"S¨¢bato nunca se la jug¨® por nada"
"Yo siempre me levanto muy temprano, ?nos vemos a las ocho?", propone (?amenaza?) Osvaldo Bayer (Santa Fe, 1927), quien participa hasta ma?ana en Madrid en Mirada al sur, un encuentro de escritores argentinos en la Casa de Am¨¦rica (paseo de Recoletos, 2), que promete reavivar la pol¨¦mica sobre la actuaci¨®n de algunos grandes nombres de la literatura argentina durante la ¨²ltima dictadura militar.
Tras negociar un horario m¨¢s humano, Bayer (en realidad, Payr: "Mi padre lo cambi¨® porque, como hab¨ªa aspirinas de esa marca, era f¨¢cil de entender") adelant¨® ayer los conceptos que expondr¨¢ esta tarde en una mesa redonda sobre la literatura argentina del destierro y volvi¨® a cargar (como hizo Juan Gelman recientemente) contra Ernesto S¨¢bato, a quien acusa de tener "el don de la ubicuidad" y de haber sabido "situarse" tanto en los gobiernos dictatoriales como en los democr¨¢ticos. "Nunca se jug¨® por nada", lapida el autor de La Patagonia rebelde, omitiendo el "la", como se usa en R¨ªo de la Plata. Declaraciones que matizan los homenajes recientes al cumplirse 20 a?os de la comisi¨®n redactora del Nunca m¨¢s sobre la desaparici¨®n de personas y presidida por el autor de El t¨²nel. "En un pa¨ªs en el cual desde el a?o 30 ha habido 14 dictaduras, al se?or S¨¢bato jam¨¢s se le prohibi¨® un libro, jam¨¢s estuvo preso ni tuvo que exiliarse. En las peores ¨¦pocas se le ha premiado y ha tenido reportajes. Mientras Cort¨¢zar hablaba del genocidio cultural, S¨¢bato dec¨ªa que ¨¦l siempre pod¨ªa trabajar en su casa".
"Voy a hablar de la quema de libros en nombre de Dios, la patria y el hogar"
Historiador, escritor, miembro activo de organizaciones de derechos humanos y periodista, el autor de Rebeld¨ªa y esperanza se define como "un intelectual independiente" que sigue creyendo "en el anarquismo como socialismo en libertad". Se confiesa "cauto" ante el Gobierno de Kirchner y no esconde su desconcierto en una ¨¦poca "de descompromiso en la cual a los escritores argentinos parece interesarles s¨®lo la literatura". Antes, dice, "se met¨ªan en la discusi¨®n pol¨ªtica, se involucraban, debat¨ªan en las universidades. Ahora nadie se mancha". ?Puede leerse esto como un fracaso de la veintea?era democracia argentina? "En eso la dictadura triunf¨®", dice Bayer. "Queda muy bien ser literatos y no intelectuales de la sociedad". Actitud cuestionable, apunta, en un pa¨ªs "de rodillas" donde "hay chicos de cuatro a?os revolviendo la basura."
Osvaldo Bayer se exili¨® en 1976, tras la prohibici¨®n de La Patagonia rebelde. Se fue a Alemania y regres¨® a Buenos Aires en 1983, con la democracia. "Una an¨¦cdota basta para pintar el deterioro de esa sociedad. Fui a la Sociedad Argentina de Escritores, de cuya comisi¨®n directiva hab¨ªa sido miembro. No me recibi¨® nadie y, antes de irme, la secretaria me dijo: 'Usted debe ocho a?os de cuota social'. Le pagu¨¦ y no volv¨ª m¨¢s".
Esta tarde, Bayer recordar¨¢ a otras v¨ªctimas de ese horror. "Voy a hablar de lo que fue la partida y la feroz persecuci¨®n", anticipa, "de la quema de libros en nombre de Dios, la patria y el hogar, y de algo muy triste: algunos intelectuales que se quedaron en Argentina comenzaron a atacar al exilio a trav¨¦s de publicaciones como la revista literaria El ornitorrinco. Mientras tanto mor¨ªan Rodolfo Walsh, Paco Urondo... ". Todo esto Bayer y Gelman lo han contado en un libro conjunto, Exilio, de 1984. All¨ª se narra adem¨¢s "el elogio" de S¨¢bato a Videla, tras una comida a la que tambi¨¦n asistieron Borges y Bioy Casares. "S¨¢bato declar¨®: 'El general Videla es un general culto', sin aludir a las desapariciones. Dijo que lo hab¨ªan malinterpretado, pero la prensa internacional era testigo".
No sin nostalgia, Bayer recuerda un fallido plan de regreso sorpresa de los intelectuales exiliados que se abort¨®, dice, "porque Cort¨¢zar se enamor¨®" de Carol Dunlop. "?bamos a llegar el mismo d¨ªa en que Videla le entregaba el poder a Viola. Los extranjeros, G¨¹nter Grass entre ellos, ped¨ªan que Cort¨¢zar presidiera la delegaci¨®n. 'Yo no quiero que me den un tiro en la cabeza', me dijo. Ten¨ªa derecho: era viejo y se hab¨ªa enamorado". A Bayer la vejez y la muerte no le son ajenas. Hace siete a?os le diagnosticaron un c¨¢ncer fulminante y tres meses de vida. "Se equivocaron. Pero no hay temor. Simplemente, se termina el trabajo, se cierra el escritorio y a volar".
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