Sol, peregrinos y rateros

Escorca, pueblo mallorqu¨ªn en la sierra de Tramuntana, situado a 47 kil¨®metros al norte de Palma, es el paradigma del error de no valorar el peso de la poblaci¨®n tur¨ªstica en las estad¨ªsticas, un ejemplo del fracaso relativo de ¨¦stas para medir el impacto de la delincuencia

El liderazgo nacional del crimen, seg¨²n el Ministerio del Interior, lo tiene el municipio de Escorca, con la menor poblaci¨®n de Mallorca -solamente 307 habitantes censados-, y sin n¨²cleo urbano. La tasa, de 846 infracciones penales por mil habitantes en 2003, se debe a la presencia diaria en verano de miles de turistas transe¨²ntes en las c¨¦lebres playas del Torrent de Pareis y Sa Calobra. Adem¨¢s, el monasterio de la Virgen de Lluc, patrona de la isla, atrae todo el a?o a miles de peregrinos, devotos, ancianos y enfermos.

As¨ª, la afluencia de personas que se acercan a Escorca para disfrutar de su naturaleza o por razones de ¨ªndole religiosa multiplica la poblaci¨®n flotante del pueblo, lo que distorsiona los c¨¢lculos de Interior. Los pocos que viven en el municipio todo el a?o son monjes del santuario, estudiantes, payeses (campesinos), hosteleros, guardas forestales y unos pocos residentes ociosos.

En Escorca, los ladrones al descuido y carteristas se han especializado en actuar contra los turistas. El recuento de estos incidentes dispara la tasa de modo desorbitado.