Impulso reformista
Si la segunda vuelta de las elecciones locales brasile?as ampl¨ªa los resultados de la primera, 2005 puede ser el a?o de Luiz In¨¢zio Lula da Silva, presidente de Brasil y l¨ªder del Partido de los Trabajadores (PT). El PT ha logrado en la primera ronda tener presencia en la mayor¨ªa de los ayuntamientos del pa¨ªs. Es cierto que no ha conseguido el gran premio de los comicios, la alcald¨ªa de la megal¨®polis de S?o Paulo, donde acude a la segunda vuelta en desventaja, pero gana en seis capitales de Estado (igual n¨²mero que en el a?o 2000) y disputar¨¢ otras nueve el 31 de octubre.
El Gobierno ha tenido buen cuidado en no plantear los comicios -los primeros a los que concurr¨ªa el PT desde el poder- como un plebiscito sobre la figura de Lula. De hecho, las cuestiones locales han dominado el grueso de la campa?a y decidido en buena medida los resultados del domingo. Pero los n¨²meros del partido gobernante han resultado convincentes y eso se trasladar¨¢ a la perspectiva nacional con que se le juzga. El que fuera un partido de izquierdas de implantaci¨®n b¨¢sicamente urbana ha superado con nota su primer examen en las urnas desde que est¨¢ en el Gobierno y ha demostrado capacidad para crecer y organizarse.
Adem¨¢s de configurar una buena pista de lanzamiento para la segunda mitad del mandato presidencial, las elecciones municipales brasile?as han puesto de relieve que el gran pa¨ªs iberoamericano se encamina hacia un modelo bipartidista. El centrista Partido de la Social Democracia Brasile?a, del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, se ha fortalecido como principal fuerza opositora. El PSDB no s¨®lo gobierna ocho de los grandes Estados del pa¨ªs -por tres del PT-, sino que su resucitado candidato en S?o Paulo, Jos¨¦ Serra, que perdiera contundentemente ante Lula las presidenciales de 2002, se perfila como favorito en la segunda ronda frente a la actual alcaldesa, del PT.
La clara expansi¨®n de la formaci¨®n gubernamental deja tocada al ala radical del Partido de los Trabajadores, opuesta al rigorismo econ¨®mico de su l¨ªder, y anticipa un clima de optimismo ante la agenda reformista pendiente. Los mercados han aprobado la gesti¨®n pragm¨¢tica del antiguo l¨ªder sindical, y el Brasil sombr¨ªo que hered¨® Lula est¨¢ dando paso por momentos a una naci¨®n que vive con la sensaci¨®n de que lo peor de la crisis econ¨®mica parece haber pasado. El sentido del Estado mostrado por el presidente y la ortodoxia macroecon¨®mica aplicada durante sus casi dos a?os al tim¨®n comienzan a dar resultados: las previsiones de crecimiento para 2004 superan el 4% y lo mismo sucede con la inversi¨®n extranjera. El segundo asalto ante las urnas acabar¨¢ de perfilar las posibilidades del partido de Lula.
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