Letras de color blanco
Para tratar de la literatura ¨¢rabe, habr¨¢ que explicar lo que los ¨¢rabes han venido entendiendo por adab. El sentido etimol¨®gico del t¨¦rmino es muy variado y amplio: buena educaci¨®n, urbanidad, buenos modales, docencia, bagaje cultural, cultura human¨ªstica, miscel¨¢nea y literatura. Advertimos tambi¨¦n que con el nombre de ¨¢rabe -o si se prefiere, calificativo- se engloban millones de gentes, y en muy diferentes espacios y tiempos, que en esta lengua, la ¨¢rabe, se expresaban -a¨²n muchos se siguen expresando-. Pero algunos de ellos eran en buena manera hijos de otras lenguas y culturas; otros sentimientos y pensamientos, que despu¨¦s cruz¨¢ndose y fundi¨¦ndose se manifestaban -todav¨ªa se manifiestan- en Al Arabiyya. La lengua ¨¢rabe lleg¨® -en cierta medida- a sustituir al griego y al lat¨ªn, al persa y al turco, y a otras lenguas de las llamadas semitas, como un idioma de comunicaci¨®n e intercambio cultural y comercial a lo largo de la Edad Media y a lo ancho del Mediterr¨¢neo, llamado por los ¨¢rabes el Mar Blanco, porque refleja las otras seis culturas de este Mare Nostrum. Y la cultura ¨¢rabe es m¨¢s bien una s¨ªntesis de estas seis culturas (igual que el color blanco que es una fusi¨®n de los otros seis colores del arco iris): la cananea -que incluye la fenicia-, la aramea -que incluye la siriaca-, la mesopot¨¢mica -que incluye la sumaria-, la griega -que incluye la helen¨ªstica-, la latina -que incluye la romance- y la bizantina -que incluye la ortodoxa-. Adem¨¢s la mediterraneidad era el eje principal de los califas omeyas de Damasco y el marco geopol¨ªtico en que se mov¨ªan, llevando su estandarte de color blanco -sustituyendo el color verde del islam- como se?al de comprensi¨®n y respeto mutuo, de tolerancia y de convivencia por toda la cuenca mediterr¨¢nea, fuese en Damasco, su orilla del levante; en Al Qayraw¨¢n de T¨²nez, su orilla del sur, o en C¨®rdoba de Al Andalus, su orilla del poniente.
"Aspiro la fragancia que me llega de mi ciudad / y me hace recordar la juventud y la amistad" (Ben Zaydun de C¨®rdoba)
La cultura ¨¢rabe es m¨¢s bien una s¨ªntesis de estas seis culturas: la cananea, la aramea, la mesopot¨¢mica, la griega, la latina y la bizantina
Precisamente aqu¨ª, en Al Andalus -creemos que quiere decir el para¨ªso-, esta cultura ¨¢rabe alcanz¨® su m¨¢ximo esplendor. Como muestra de esta magn¨ªfica literatura andalus¨ª y con el fin de entender lo que venimos diciendo, tan s¨®lo mencionaremos aqu¨ª tres autores hispano¨¢rabes.
Ben Jafaya de Alcira (1058- 1138):
"?Oh, gente de Al Andalus!, ?qu¨¦ dichosa y bienaventurada!: / agua abundante y sombra extendida, ?cu¨¢nto r¨ªo y arboleda! / Irrumpo yo en llantos derramando l¨¢grimas tras l¨¢grimas, / mientras se derrumba mi entereza, y exclamo con voz af¨®nica: / ?Alguna vez, acaso, retornar¨¦ a la querida tierra de mi Alcira / a calmar mis angustias y a sosegar mi lecho, mi alma tr¨¢gica; / y a vagar por sus valles contemplando c¨®mo hacen abluciones / las laderas de cerros como roc¨ªo y se disipa la noche m¨¢gica? / Aqu¨ª estoy aguzando la vista en este cielo por ver, tal vez, / el resplandor de un rel¨¢mpago que proceda de mi tierra chica". (V¨¦ase nuestro libro triling¨¹e Ibn Jafaya de Alzira. Ayuntamiento de Valencia, 1986).
