Mujeres al borde de un ataque de nervios
?Hablamos o somos hablados? Tal parece la pregunta latente en Mujeres al borde de un ataque de nervios, que arranca con una escena del doblaje al espa?ol de Johnny Guitar, precisamente aquella en la que se reproduce el m¨ªtico di¨¢logo de mi¨¦nteme, dime que me quieres. Te quiero. Dime que no podr¨ªas vivir sin m¨ª. No podr¨ªa vivir sin ti. Dime que todos estos a?os, etc¨¦tera.
El di¨¢logo, cuya versi¨®n espa?ola aparece en la boca de los dos personajes norteamericanos al modo de una pr¨®tesis, sugiere que son manejados a distancia por unos hilos invisibles. Almod¨®var saca a la luz la existencia de esos hilos al mostrarnos la sala de doblaje de una productora en horas de trabajo. Joan Crawford y Sterleing Hayden mueven los labios para recitar un gui¨®n que no escribieron en un idioma que desconocen.
La situaci¨®n parece una met¨¢fora de la vida de Pepa (Carmen Maura), que se nos presenta como un personaje alienado (literalmente convertido en otro) y sin dominio alguno sobre sus impulsos emocionales. Est¨¢ al borde de un ataque de nervios porque, lejos de controlar su sistema nervioso, es manipulada por ¨¦l al servicio de intereses ajenos a los suyos. Por el contrario, Iv¨¢n (Fernando Guill¨¦n), causante de los trastornos de Pepa, se mueve entre tres mujeres distintas, enga?ando a las tres, sin perder la compostura.
A medida que transcurre la peripecia, Carmen Maura va rompiendo cosas, incluso rompi¨¦ndose a s¨ª misma, de manera que cuando la pel¨ªcula termina se ha transformado en otra construida con los pedazos de la anterior y que, curiosamente, es al fin ella misma. La acci¨®n empieza con una mujer enajenada y termina con una mujer ensimismada. Todo lo que rompe o quema en este proceso aparentemente destructor, que acaba sin embargo por alumbrar a una mujer nueva, tiene un contenido simb¨®lico. As¨ª, al incendiar el colch¨®n sobre el que se acostaba con Iv¨¢n, reduce a cenizas la relaci¨®n enfermiza que manten¨ªa con ¨¦l; al hacer a?icos el cristal de la terraza, permite que entre un aire nuevo en su ¨¢tico; y al arrancar los cables del tel¨¦fono o del contestador est¨¢ cortando los v¨ªnculos que la ataban a una pasi¨®n amorosa desquiciante.
Lo curioso es que el veh¨ªculo narrativo de un proceso de transformaci¨®n personal tan grave sea una comedia, pues eso es, si no hay m¨¢s remedio que acudir a las etiquetas, Mujeres al borde de un ataque de nervios, una comedia delirante que no da al espectador un solo respiro y cuyas leyes ha manejado Almod¨®var con una maestr¨ªa extraordinaria. Frente a la opini¨®n generalizada de que la comedia es un g¨¦nero menor, conviene se?alar que, si no se hubiera descubierto el psicoan¨¢lisis, este g¨¦nero nos ayudar¨ªa a comprender que nuestra vida es manejada por instancias inconscientes. Como Joan Crawford y Sterleing Hayden en la famosa escena de Johnny Guitar, somos hablados por alguien desde las profundidades abisales de nosotros mismos. Todas las "casualidades" que al trenzarse forman el argumento de la comedia se pueden explicar por el impulso desatado de deseos ocultos. Somos, en fin, marionetas cuyos hilos maneja el otro desde la caja negra de la conciencia.
