Proteger las fuentes
En junio del a?o pasado, un antiguo embajador estadounidense, Joseph Wilson, desminti¨® en un peri¨®dico la afirmaci¨®n del presidente Bush de que Sadam Husein hab¨ªa comprado uranio a N¨ªger. En represalia, dos funcionarios de la Casa Blanca llamaron a algunos periodistas y, en violaci¨®n flagrante de sus deberes, les contaron que la esposa del diplom¨¢tico, Valerie Plame, era una agente de la CIA que hab¨ªa trabajado en el pa¨ªs africano. Ahora, una relevante periodista de The New York Times, Judy Miller, ha sido condenada a prisi¨®n por un juez federal por no revelar sus fuentes informativas sobre el caso ante el jurado de acusaci¨®n que investiga la revelaci¨®n del nombre de la esp¨ªa, que constituye un delito federal.
La decisi¨®n del juez, pendiente de apelaci¨®n, vuelve a plantear el dilema de si los periodistas deben revelar sus fuentes o, en caso contrario, ser encarcelados, algo que ya se ha hecho con anterioridad en EE UU. Aunque fueron los funcionarios de Bush los que violaron inicialmente la ley al facilitar la identidad de un agente operativo, son los mensajeros los que deben afrontar penas de prisi¨®n. El caso Miller, que ha provocado ya la protesta del Instituto Internacional de Prensa ante el fiscal general, John Ashcroft, es especialmente chocante, porque la reportera condenada nunca public¨® en su peri¨®dico nada concerniente a Wilson ni a su esposa. Simplemente fue una m¨¢s de la media docena de informadores que tuvo acceso a un soplo que otros colegas s¨ª utilizaron.
En EE UU, m¨¢s de 30 Estados protegen a los periodistas eximi¨¦ndoles de declarar sobre sus fuentes, salvo si su testimonio es esencial o inalcanzable por otros medios. Y leyes federales o estatales dispensan de testificar a sacerdotes, abogados o m¨¦dicos en casos en los que mantienen una relaci¨®n de confidencialidad con el acusado. Por eso rechina m¨¢s que se haga una excepci¨®n tan relevante en casos como el que nos ocupa. La Primera Enmienda de la Constituci¨®n estadounidense, que garantiza la libertad de prensa, fue ideada para permitir un amplio derecho de expresi¨®n. Si los informadores son forzados regularmente a revelar sus fuentes informativas bajo amenaza de c¨¢rcel, ¨¦stas acabar¨¢n desvaneci¨¦ndose, y con ellas, la posibilidad -fundamento mismo del periodismo- de confrontar las versiones oficiales de los hechos. El menoscabo para las libertades que acarrear¨ªa la consagraci¨®n de este punto de vista dif¨ªcilmente puede ser exagerado.
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