?C¨®mo ha logrado la superstici¨®n resistir la evoluci¨®n de la ciencia?
Pocos presumen de llevar una piedrecita de la buena suerte en el bolsillo, pero la mayor¨ªa acepta sin sorpresas que algunos ascensores no tengan el bot¨®n de la planta 13. La superstici¨®n incluso se esconde en gestos cotidianos que hasta los m¨¢s incr¨¦dulos realizan, como soplar las velas de una tarta de cumplea?os
Derramar la sal, pasar por debajo de un andamio o abrir un paraguas estando bajo techo son acciones que a menudo se evitan por pura superstici¨®n. Todas ellas, en general, est¨¢n asociadas con la atracci¨®n de la mala suerte por parte del que las realiza y es por ello que incluso hasta los m¨¢s descre¨ªdos evitan ejecutarlas o, de hacerlo, al menos recuerdan o bromean con las supuestas consecuencias. Son creencias tan arraigadas a la cultura popular que ya son una costumbre compartida por todos los que las conocen. Aunque parezca algo un tanto banal, el estudio de la superstici¨®n es un interesante fen¨®meno que lleva a?os siendo abordado desde el punto de vista psicol¨®gico, ya que est¨¢ presente en los individuos desde el principio de la existencia del ser humano.
¡°La superstici¨®n es una creencia irracional que consiste en atribuir a determinados hechos una consecuencia positiva o negativa¡±, la describe la Real Academia Espa?ola. Uno de los ejemplos m¨¢s claros es la cl¨¢sica superstici¨®n de tocar madera. En algunos casos, el contacto de la mano con este material supone atraer una futurible buena suerte ¡ªcomo tambi¨¦n el gesto de desear algo con los dedos cruzados¡ª y, en otros, ayudar¨ªa a evitar que se cumpliese un pensamiento negativo. Atribuir a la madera la propiedad de dirigir hacia algo positivo nuestro futuro reduce la incertidumbre, que es, en esencia, lo que desde siempre ha inquietado al ser humano.
¡°La superstici¨®n nos acompa?a desde que somos humanos. Hay evidencias de la prehistoria, en pinturas rupestres, que nos dejan ver que el ser humano ya era supersticioso entonces. A nivel biol¨®gico, la superstici¨®n tiene una raz¨®n de ser: los humanos, en su h¨¢bitat original, necesitaban llegar a conclusiones r¨¢pidas para sobrevivir. Nuestro cerebro evolucion¨® hacia una forma de interpretar el mundo con la que estableciera relaciones causa-efecto r¨¢pidas, sin las pruebas necesarias¡±, se?ala en conversaci¨®n con EL PA?S el escritor An¨ªbal Bueno, experto en documentaci¨®n de sociedades minoritarias. Eso explica la existencia de chamanes o magos que cumpl¨ªan la funci¨®n de aclarar el futuro o explicar el pasado interpretando lo que para ellos eran se?ales, hechos que no ten¨ªan una explicaci¨®n l¨®gica inmediata. Por ejemplo, entender un a?o de malas cosechas como un castigo divino en consecuencia de un mal comportamiento o augurar un futuro pr¨®spero a trav¨¦s de la lectura de las estrellas.
Con estos antecedentes, ser¨ªa f¨¢cil entender que, conforme han pasado los a?os y la ciencia ha ido dando respuesta a lo que antes no ten¨ªa, las supersticiones hayan ido perdiendo fuelle dentro del razonamiento humano por no ser necesarias para entender lo que pasa a nuestro alrededor. Sin embargo, algunas contin¨²an estando muy arraigadas a nuestra cultura porque forman parte de un mecanismo inherente al cerebro humano. Mantenerlas sirve de b¨¢lsamo psicol¨®gico, ya que ayudan a reducir la incertidumbre llev¨¢ndonos a una futura realidad que identificamos como segura. Volviendo al ejemplo anterior, tocar madera ante un pensamiento negativo alivia nuestra mente porque nos posiciona en un futuro donde lo que no queremos que ocurra, no ocurrir¨¢.