De ah¨ª que no haya mecanismo m¨¢s diab¨®licamente preciso que el del azar. Por debajo de lo que llamamos "casualidades", "coincidencias", discurre un sistema l¨®gico que las buenas comedias ponen al descubierto como el que levanta el cap¨® de un autom¨®vil para mostrarnos su motor. La comedia es la otra cara de la tragedia cl¨¢sica porque el asunto primordial de ambas es el destino individual, el fatum, al que se llega antes cuanto m¨¢s deprisa se huye de ¨¦l. Todo el cine de Almod¨®var es, en ese sentido, tr¨¢gico. Todos los personajes de Mujeres... est¨¢n, cuando comienza la pel¨ªcula, descolocados, fuera de sitio. Cuando la obra termina, cada uno ha encontrado su lugar porque ha cumplido su destino, aunque haya cabalgado hacia ¨¦l a lomos del azar (del que se puede afirmar cualquier cosa menos que trote a ciegas). Como la pel¨ªcula de Almod¨®var es genial, esta curiosa ley se cumple incluso en el caso del personaje que interpreta Rossy de Palma: una mujer que, pese a permanecer dormida durante casi toda la peripecia narrativa, es, al despertar, otra distinta del comienzo, pues tambi¨¦n ella se ha encontrado consigo misma durante el sue?o.
Dado que el origen de la comedia es el teatro, Mujeres... no pod¨ªa dejar de ser una pel¨ªcula teatral en el mejor sentido de la palabra. El propio Almod¨®var lo explicaba de este modo en una entrevista con Fr¨¦d¨¦ric Strauss: "... Luego, al rodar la pel¨ªcula, vi que estaba muy cerca de la comedia americana, de esas comedias americanas que tienen mucho que ver a la vez con Feydeau y que a menudo suelen ser adaptaciones de obras teatrales. El gui¨®n de Mujeres... est¨¢ escrito para el cine, pero parece una adaptaci¨®n de teatro. Adem¨¢s, curiosamente, muchas veces mis pel¨ªculas han dado origen a obras teatrales, lo que se explica sin duda por la construcci¨®n dram¨¢tica un tanto teatral de mis guiones. Yo no era consciente de ello hasta que vi que se hac¨ªan adaptaciones de mis filmes para el teatro".
Rodada casi toda ella en estudio, cuando termina la pel¨ªcula el espectador se siente dentro de sus decorados como en casa. Curiosamente, las calles, que son reales, acaban contagi¨¢ndose para bien de este registro de carpinter¨ªa teatral que tanto se parece a la escenograf¨ªa de los sue?os.
Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) es el s¨¦ptimo largo de Almod¨®var y el segundo producido por El Deseo. Ni Almod¨®var ni su productora han dejado de crecer desde entonces.
El m¨¢s descarado
Realizada en 1988, Mujeres... fue interpretada por Carmen Maura, Antonio Banderas, Julieta Serrano, Rossy de Palma, Mar¨ªa Barranco, Kiti Manver, Fernando Guill¨¦n y Chus Lampreave, entre otros. Gui¨®n y direcci¨®n de Pedro Almod¨®var. Productor ejecutivo: Agust¨ªn Almod¨®var. Fotograf¨ªa: Jos¨¦ Luis Alcaine. Montaje: Javier Salcedo. M¨²sica original: Bernardo Bonezzi. Figurinista: Jos¨¦ Mar¨ªa de Coss¨ªo. Decorador: F¨¦lix Murcia.
Premio Europeo de Berl¨ªn, la pel¨ªcula fue candidata al Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera. Sobre ella escribi¨® Jos¨¦ Luis Guarner en La Vanguardia: "...consumada finalmente como una comedia ligera, la pel¨ªcula es casi una obra maestra. Juega con maestr¨ªa, al menos, un gambito nada f¨¢cil: aplicar la noci¨®n de un drama tremendo que hace re¨ªr a una comedia de enredo m¨¢s convencional (...) en esta inteligente y divertida operaci¨®n de alquimia se ha beneficiado del talento de sus colaboradores, empezando por sus excelentes actrices (...). Pedro Almod¨®var es, hoy por hoy, el m¨¢s descarado, ingenioso y original de nuestros cineastas".
Babelia
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