Patxi
Tras su soflama en las campas sobre lo maravillosamente que se vive en Euskal Herria, el lehendakari tendr¨¢ que pensar que alguna vez en lugar de seguir pidiendo tendremos que empezar a pensar en dar. Que no resulta muy propio del caritativo esp¨ªritu y semblante de ONG representado por ¨¦l mismo y el diocesano Madrazo, que no podemos estar poniendo siempre como un valor lo que no pagamos a Madrid (la historia interminable de los 32,5 millones del Cupo), y que alguna vez, sobre todo cuando entremos todos de una vez en Europa, habr¨¢ que dar a los que menos tienen. Me recuerda esta jactancia sobre lo que no se paga a la mentalidad de los aldeanos que corren los mojones en tierras del vecino y luego se lo cuenta a los amigos en la taberna.
El decir que alguna vez tendremos que empezar a pagar ser¨ªa nuestra revoluci¨®n cultural. De la mentalidad medieval del privilegio y sacar al pr¨®jimo todo cuanto se pueda, incluido el asalto a las caravanas y diligencias -esencia aut¨¦ntica de la disposici¨®n adicional de la Constituci¨®n por la que se nos amparan y respetan los derechos hist¨®ricos-, a la fraternidad y solidaridad con el resto del g¨¦nero humano. No s¨¦ si el lehendakari se da cuenta de que, si puede camuflar ante Europa su particular situaci¨®n fiscal es porque est¨¢ difusa bajo el manto de Espa?a; que si fuera una naci¨®n de pleno derecho en Europa le habr¨ªan sacado ampliamente los colores hace tiempo, mientras alemanes, franceses y holandeses estaban poniendo de sus beneficios particulares para que el resto saliese de su pobreza. Pero nada importa, tenemos derecho hasta para reivindicar que los astilleros de Sestao se integren en el sector militar de Izar, por muchos salmos antimilitaristas que hayamos o¨ªdo del nacionalismo institucional en cada ocasi¨®n. Privilegio, privilegio, por contradictorio que parezca.
La clave de esta reflexi¨®n sobre el car¨¢cter tan ego¨ªsta del lehendakari y el nacionalismo me la dieron dos viejos amigos de Euskadiko Ezkerra, uno Salbi -lo que hasta ahora he escrito- y el otro Elola. Al recordar Patxi Elola la frase de Mario Onaindia de que no tendr¨ªamos que defender tanto la casa del padre como la del hijo, me estaba obligando a criticar el historicismo de nuestra ideolog¨ªa; como todo historicismo, fue usado para defender el privilegio y supo conectar en su d¨ªa, cuando las Cortes constituyentes, con el sector conservador, que basaba la descentralizaci¨®n, y de paso la monarqu¨ªa, en el historicismo. Patxi se fija en defender la casa de su hijo, defender el futuro de su hijo. Para ¨¦ste la mirada hacia el pasado no le es especialmente gratificante, tras ver durante la mitad de su vida a su padre escoltado en este maravilloso pa¨ªs, simplemente porque no es nacionalista y no lo niega. Patxi, te habr¨¢n dicho, hazte nacionalista, pasar¨¢s de ser simple jardinero municipal a jefe de negociado y, lo que es mejor, no necesitar¨¢s escolta. Mira al pasado ego¨ªsta y no al futuro, y saldr¨¢s ganando. Y no te empecines en creer que el nacionalismo no es progreso sino pasado: la casa del padre.
No te sorprendas de que en San Sebasti¨¢n, donde Julio Medem sali¨® hecho el John Ford de la cinematograf¨ªa espa?ola -en parte tambi¨¦n por la cerraz¨®n de algunos de sus cr¨ªticos que no sab¨ªan distinguir su indignaci¨®n del derecho de expresi¨®n- no exhiban la pel¨ªcula Perseguidos. ?Acaso crees que la ¨²nica raz¨®n por la que llevas escoltas es la existencia de ETA, y no los amplios factores y condiciones que hacen que ETA siga ah¨ª, moribunda, pero que siga? ?Acaso el que no echen tu pel¨ªcula en San Sebasti¨¢n no es una causa m¨¢s para facilitar que la gente no siga enter¨¢ndose y ETA pueda pervivir, por desconocimiento p¨²blico de la denuncia que t¨² y otros protagonistas del documental realiz¨¢is? Lo sabes perfectamente, lo sabemos perfectamente, y los que no lo quieren saber tambi¨¦n lo saben perfectamente.
Es curioso que los que tienen un pensamiento generoso y abierto al futuro est¨¦n en peligro, cosa que no es nuevo en la historia. Lo que, afortunadamente, es nuevo y bueno, porque estamos en un Estado de Derecho sostenido en una Constituci¨®n democr¨¢tica es que ¨¦ste, en vez de animar a las turbas a que te linchen, te pongan protecci¨®n armada, y eso lo hemos conseguido porque tenemos esa Constituci¨®n. Esto ¨²ltimo tambi¨¦n lo dec¨ªa Mario.
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