Eje contra el hambre
Los presidentes de Francia -Jacques Chirac-, Brasil -Luiz In¨¢cio Lula da Silva-, Chile -Ricardo Lagos-, y el jefe del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, dicen que han formado un eje para combatir el esc¨¢ndalo de que buena parte de la humanidad no tenga con qu¨¦ matar el hambre. ?Por qu¨¦, sin embargo, ellos y no otros? No forman un estricto club de correligionarios, ya que si tres pertenecen a la izquierda cuidadosa, Chirac representa, en cambio, a la derecha nacionalista. Es cierto que los cuatro se oponen a la aventura de Irak, lo que une bastante, pero, quiz¨¢, no sea in¨²til hacer una taxonom¨ªa urgente de esa agrupaci¨®n de gobernantes y pa¨ªses. De afuera para dentro, de lo abstracto a lo personal, a ver qu¨¦ sale.
Los cuatro l¨ªderes pertenecen al mundo de la latinidad; dos de manera directa, Chirac y Zapatero, y los otros dos por conquista y colonizaci¨®n inducida, Lagos y Lula.
Hablan como propias tres lenguas: Lagos y Zapatero, el espa?ol; Lula, el portugu¨¦s; y Chirac, el franc¨¦s. A ello habr¨ªa que a?adir el multiling¨¹ismo espa?ol, con la adici¨®n de dos lenguas tambi¨¦n latinas, catal¨¢n y gallego, y una tercera, al¨®gena, el euskera. Los restantes no tienen m¨¢s lengua oficial que la mencionada, aunque en Francia haya alg¨²n reconocimiento de catal¨¢n, vasco y corso, este ¨²ltimo, tambi¨¦n idioma latino. Espa?a pertenece por partida doble al cuarteto, una por cuenta de Madrid y otra por la de Santiago de Chile; y, de igual forma, Portugal aparece indirectamente por Brasil interpuesto.
Los cuatro se remiten en alguna medida al imperio romano: Francia y Espa?a,di¨¢fanamente a trav¨¦s de la prefectura de las Galias, de la que Hispania era subprefectura, y port¨®n por el que vuelve a colarse lo lusitano; y Chile y Brasil, porque el largo brazo de Roma se extiende hasta all¨ª donde se hable el lat¨ªn macarr¨®nico.
Su demograf¨ªa congrega a unos 275 millones de habitantes, con las dos naciones latinoamericanas a cabeza y cola de la clasificaci¨®n: Brasil con m¨¢s de 160 millones y Chile, algo menos de 15; y los dos europeos, en medio: Francia casi en los 60 y Espa?a rebasando los 40. Alrededor de una tercera parte de esa poblaci¨®n -al menos, 90 millones- no pertenece a la raza blanca, y de ella la inmensa mayor¨ªa la constituyen negros brasile?os, con una peque?a proporci¨®n de indios chilenos.
El grado de desarrollo econ¨®mico describe una escalera, con tramos bastante uniformes de separaci¨®n entre s¨ª: Francia, por debajo de los 30.000 d¨®lares de renta per c¨¢pita; Espa?a, otro tanto, de los 20.000; Chile, lo mismo, pero de los 10.000; y Brasil, de los 5.000. Dos pa¨ªses, por tanto, son desarrollados; un tercero ah¨ª va, y el cuarto a¨²n se mueve en un subdesarrollo que no le impide, sin embargo, sentirse una gran potencia regional.
En lo geopol¨ªtico, Brasil es la Francia de Am¨¦rica Latina, en nada acomplejado ante Estados Unidos; Espa?a recupera libertad de acci¨®n en Europa, volviendo a su cl¨¢sica articulaci¨®n con Francia y Alemania, en contra del alineamiento pro-norteamericano del anterior Gobierno; y Chile concilia su independencia en el Consejo de Seguridad con una estrecha asociaci¨®n al TLC, que domina Washington.
Todos ellos pertenecen a la civilizaci¨®n que llamamos judeo-cristiana, y en ella, al tronco cat¨®lico; Francia y Espa?a, pese a sufrir el proceso de descristianizaci¨®n de los siglos XIX y XX, siguen bautizando a una gran mayor¨ªa de sus nacionales, la primera, en convivencia con una fuerte minor¨ªa protestante -calvinista y luterana- que es insignificante en la segunda; y, finalmente, en Chile, la influencia de la Iglesia sigue siendo decisiva, al rev¨¦s que en Brasil, donde la implantaci¨®n del protestantismo sectario de origen norteamericano crece por momentos; los cuatro l¨ªderes est¨¢n, en todo caso, bautizados y dos de ellos, Chirac y Lula, son practicantes.
Pero lo que no califica tanto como lo que s¨ª: ni l¨ªderes ni pa¨ªses son n¨®rdicos; ni anglosajones; ni militantes de la ¨¦tica protestante de Weber, que tanto place a Samuel P. Huntington; ni absolutamente blancos; ni impecablemente occidentales.
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