Mar m¨¢s rojo
Los atentados de Taba y Nuweiba, en suelo egipcio, que pueden saldarse con m¨¢s de 60 muertos, parecen llevar las huellas de Al Qaeda, algo en lo que coinciden inicialmente los Gobiernos egipcio e israel¨ª. Su otro elemento definitorio es que estaban destinados b¨¢sicamente, pero no s¨®lo, a matar a los israel¨ªes que, aprovechando una larga fiesta, abarrotaban las playas del mar Rojo, como viene sucediendo desde hace a?os. La matanza ha provocado un ¨¦xodo de turistas de vuelta hacia Israel, que El Cairo ha facilitado abriendo su frontera a los centenares de autobuses enviados a recogerlos a Taba, en la pen¨ªnsula de Sina¨ª, donde se halla el principal paso entre los dos pa¨ªses.
La sincron¨ªa de los atentados es caracter¨ªstica de los secuaces de Bin Laden. Tanto el coche bomba suicida del Hilton como las explosiones en dos playas, 60 kil¨®metros al sur de Taba, fueron pr¨¢cticamente coincidentes. Quiz¨¢ no es ajeno a esta simultaneidad, que los fan¨¢ticos islamistas buscan como marca para ampliar el efecto medi¨¢tico de su insania, el desenlace en Irak del secuestro del reh¨¦n brit¨¢nico Kenneth Bigley. Su decapitaci¨®n, conocida ayer tras tres semanas de cautiverio, se ha producido el mismo d¨ªa que los ataques en Egipto. Y el v¨ªdeo de la ignominia muestra a sus asesinos ante la ense?a de la organizaci¨®n de Al Zarkawi, fact¨®tum de Al Qaeda en Irak y quiz¨¢ el hombre m¨¢s buscado por EE UU despu¨¦s de su jefe. Encajan tambi¨¦n con los m¨¦todos de la internacional del terror islamista la elecci¨®n de un lugar tur¨ªstico, y por lo tanto, de blancos f¨¢ciles y numerosos, y la condici¨®n indiscriminada de las v¨ªctimas.
Ninguna hip¨®tesis es descartable en un escenario tan degradado como Oriente Pr¨®ximo, con Gaza como su ep¨ªtome. Sharon ya ha prometido cumplida venganza y los atentados est¨¢n evidentemente destinados a tensar insoportablemente la cuerda. Pero hay argumentos para considerar improbable una autor¨ªa palestina, que un portavoz de Ham¨¢s se apresur¨® a descartar ayer. Tanto esta organizaci¨®n extremista como la Yihad Isl¨¢mica han confinado habitualmente sus actos terroristas dentro de las fronteras israel¨ªes de 1967. Dif¨ªcilmente, adem¨¢s, los palestinos arriesgar¨ªan sus valiosas relaciones con Egipto en una operaci¨®n en suelo egipcio, con v¨ªctimas tambi¨¦n egipcias. No ganar¨ªan nada y se echar¨ªan encima a los servicios de seguridad de El Cairo.
Hasta ahora, los turistas israel¨ªes en Egipto no hab¨ªan afrontado mayores riesgos que los de otros pa¨ªses. Ni Egipto conoc¨ªa ataques similares en su suelo desde 1997. La matanza del jueves puede tener la virtud de estrechar la cooperaci¨®n contra el terrorismo islamista entre dos inc¨®modos vecinos que mantienen desde hace 25 a?os una paz fr¨ªa en las fronteras del Sina¨ª, solemnizada en los acuerdos de Camp David, y que se ha vuelto helada tras la segunda Intifada palestina. Para el pa¨ªs ¨¢rabe, sin embargo, la tragedia de Taba podr¨ªa resultar cr¨ªtica. Si se certifica la responsabilidad de Al Qaeda, los yihadistas habr¨ªan conseguido de un golpe sangrar una fuente de ingresos imprescindible para Egipto y debilitar a un Gobierno al que son implacablemente hostiles por su contemporizaci¨®n con EE UU e Israel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.