Fauna (pol¨ªtica)
A don Mariano Rajoy le entrevistaron no hace muchos d¨ªas en TV-1. Mucho ha cambiado este canal a favor de la ecuanimidad, hasta el punto de que estamos olvidando a Urdaci. Con todo, es pronto para el an¨¢lisis y de momento nos lo reservamos.
Quien no ha cambiado mucho es el se?or Rajoy, que sigue aferrado a esa espuria se?a de identidad llamada galleguismo. No lo capto en Fraga ni en Beir¨¢s, ni en Rosal¨ªa de Castro. Pero s¨ª en algunos de mis conocidos no gallegos. El mito identitario da mucho de s¨ª. Rajoy es un ib¨¦rico que con tantos a?os en el ruedo pol¨ªtico ha desarrollado plenamente algunas t¨¢cticas que ya pose¨ªa en su infancia; transcurriera ¨¦sta en Pontevedra, en Madrigal de las Altas Torres o en mi pueblo.
Como el PP, en sus a?os de Gobierno, no se equivoc¨® nunca, preg¨²ntenle a Rajoy y les dir¨¢ (lo dijo) que ¨¦l ha cometido infinitos errores de diversa ¨ªndole y har¨¢ de ellos un rosario; transferencia a su persona de las culpas del partido. Y tanto se zambullir¨¢ y bracear¨¢ en tales aguas, que la audiencia se olvidar¨¢ del principio y aplaudir¨¢ la modestia del resto de la perorata. Por si fuera poco, don Mariano se lanz¨® una y otra vez a asegurarnos que ¨¦l siempre mira hacia el futuro, nunca hacia atr¨¢s. Valga, no esper¨¢bamos que metiera en el ajo a Isabel y a Fernando; ni siquiera a Ricardo Zamora. Pero que afirmara no acordarse de lo que dijo su mano derecha, Acebes, escasos d¨ªas atr¨¢s, m¨¢s parece un caso de amnesia que el de un se?or enzarzado ¨²nicamente en el futuro. (Acebes se hab¨ªa referido, ominosamente, al a?o 36).
El pasado se corta con la espada del Cid, el presente es pesaroso porque manda Zapatero; en cuanto al futuro, otro tajo que ser¨¢ seg¨²n. El hoy nada tiene que ver con el ayer y el ma?ana depender¨¢ de qui¨¦n gane las elecciones. Malabarismos con el tiempo y con el espacio, am¨¦n de con la historia de Galicia, que en los ¨²ltimos 15 a?os ha sido brillant¨ªsima, gracias a Don Manuel Fraga, ese se?or que, arrebatado, sentenci¨® que el naufragio del Prestige hab¨ªa sido una bendici¨®n para su tierra, pues le llovieron donaciones y subvenciones. Seamos patriotas de campanario y deseemos que un Prestige se hunda frente a nuestras costas, as¨ª no quede rastro de Posidonia en el fondo marino. "Un cambio colosal", en Galicia, dijo Rajoy, sin que ninguno de los periodistas inquisidores mencionara una estad¨ªstica. Fueron blandos con ¨¦l, como si quisieran marcar nuevo estilo. Tal vez sea eso.
As¨ª pues, don Mariano se olvid¨® del pasado cuando y cuanto quiso y se despach¨® a favor de la unidad de Espa?a, amenazada por Zapatero y el tripartito independentista. Y aunque Espa?a est¨¢ bien como est¨¢ y no hace falta tocar nada, se adhiri¨®, qu¨¦ remedio, a las discusiones venideras en torno al modelo territorial, para ceder hasta donde la cesi¨®n no sea concesi¨®n en todos los frentes. Sabiendo que la cuesti¨®n territorial preocupa menos -sondeos dixit- que la lesi¨®n de un futbolista, dej¨® bien claro que esa cuesti¨®n, en lenguaje llano, equivale a divisi¨®n e independencia. ?sa ser¨¢ la t¨®nica a medida que avance la legislatura y ah¨ª, s¨ª, llegar¨¢ a los corazones. A Zapatero le est¨¢n urdiendo la red. Tal vez no imaginaba las prisas de sus aliados y tal vez estim¨® en mucho la capacidad de Maragall, un pragm¨¢tico para lo menudo y un so?ador para lo grande. Un gran alcalde y un poeta con suite en la luna, Dios nos valga aunque sea por una vez.
