A ras de suelo
El t¨ªtulo es un eufemismo para lo que se vio. Habr¨ªa que decir m¨¢s bien que se est¨¢ tocando fondo. Por el suelo rodaban los toros y las varas. Los inv¨¢lidos ejemplares desfilaban uno detr¨¢s de otro. Llegaban a duras penas a los terrenos del varilarguero. All¨ª les esperaban ufanos los jinetes. Ni miedo ni respeto les ten¨ªan. Ni fuerza hac¨ªan ni unos ni otros. Y todos en conjunto, desde los matadores hasta los monosabios, parec¨ªan enfermeros de primeros auxilios.
Si a esto le a?adimos la mansedumbre cong¨¦nita, no queda m¨¢s que preguntarse que mucho tino tuvo quien decidi¨® semejante encerrona y mala suerte quien breg¨® con tan descastada raza.Debieron de pensar que con esta ganader¨ªa era pan comido. Con un poco de all¨ª, con un truco por all¨¢, aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria.
Puerto de San Lorenzo / Leal, Abell¨¢n, Castella
Toros del Puerto de San Lorenzo, desiguales de presentaci¨®n, flojos, inv¨¢lidos; noble el 2?, de trap¨ªo imponente el 6?. Devueltos 3? y 6?. Sobreros de Astolfi, mansos, sin trap¨ªo. Uceda Leal: pinchazo, estocada desprendida (silencio); menos de media, descabello (silencio). Miguel Abell¨¢n: dos pinchazos, estocada trasera (pitos); estocada contraria -aviso- (silencio). Sebastian Castella: estocada ca¨ªda -aviso-; pinchazo, estocada desprendida, dos descabellos (palmas). Plaza de Las Ventas, 11 de octubre. 5? de abono. Casi lleno.
No se sabe si a Uceda le cost¨® m¨¢s que pasara su primer inv¨¢lido o que no se cayera. Despu¨¦s de que le devolvieron su segundo titular, le toc¨® en suerte el bronco sobrero. Cabeceaba, rebrincaba. Tir¨® la toalla el diestro, que no pudo sacar nada de donde no hab¨ªa.
Miguel Abell¨¢n no aprovech¨® la ¨²nica embestida noble de la tarde. Empez¨® ambas faenas con mucha decisi¨®n y gallard¨ªa. En la primera arranc¨® una tanda de derechazos ligados. Continu¨® la faena sin mandar con la izquierda, desplazando con poco mando. El p¨²blico se dio cuenta r¨¢pidamente de que el animal ten¨ªa m¨¢s que torear y templar. En su segundo sali¨® diciendo que me dejen solo. Le agradecieron la decisi¨®n, pero el diestro cargaba la suerte a golpes de muleta y dej¨® tandas con demasiados enganchones.
Castella se llev¨® el peor lote de la tarde y posiblemente el de su vida. Su primer titular sali¨® sin trap¨ªo, anovillado, sin cara. A m¨¢s de uno le dio la risa. Cuando el matador le ense?¨® el capote puso pies en polvorosa. Aprendi¨® lat¨ªn por la mala lidia que recibi¨® y Castella quer¨ªa pegarle pases sin fin cuando lo que proced¨ªa era machetear. El sobrero que hizo sexto era un regalito. Una alima?a sin freno sacada del mismo infierno. Avisado en banderillas, se hizo el amo del universo. Es cierto que se necesitan muchos recursos para semejante tormento, pero el diestro se vio sin ninguno. Lo levant¨® de manera espeluznante y pas¨® un calvario para matarlo.
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