Pero m¨¢s all¨¢ del alivio psicol¨®gico que supone, en la actualidad, la superstici¨®n tiene alguna que otra motivaci¨®n m¨¢s. Seg¨²n Bueno, tambi¨¦n autor de Historia de la superstici¨®n: Or¨ªgenes biol¨®gicos y psicol¨®gicos de las creencias (Editorial Pinolia, 2024), hay estudios psicol¨®gicos que afirman que en casos de deportistas de ¨¦lite o en gente que tiene que enfrentarse a un p¨²blico muy grande, la superstici¨®n ayuda a mejorar el rendimiento. ¡°La explicaci¨®n es que aumenta la confianza en el deportista o en la persona que sube al escenario porque mejora la autopercepci¨®n y les hace creer que tienen mayor control sobre lo que va a ocurrir¡±, explica. Rafa Nadal es el mejor ejemplo para ilustrarlo, pues por todos los aficionados a su juego es sabido que, una vez entra en la pista, el tenista hace una serie de movimientos repetitivos que le dan cierta seguridad o sensaci¨®n de control a la hora de enfrentarse a su rival.
Ahora bien, aunque las supersticiones se mantengan vivas, y sean popularmente conocidas, a nadie se le est¨¢ haciendo un cumplido si se le llama supersticioso. La superstici¨®n, desde la Antig¨¹edad, ha estado muy mal vista dentro de las sociedades civilizadas, y a¨²n hoy perdura su connotaci¨®n peyorativa. Stuart Vyse, psic¨®logo especialista en la creencia de las supersticiones, lo explica en su libro Breve historia de la superstici¨®n (Editorial Alianza, 2022): ¡°Los autores griegos y romanos no ten¨ªan un concepto demasiado positivo de la magia y sus cultores. A los hechiceros y chamanes normalmente se los asociaba con las clases bajas. Plutarco y otros autores ridiculizaban a tales chamanes, llamando la atenci¨®n sobre la obvia contradicci¨®n de la situaci¨®n en que estos se hallaban. Si eran capaces de atraer la buena suerte, ?por qu¨¦ eran tan pobres?¡±.
Actualmente, casi nadie presume de llevar una piedrecita de la buena suerte en el bolsillo, pero aceptamos sin sorpresas que algunos ascensores no tengan el bot¨®n de la planta 13 y que algunas aerol¨ªneas como Iberia eviten tener una fila con ese n¨²mero en sus aviones. Al final, la superstici¨®n no supone un gran peligro siempre y cuando no se asocie a la sanidad.
Por otro lado, bajando al terreno de la cotidianidad, es importante entender que nadie est¨¢ exento de la superstici¨®n, ya que, incluso de manera involuntaria, aceptamos y/o ejecutamos gestos y acciones cuyo origen parte de una creencia absolutamente irracional. Por ejemplo, soplar las velas en un cumplea?os parte de la idea de que el humo que desprenden al apagarse sirve como veh¨ªculo de los deseos del individuo para que estos lleguen a la diosa Artemisa, la ¨²nica capaz de cumplirlos seg¨²n la cultura griega. O la tradici¨®n de que el novio coja a la novia en brazos para entrar en la habitaci¨®n durante la noche de bodas, lo que para los romanos era la soluci¨®n perfecta para evitar que la mujer se tropezase en la puerta, presagio de mala suerte en el matrimonio.
?Cu¨¢l es el futuro de la superstici¨®n?
Parece complicado que la superstici¨®n resista a nuestro tiempo, a un mundo donde el pensamiento racional impera. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de las supersticiones cotidianas que vienen heredadas, como las ya mencionadas, tambi¨¦n hay nuevas corrientes dentro de este fen¨®meno que no son m¨¢s que el resurgimiento de creencias que ya exist¨ªan en el pasado. ¡°Las nuevas generaciones han conectado muy bien sobre todo con la corriente new age ¡ªsurgida en la d¨¦cada de los setenta en Estados Unidos¡ª. Esta nueva espiritualidad tiene que ver con conceptos bastante abstractos, como creer en el universo, en que todo ocurre por algo¡ Frases vac¨ªas que van de la mano de lo que se considera superstici¨®n¡±, explica Bueno. En este sentido, apunta: ¡°Es muy com¨²n ver c¨®mo hoy en d¨ªa muchos j¨®venes creen en cosas como el hor¨®scopo, en la interpretaci¨®n de los astros o la numerolog¨ªa¡±.
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