Cuando Maragall dice cosas como "mi lengua es mi persona" se nos congelan las esperanzas. Uno no ir¨ªa a la esquina con un se?or que est¨¢ compuesto de lengua. A uno le da igual hablar en castellano que en valenciano o ingl¨¦s. Ninguna de esas lenguas me definen; ni me definir¨ªa la suma de todas las habladas por la humanidad. Una lengua es un instrumento de comunicaci¨®n que, cuando se ha mamado, conlleva un componente afectivo. Es un factor m¨¢s entre las docenas de factores que se integran en la estructura de la personalidad. Viviendo en Norteam¨¦rica me percat¨¦ no de la importancia de mi lengua, sino al contrario, de su cuasi insignificancia; pues de entre las personas en quienes m¨¢s me reconoc¨ª, las m¨¢s cercanas a m¨ª en ideas y sentimientos, s¨®lo una ten¨ªa el castellano como primera lengua y no era, ni mucho menos, la ¨²nica persona. En cuanto a la identidad colectiva es un invento que sirve para hacer mala literatura. ?Disinti¨® Kant de Hume porque ¨¦ste era producto del alma -y en consecuencia del idioma-, anglo-sajona-celta-normanda? Personalmente, no s¨¦ siquiera qu¨¦ es una naci¨®n, ni, en consecuencia, sus or¨ªgenes. ?Es un parto del Estado, como defienden unos? ?O es la naci¨®n quien crea al Estado? Se me da una higa. Se me da una higa la cuesti¨®n, pero no sus consecuencias. Ni?os mueren de sed, de hambre, del sida o destripados. Cada d¨ªa, cada hora, cada minuto; pero aqu¨ª unos evocan la guerra civil en su defensa numantina de la unidad de Espa?a y otros reducen su persona a su lengua y armar¨¢n la de Dios en defensa de los intereses patrios y las venerandas tradiciones.
Cu¨¢n densa y variopinta es la fauna pol¨ªtica (y religiosa) peninsular. Entre qu¨¦ gente vivimos, dir¨ªa Larra. Dice un eclesi¨¢stico que el matrimonio tradicional tiene dos mil a?os de existencia y eso demuestra que es el verdadero. (Si llueve la tierra se moja, la tierra est¨¢ mojada, luego llueve). El Gobierno, dice otro, no tiene autoridad para instituir el matrimonio homosexual. (?Qui¨¦n la tiene entonces? ?La General Motors? ?El ej¨¦rcito? Obviamente, la Iglesia. El Estado teol¨®gico, otra vez). Un pol¨ªtico de ERC propugna que la UE se subdivida en sus cerca de cuatrocientas regiones, l¨¦ase naciones. Otro aboga por la codecisi¨®n y el binacionalismo. Como dec¨ªa Walter en Contrapunto, no hay nada extraordinario en amar a dos mujeres a la vez. Ya es dif¨ªcil amar a una sola, me parece; como es m¨¢s dif¨ªcil codecidir sin terminar a palos.
Por esta tierra valenciana no se abandona la idea de eurorregi¨®n, que a nuestro entender, no hay por d¨®nde cogerla, excepto mapa en mano. (La planificaci¨®n es otra cosa). De Valencia a Toulouse por esta raz¨®n y por la otra. As¨ª no funciona el capitalismo, sino por focos que surgen y se agregan espont¨¢neamente. Anal¨ªcese el origen de algunos y se ver¨¢ que fue indeciso e incluso, a veces irracional. La l¨®gica interna se ve despu¨¦s. Entre todos la mataron y ella sola se muri¨®.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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