Bomberos en la escuela
El desgraciado caso del joven Jokin suicid¨¢ndose en la muralla de Hondarribia parece que nos ha vuelto a arrojar bruscamente sobre la realidad de los adolescentes y en c¨®mo forjan sus valores e identidades. La constante renovaci¨®n de la actualidad diaria provoca esa especie de Guadiana permanente en el que los temas entran y salen de la agenda, casi siempre en forma de sucesos, sin que se sedimenten nunca ni diagn¨®sticos ni programas de actuaci¨®n. Y es evidente que en los ¨²ltimos tiempos asistimos a una mayor presencia de sucesos escolares. Este episodio de bullying del Pa¨ªs Vasco nos recuerda, con esa nueva denominaci¨®n anglosajona, lo que tradicionalmente ha sido esa especial crueldad entre j¨®venes y ni?os ante aquellos que escapan de lo que en cada momento se considera el patr¨®n normal, y que causa vejaciones y escarnios m¨¢s o menos graves. El problema es que el caso de Jokin, que podr¨ªa resultar epis¨®dico dentro de su gravedad, nos llega despu¨¦s de un constante goteo de noticias sobre uso masivo de drogas en la adolescencia, aumento del n¨²mero de embarazos no deseados, problemas de integraci¨®n de los hijos de inmigrantes o preocupantes niveles de fracaso escolar, por poner algunos ejemplos.
Entiendo que lo que tenemos delante es un dram¨¢tico cambio de las coordenadas de funcionamiento de la sociedad, y que este cambio de ¨¦poca va ocasionando p¨¦rdidas muy significativas de capacidad en los agentes que tradicionalmente colaboraban con las instituciones educativas en la socializaci¨®n de ni?os y j¨®venes. No es necesario insistir mucho en que la familia no es lo que era, y ello no tiene por qu¨¦ empujarnos a la nostalgia, ya que la familia tradicional comportaba altos niveles de desigualdad y sacrificio. Pero la combinaci¨®n de p¨¦rdidas de referentes en el ¨¢mbito familiar con situaciones de gran precariedad y fluidez del mercado laboral, m¨¢s un aumento de sensaci¨®n de riesgo y de incertidumbre en relaci¨®n con el futuro, proyecta sobre todo en muchos j¨®venes una sensaci¨®n de bloqueo y de falta de perspectivas realmente sofocante. Es entonces cuando queda s¨®lo el grupo de iguales, de colegas, de amigos, como marco en el que forjar alg¨²n tipo de identidad, alguna forma de socializaci¨®n en valores y actitudes, y si ah¨ª no encuentras acomodo, la desesperaci¨®n puede hacerse insostenible.
Los alumnos no quieren compartir su mundo con el de los profesores. A juicio de muchos j¨®venes, ellos son la representaci¨®n institucional de una sociedad que no les ofrece perspectivas ni parece entenderles. Con ellos no hay confidencia posible. La familia, si existe en un formato m¨¢s o menos estructurado, tiene muchas veces dificultades suficientes con ir tirando. No se generan espacios naturales de di¨¢logo, de observaci¨®n mutua, m¨¢s all¨¢ de forzar esas situaciones de control ("oye, t¨² y yo tenemos que hablar; te veo raro") en las que el padre o la madre tratan de saber qu¨¦ ocurre en un momento espec¨ªfico, fuera de un contexto de comunicaci¨®n constante y habitual. Frente a todo ello, no acabo de compartir la idea, si no es de forma provisional, de que lo que tenemos que hacer es llenar los centros educativos con nuevos especialistas y profesionales. Es evidente que las escuelas e institutos, y los profesionales que trabajan en ellos, van viendo como se les carga con todo tipo de demandas y presiones procedentes de una sociedad que no tiene ya tiempo ni capacidad para realizar esa labor formativa en valores y actitudes, transversal y constante. Cada vez que se oye decir que frente a la violencia dom¨¦stica o el derroche energ¨¦tico lo que conviene es introducir una nueva materia en el curr¨ªculo o trasladar el asunto a las escuelas, a los profesores se les erizan los pelos que tengan. Pero contra la escuela contenedor de todo lo que no sabemos resolver, tampoco creo que sea racional avanzar hacia una escuela continente en la que acumulemos profesionales de toda ralea y especie. Esta es la l¨®gica que parece que se est¨¢ siguiendo. Ante cada incendio, un nuevo bombero. Ante cada problema, un nuevo profesional especializado. La ministra de Educaci¨®n nos anuncia como aparente respuesta al caso Jokin que se piensa en introducir trabajadores sociales en los centros. En Catalu?a ya tenemos, aparte de los bien insertados equipos psicopedag¨®gicos, los nuevos especialistas en "lengua, interculturalidad y cohesi¨®n social", y se nos acaba de anunciar que las escuelas recibir¨¢n consultores m¨¦dicos para trabajar en cuestiones de salud. En Francia, los ministros de Educaci¨®n e Interior han acordado colocar un polic¨ªa en cada centro educativo para "prevenir los actos violentos en las escuelas".
Por esta v¨ªa, lo que conseguiremos es colapsar y segmentar de tal manera los espacios educativos que acabaremos todos confundidos. M¨¢s bien me inclinar¨ªa por trabajar en la l¨®gica de acercar tanto como sea posible la escuela y el entorno social compartiendo soluciones como de hecho comparten problemas. No creo que sea necesario argumentar mucho acerca de la conexi¨®n entre los problemas que trasladan los ni?os y j¨®venes a la escuela y los problemas que esos mismos j¨®venes y ni?os tienen en sus familias, en sus casas, en sus barrios o en su falta de perspectivas laborales y sociales. Tambi¨¦n es cierto que en ese entorno existen ya profesionales sanitarios, trabajadores sociales, polic¨ªas y personas que se ocupan de asuntos de lengua e inmigraci¨®n, dependientes de las administraciones auton¨®micas o locales. Al mismo tiempo, existen entidades, asociaciones, grupos de ciudadanos preocupados por esos asuntos, por el futuro de su barrio o localidad, y m¨¢s o menos movilizados en relaci¨®n con ello. ?No ser¨ªa estrat¨¦gicamente m¨¢s potente tratar de relacionar esa comunidad y realidad externa con el centro educativo? ?No deber¨ªamos esforzarnos por establecer nuevas redes de relaci¨®n entre profesionales, internos y externos a la escuela, para afrontar juntos y en un proyecto compartido los retos colectivos? La apertura de los centros educativos hacia los problemas y las soluciones exteriores me parece una medida m¨¢s inteligente que encerrar esos problemas y unas soluciones aparentes en las cuatro paredes del centro.
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