Relatos para poder dormir
Nunca dej¨® de extra?arme esa necesidad que tenemos los humanos de contarnos historias. Probablemente, asistir al ciclo completo de una existencia nos compense de la imposibilidad de contemplar la nuestra en su totalidad y de comprender, a tenor de ello, su desarrollo en t¨¦rminos de causas y efectos. O tal vez las historias nos consuelen del desamparo y nos permitan, como a los ni?os, conciliar el sue?o con la seguridad de que la noche no se nos lleva el mundo, que ¨¦ste, como los cuentos, se repite, cada d¨ªa. Es ¨¦ste, igualmente, el cometido de las tradiciones, esas historias que nos cuentan y, al hacerlo, nos conceden un ser comunitario que nos precede y nos otorga la promesa de un futuro. Y as¨ª, tambi¨¦n, los mitos.
MITOS HIND?ES
Wendy Doniger O'Flaherty (editor).
Traducci¨®n de M. Tabuyo y A. L¨®pez Tobajas
Siruela. Madrid, 2004
324 p¨¢ginas. 24 euros
Como es sabido, los mitos tienen m¨¢s de un nivel de lectura. Cada mito se presenta como un prisma que refracta, en m¨²ltiples niveles, el tema del que trata. La narraci¨®n, que puede seguirse como una historia cualquiera, refiere simb¨®licamente las luchas entre los distintos poderes o fuerzas del universo que, a su vez, pueden entenderse como la representaci¨®n, a nivel m¨¢s abstracto, de leyes o procesos universales. De dichas leyes se extraer¨¢n los c¨®digos para la comunidad, pues los mitos se utilizan como patrones de conducta y modelos que dictan, nutren y propagan los valores culturales de un pueblo y su manera de relacionarse con el entorno.
Lejos de poseer el car¨¢cter teocr¨¢tico de los monote¨ªsmos judeocristiano e isl¨¢mico que derivan en una relaci¨®n de dominio del ser humano sobre la naturaleza, los mitos de los pueblos asi¨¢ticos son met¨¢foras de un universo en perpetua transformaci¨®n en el que el ser humano es un eslab¨®n, una forma m¨¢s. De entre ellos, India es el de mayor riqueza m¨ªtica.
Los mitos hind¨²es no se limi-
tan a ser un relato de origen y un c¨®digo social; son el despliegue caleidosc¨®pico de un ¨¢mbito con vida propia que dif¨ªcilmente puede considerarse simb¨®lico sin reducirlo a los par¨¢metros cientificistas del XIX. El mundo de los dioses, en India como en otras poblaciones tradicionales, no existe simb¨®licamente (es decir, como esquema referencial que apunta a otra cosa), sino realmente. Basta que un mundo exista en la imaginaci¨®n de todos para que cobre existencia real. Nombrar a los m¨²ltiples dioses que representan el poder de expansi¨®n del universo, su respiraci¨®n o su disgregaci¨®n no es s¨®lo una manera de decir, es una manera de habitar entre todos una realidad que no est¨¢ dada sino que se hace entre todos, a diario, con los gestos y las palabras que forman el ritual de cada sociedad.
La edici¨®n de Wendy Doniger O'Flaherty, conocida sanscritista y especialista en estudios hind¨²es en la Universidad de Chicago, ha sido una de las referencias obligadas para todo aquel que, hace algunas d¨¦cadas, se iniciara en el estudio de India. La selecci¨®n de mitos traducidos por ella en este volumen corresponde a un largo periodo que abarca desde el siglo XII antes de Cristo hasta el siglo XVI.
Desde el Rig Veda hasta los Puranas m¨¢s tard¨ªos, pasando por las grandes epopeyas, como el Mahabharata y el Ramayana, los temas se repiten de m¨²ltiples maneras, acusando las transformaciones culturales del subcontinente. La aparici¨®n de los mundos (el desmembramiento del hombre primordial, en el Rig Veda, o el incesto de Prajapati, en el Aitareya Brahmana), las luchas por mantener el equilibrio c¨®smico, la necesidad de la muerte y los ciclos de generaci¨®n, mantenimiento y destrucci¨®n (los avatares de Visnu para las sucesivas restauraciones del universo o la revelaci¨®n de Siva como energ¨ªa seminal en Brahmanas y Puranas) son los grandes temas sobre los que todos los pueblos se han cuestionado en todas las ¨¦pocas. Otros, como el de la gran Diosa, recuperan la concepci¨®n matriarcal de las poblaciones agr¨ªcolas o, como aquellos que relatan las tribulaciones de Krisna, el car¨¢cter l¨²dico de la vida. El imaginario colectivo en India no carece de recursos. Sus met¨¢foras son espl¨¦ndidas y sus s¨ªmbolos son, m¨¢s que los de cualquier otra construcci¨®n te¨®rica, aptos para adaptarse a los tiempos actuales.
Es costumbre, cuando pretendemos dignificar alguna cosa, elevarla al rango de la abstracci¨®n. Porque en las abstracciones creemos. A las ideas rendimos pleites¨ªa. Tal vez no sea ¨¦sta la mejor manera de acceder a la cosmolog¨ªa hind¨². Sus dioses son fuerzas vivas, y lo ser¨¢n mientras haya quienes sigan contando sus hechos, sus logros, sus derrotas, su ira o su compasi¨®n. Si la Fenomenolog¨ªa del esp¨ªritu, de Hegel, puede entenderse como una magn¨ªfica novela de aventuras, la mitolog¨ªa hind¨² puede considerarse como una de las obras filos¨®ficas m¨¢s relevantes que haya dado la humanidad. A estas alturas, da lo mismo que lo que haga de la realidad mundo sea una novela ejemplar o un ensayo de metaf¨ªsica. El caso es que para entenderla hemos de convertirla en una historia, una historia que pueda ser contada. Y ¨¦sta, sin duda, lo es.
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