?El prost¨ªbulo de Europa?
Un pa¨ªs que se muestra indiferente ante el fen¨®meno de la prostituci¨®n es un pa¨ªs que ha renunciado a luchar por los derechos humanos. Por muy milenario que sea el fen¨®meno de la prostituci¨®n, se trata de una de las peores explotaciones humanas y est¨¢ ligada a la marginaci¨®n, a la pobreza, a las drogas y a la infelicidad. Cualquier persona se podr¨ªa pasar una semana fregando escaleras, trabajando en una f¨¢brica o despachando en una tienda, pero nadie trabajar¨ªa en la prostituci¨®n si pudiera evitarlo.
Es parad¨®jico que, a falta de movilizaciones de mujeres para acabar con la prostituci¨®n o al menos paliarla en nuestro pa¨ªs, sea una organizaci¨®n religiosa basada en el patriarcado, la Iglesia cat¨®lica, la que denuncie el aumento de prostituci¨®n en el Empord¨¤, lleg¨¢ndolo a denominar "el prost¨ªbulo de Europa". La preocupante falta de concienciaci¨®n social de las mujeres y de pol¨ªticas de igualdad de oportunidades entre sexos est¨¢n directamente relacionadas con el hecho de que nuestro pa¨ªs sea el lugar donde se est¨¦n asentando las mafias internacionales que trafican con seres humanos y los explotan. Esta indiferencia hacia la prostituci¨®n en nuestro pa¨ªs ya viene de lejos. Los peri¨®dicos de m¨¢s prestigio contienen anuncios de prostituci¨®n y presentan las noticias sobre el tema con la m¨¢xima frivolidad. Un titular dec¨ªa recientemente: "30.000 espa?oles practican al a?o el turismo sexual en Sur¨¢merica", como si se tratara de practicar el esqu¨ª o la nataci¨®n, como si hubiera un turismo ecol¨®gico, uno art¨ªstico y uno sexual. La indiferencia llega hasta el l¨ªmite de que los pol¨ªticos mallorquines que fueron a un prost¨ªbulo en Rusia utilizando dinero p¨²blico no se hayan visto obligados a dimitir de inmediato. Lo que es peor, en vez de investigar el caso con la seriedad que requiere, algunos periodistas hacen referencia a ello en tono de guasa. La prostituci¨®n es una explotaci¨®n, principalmente, de mujeres y de ni?as, y en un universo a¨²n fuertemente patriarcal, el problema no se toma suficientemente en cuenta.
La prostituci¨®n, una de las peores explotaciones humanas, comporta marginaci¨®n, droga pobreza e infelicidad
La consejera Montserrat Tura fue, inocentemente, a visitar los prost¨ªbulos del Empord¨¤. Pero ella sabe muy bien que por muy limpias y planchadas que est¨¦n las s¨¢banas, el sida nunca se va a poder evitar porque en la pr¨¢ctica, con alcohol y drogas por medio, es ingenuo pensar que se van a utilizar los preservativos, y las mujeres son mucho m¨¢s vulnerables a contagiarse. Adem¨¢s, por mucho mejores que sean las condiciones de vida de estas personas, la esclavitud continuar¨¢ siendo esclavitud, aunque lo sea con Seguridad Social.
Los gobiernos conservadores han estado con los brazos cruzados durante demasiado tiempo y ahora el nuevo Gobierno de izquierdas tiene el deber moral de enfrentarse a esta vejaci¨®n humana. Teniendo en cuenta las dimensiones que est¨¢ adquiriendo el problema en nuestro pa¨ªs, que afecta a unas 50.000 personas, mayormente extranjeras, el Gobierno de la Generalitat deber¨ªa crear una verdadera pol¨ªtica de protecci¨®n de las mujeres y trabajar conjuntamente con organizaciones internacionales como el Unicef y las ONG especializadas en la lucha contra la prostituci¨®n nacional e internacional, por ejemplo AFESIP, para contribuir a la lucha global contra la esclavitud sexual.
?ste es el t¨¦rmino que deber¨ªamos usar para esta miseria humana y no el de industria sexual, que pone ¨¦nfasis en los beneficios econ¨®micos y reduce a los seres humanos a meros productos de consumo. La Generalitat deber¨ªa organizar cursos de formaci¨®n para que las prostitutas tengan oportunidades de reinserci¨®n social. Deber¨ªa ofrecerles tratamientos psic¨®logicos ya que, seg¨²n los estudios sobre la cuesti¨®n, las prostitutas sufren serios trastornos psicol¨®gicos y la mayor¨ªa de ellas han sufrido abusos sexuales en su infancia. Deber¨ªamos tambi¨¦n ayudar a regresar a sus pa¨ªses a las mujeres que lo soliciten. Tambi¨¦n habr¨ªa que actuar a largo plazo con un verdadero proyecto educativo para que los hombres aprendan a relacionarse sentimentalmente con las mujeres en igualdad y a respetarlas en todos los ¨¢mbitos de la vida.
Cuando se piensa en estrategias, hay que tener imaginaci¨®n. Por poner un ejemplo original, el Gobierno chino ha realizado campa?as para que la gente se quiera m¨¢s y para promover las relaciones sexuales entre s¨ª, y no con dinero de por medio.
De la misma manera que la violencia machista ha dejado de ser invisible en los medios de comunicaci¨®n y en la opini¨®n p¨²blica, deber¨ªa pasar lo mismo con la pesadilla de la esclavitud sexual, que afecta a miles de mujeres y ni?as en Catalu?a y que crece de modo alarmante. No queremos ser una pa¨ªs de turismo sexual como Malaisia, Tailandia, Filipinas o Indonesia, donde no hay protecci¨®n social y el negocio de la prostituci¨®n representa el 14% del PIB. Estoy segura de que los catalanes queremos destacar por ser vanguardia en la defensa de los derechos humanos y contribuir a crear un mundo en que se cometan menos injusticias y atrocidades.
Si realmente somos democr¨¢ticos y creemos en el Estado de bienestar, nuestra obligaci¨®n es sacar a estas mujeres del agujero en el que se encuentran. Por muy milenario que sea este fen¨®meno, tenemos que luchar por la dignidad humana de toda nuestra comunidad, sin excepciones.
Irene Boada es periodista.
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