Matadores de raspas

Los seis escogidos resultaron ser unos impresentables que por cuernos luc¨ªan bananas. Por casta, boba nobleza con menos fuerza que una escopeta de feria. Ayer no se lidiaron toros, se trapearon y estoquearon raspas.

La actuaci¨®n de Finito de C¨®rdoba pareci¨® m¨¢s propia de un telonero que de un director de lidia. No se puede torear tan fuera de sitio, despegado, prevenido y ventajista. Los teloneros no molestan, simplemente rompen el hielo dejando el escenario expedito para la llegada del gran esperado.

?ste era el Juli. El madrile?o, vista la mercanc¨ªa, tom¨® medidas. Suprimi¨® la suerte de varas, las ver¨®nicas, las banderillas, el cruzarse y cargar la suerte. Todo qued¨® en un amago de faenas de corte galerista. Eso s¨ª, oleadas sin sentimiento y musicadas. Lo mejor, el gran volapi¨¦ que recet¨® al quinto de la tarde.

Salvador Vega, a la postre, fue el m¨¢s aplaudido del cartel. En su primero omiti¨® las fundamentales ver¨®nicas, dejando en su lugar una serie de cinco medias. Fundament¨® la faena a base de pintureros naturales, escasos de mando y despegados. Tan fuera de cacho estaba, que se llev¨® un tremendo volteret¨®n por estas circunstancias. Afortunadamente sin consecuencias. Mermado, le cost¨® un triunfo acabar con su oponente. Por segundos se libr¨® que fuera devuelto. En el que cerr¨® festejo, quiz¨¢s mermado por el percance, su faena qued¨® desdibujada a pesar de la voluntad.

En estos festejos en los que los responsables hacen la vista gorda en un vale todo, los aficionados puros poco tienen que hacer. Ni siquiera en estos espect¨¢culos preparados con anterioridad para el triunfalimo. Al que proteste le linchan.