Se?ora del cante
Y cant¨® Carmen Linares. Hace tiempo que no la o¨ªa, y aunque todo lo que hizo era viejo, el suceso tuvo connotaciones de nuevo. Hizo en realidad dos recitales: uno, con las canciones populares de Federico Garc¨ªa Lorca y Manuel de Falla; otro, cante de ra¨ªz, de jondura contrastada y comprometida. En el primero, con grupo orquestal muy aquilatado adem¨¢s del tr¨ªo de guitarras, nos salieron al paso de nuevo Los pelegrinitos, la Nana de Sevilla, Morillas de Ja¨¦n, En el Caf¨¦ de Chinitas, Zorongo Gitano, Pa?o Moruno, Anda jaleo, Los cuatro muleros y La Tarara. Como se ve, una verdadera antolog¨ªa de la mejor m¨²sica popular espa?ola, fuertemente contrastada por m¨²ltiples versiones, que Carmen hizo con una gran autoridad. Siempre segura, consciente de la importancia que estas cancioncillas tuvieron en una etapa en que la m¨²sica popular estaba en la calle y en las bocas de las gentes. Ella les dio un empaque de gran dignidad, las cant¨® con gusto, con propiedad. Bien secundada -extraordinariamente, en algunos casos- por el grupo orquestal y los guitarristas, les dio en ocasiones marchamo de grandes canciones.
Popular y jondo
Cante: Carmen Linares. Toque: Paco Cort¨¦s, Miguel ?ngel Cort¨¦s, Miguel Ochando. Flauta: Pedro Esparza. Viol¨ªn: Rafael Villanueva. Contrabajo: Julio Blasco. Percusiones: Inmaculada Crespo, Antonio Coronel. Teatro Maestranza. Sevilla, 5 de octubre.
El segundo recital fue un cl¨¢sico del cante de ra¨ªz. Cante a?ejo en el que Carmen fue recorriendo pr¨¢cticamente todas las familias del cante sobre letras igualmente populares. Nuevamente, ahora como cantaora, Carmen Linares estuvo a la altura de las circunstancias, cantando con grandeza y con jondura. La taranta es un cl¨¢sico que nadie hace como ella, con su genialidad sin par. La ton¨¢ y siguiriya con la cabal de Silverio le permite cubrir todos los registros con una cierta facilidad. La sole¨¢, los tientos, los cantes abandolaos, en todo brilla sorprendentemente. Y hasta las buler¨ªas finales le permiten un repertorio amplio y de ins¨®litos registros.
Carmen Linares estuvo plet¨®rica de facultades en todo momento. Es una cantaora en plenitud, que tiene conciencia de su arte. Hac¨ªa tiempo que no la o¨ªa, ya lo he dicho, pero es que hac¨ªa tiempo que no la o¨ªa tan bien, tan capaz de comunicar un sentimiento o una simple pincelada de jondura. Se?orea el cante, lo domina, se queda en el punto justo donde el cante adquiere una plenitud m¨¢s consistente. Est¨¢, por a?adidura, bien de voz, tiene el poder de comprometer el grito o casi el susurro. Parece que la edad le sirve a Carmen de seguro contra cualquier duda, y suelta la voz con confianza, con seguridad en s¨ª misma. Lo dicho, una gran noche de cante.
Babelia
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