duda, deb¨ªa de pertenecer entonces a aquel mundo que tradicionalmente permanec¨ªa invariable y eterno. ?Contrariamente a la doctrina aristot¨¦lica, s¨ª existir¨ªan cambios en el mundo et¨¦reo supralunar!
Por su parte, la supernova de 1604 -la ¨²ltima en nuestra galaxia- apareci¨® en direcci¨®n de la constelaci¨®n de Ofiuco, representante celeste del portador de serpientes mitol¨®gico. Fue en su libro De stella nova in pede serpentarii (Sobre la estrella nueva en el pie del serpentario) de 1606 donde Kepler muestra por primera vez la ubicaci¨®n de la estrella nueva. La supernova est¨¢ se?alada con una N en el tal¨®n derecho del serpentario mitol¨®gico. (Aprovechemos la ocasi¨®n para recordar que, pese a que Ofiuco es una constelaci¨®n no incluida en el zod¨ªaco tradicional, los planetas permanecen all¨ª durante varios d¨ªas en su paso desde Escorpio hacia Sagitario.)
M¨¢s de 200 remanentes de supernova han sido ya identificados en la V¨ªa L¨¢ctea y, a¨²n cuando los astr¨®nomos estiman que la frecuencia de estos eventos catastr¨®ficos deber¨ªa ser del orden de uno o dos por siglo, s¨®lo las cinco ya enumeradas han sido pescadas in fraganti.
Sucede que nuestro sistema solar se ubica muy cerca del plano de la galaxia, donde la densidad de polvo interestelar es muy grande, lo que seguramente ha impedido detectar las que faltan.
Estudios recientes con un tipo particular de supernovas extragal¨¢cticas mucho m¨¢s lejanas -a las que se toma como patr¨®n de luminosidad y que permiten calcular distancias astrof¨ªsicas- han sugerido un cambio radical en nuestra visi¨®n del cosmos din¨¢mico actual. Los ¨²ltimos resultados indican que el universo no s¨®lo se est¨¢ expandiendo -hecho que conocemos desde la d¨¦cada de 1920- sino que, adem¨¢s, lo hace en forma acelerada. ?Qu¨¦ tipo de materia o energ¨ªa cosmol¨®gica es capaz de producir dicha evoluci¨®n? ?Qu¨¦ mecanismo c¨®smico repulsivo -y contrario a la na?ve atracci¨®n gravitacional newtoniana- se halla en la base? Estos son apenas algunos de los temas apasionantes que a¨²n quedan por resolver.
Alejandro Gangui es investigador del Instituto de Astronom¨ªa y F¨ªsica del Espacio (CONICET, Argentina) y autor del libro El Big Bang: la g¨¦nesis de nuestra cosmolog¨ªa (EUDEBA 2004).
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