Los centros de acogida
La agencia para los refugiados de las Naciones Unidas ha emitido una aclaraci¨®n el pasado viernes tras la oleada de noticias que han aparecido, induciendo a error, sobre las discusiones informales del Consejo de Justicia e Interior celebrado en Scheveningen, en los Pa¨ªses Bajos.
Esta informaci¨®n err¨®nea sugiere que el ACNUR est¨¢ involucrado en el proyecto financiado por la Comisi¨®n Europea para crear cinco centros de acogida en Marruecos, Argelia, T¨²nez, Libia y Mauritania. Esto es incierto.
El proyecto al que se refirieron durante la reuni¨®n del Consejo de Justicia e Interior es una propuesta presentada hace tiempo por el ACNUR a la Comisi¨®n Europea en relaci¨®n al establecimiento o fortalecimiento de sistemas de asilo en el norte de ?frica; en otras palabras, se pretend¨ªa promover la legislaci¨®n, preparar a funcionarios en el procedimiento de determinaci¨®n del estatuto de refugiado, ayudar a las ONG a mejorar sus capacidades, etc¨¦tera. Los centros de acogida no son un elemento en este proyecto.
Esta informaci¨®n falsa aparece como resultado de la confusi¨®n entre el proyecto propuesto con anterioridad y que es parte de la iniciativa del ACNUR "Convenci¨®n Plus", y las proposiciones presentadas de forma independiente por varios ministros europeos durante las ¨²ltimas semanas.
No todas las iniciativas que brotan del limbo de la identidad europea pueden ser consideradas apropiadas, por m¨¢s acuciante que sea la necesidad que de ellas tenemos, para solucionar o siquiera paliar nuestra imperdonable gesti¨®n de la recepci¨®n del Otro.
Una prueba de ello parece ser el proyecto presentado por la Comisi¨®n Europea y Holanda de creaci¨®n de centros de acogida en el Magreb en colaboraci¨®n con Mauritania, Marruecos, Libia, T¨²nez y Argel. Quiz¨¢ la controversia m¨¢s llamativa de la f¨®rmula ideada por la UE sea que tales centros tendr¨ªan como exclusivos destinatarios a los peticionarios de asilo, cuando casi un 90% del caudal total de peticionarios son los llamados inmigrantes econ¨®micos; no obstante, cabe la posibilidad de ahondar m¨¢s all¨¢ y admirar en toda su extensi¨®n el desprop¨®sito que sugiere la creaci¨®n de un portal de inmigraci¨®n europea fuera de Europa.
Supuestamente, el objetivo fundamental del proyecto, aun a sabiendas de la limitaci¨®n se?alada, es el de reducir los flujos irregulares de inmigraci¨®n. Pues bien, en un art¨ªculo de Miguel Pajares en EL PA?S del pasado 14 de septiembre (?Qu¨¦ pacto sobre inmigraci¨®n?), el autor hac¨ªa depender la inversi¨®n de la tendencia irregular de una buena gesti¨®n del "flujo de entrada de inmigrantes centrando los esfuerzos en organizarlo, m¨¢s que en reprimirlo". Adem¨¢s, tal iniciativa depend¨ªa a su vez de una condici¨®n previa: la aceptaci¨®n sin reservas de la inmigraci¨®n como "componente estructural" y, por lo tanto, necesaria en las vidas de los europeos id¨¦nticos.
A mi parecer, la propuesta de la UE es incapaz de esconder su verdadera motivaci¨®n, la organizaci¨®n no de los flujos de entrada sino los de salida, precisamente porque vulnera la percepci¨®n del Otro como necesario para la construcci¨®n de una subjetividad europea no identitaria. Cuando Europa llega a idear centros de acogida en sus arrabales demuestra tener muy olvidada la distinci¨®n entre el acto de beneficencia y la acogida hospitalaria. El Otro llama a la puerta y no apela a nuestra bondad natural, sino a nuestra responsabilidad. Pretender levantar Europa desde la beneficencia, creando nuevos portales en falso de promoci¨®n europea, es facilitar las cosas a quienes mantienen la idea de un sujeto europeo irresponsable capaz de consentir la creaci¨®n de estaciones de salida o expulsi¨®n, como Dominique de Villepin, que defiende la val¨ªa de los centros argumentando que "desde all¨ª siempre ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil retornar-los a casa como vinieron", aunque fuera comiendo polvo.
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