Ben Zaydun de C¨®rdoba (1003-1075): "Aspiro la fragancia que me llega de mi ciudad / y me hace recordar la juventud y la amistad. / Al deslumbrar el rel¨¢mpago brillando en intensidad, / invito a mis ojos verter sus l¨¢grimas por ansiedad. / ?Poseo, acaso, alguna l¨¢grima que por quien amo derramo? // ?Hay en ti, acaso, esperanza para m¨ª, ?oh, C¨®rdoba lozana!? / ?Un coraz¨®n que arde en tu ausencia, tendr¨¢ fuente sana? / ?Pueden volver tus noches deliciosas en la Sierra Morena? / La hermosura era tu vista, y tu canto, m¨²sica que suena: / Tan tierno en ti, el regazo de la vida, ?cu¨¢nto, madre, te amo!". (V¨¦ase nuestro libro biling¨¹e de este gran poeta cordob¨¦s que est¨¢ editando C¨¢tedra para conmemorar el milenario de su nacimiento).
Y Ben Tufayl (1106-1185), autor de la novela conocida en el mundo occidental como Phiolosophos autodidactus, que fue traducida al hebreo por mano an¨®nima, sobre la que Mois¨¦s de Narbona hizo un Comentario, en hebreo (1349); al lat¨ªn, por Pico de Mirandola, y por E. Pocoke, en Oxford, que edit¨® el texto ¨¢rabe acompa?ado de su traducci¨®n latina. Al espa?ol fue traducida tres veces. La primera a partir del texto ¨¢rabe en una edici¨®n no cr¨ªtica, como se?al¨® en su momento Miguel As¨ªn Palacios, por Francisco Pons Boigues: El fil¨®sofo autodidacto de Abentof¨¢il
..., con pr¨®logo de M. Men¨¦ndez Pelayo, Comas, Zaragoza, 1900 (reeditada en la Colecci¨®n Austral de Espasa Calpe; la segunda edici¨®n -sobre la primera edici¨®n cr¨ªtica de L. Guathier- de Ben Tufayl, El fil¨®sofo autodidacta (Risalat Hayy ben Yaqz¨¢n), nueva traducci¨®n espa?ola por ?ngel Goz¨¢lez Palencia (1889-1949), Madrid, 1934 (segunda edici¨®n, Madrid, 1948) y la tercera por Emilio Tornero, con una introducci¨®n bastante ilustrativa (editorial Trotta, Madrid, 1995).
Esta gran novela literaria, filos¨®fica y m¨ªstica produjo gran pol¨¦mica entre los estudiosos por la semejanza que tiene con el Critic¨®n, de Baltasar Graci¨¢n, sobre todo en los primeros cap¨ªtulos. Nuestro maestro Emilio Garc¨ªa G¨®mez cre¨ªa que la fuente com¨²n de ambas es el Cuento de ¨ªdolo del rey y su hija, relacionado con Alejandro Magno. Sin embargo, lo m¨¢s importante de esta obra, dejando aparte el excelente estilo literario y la estructura novel¨ªstica, es el contenido, o mejor dicho, el objetivo final.
A nuestro entender, Ben Tufayl pretend¨ªa con esta novela y con la larga y profunda introducci¨®n que la ilustr¨®, reconciliar la raz¨®n con el coraz¨®n, las dos tendencias enfrentadas. Es decir, la pura raz¨®n, la especulaci¨®n filos¨®fica, no puede llegar a la verdad absoluta, tampoco la intuici¨®n m¨ªstica es suficiente para conocer la divinidad. De aqu¨ª surge la necesidad de la fusi¨®n (y no la simple mezcla) entre la filosof¨ªa y la religi¨®n; entre la ciencia y la intuici¨®n, entre el sentido com¨²n (Al Fitra, en expresi¨®n del profeta Mohamed: "El islam, Din Al Fitra", es decir: "El islam es la religi¨®n del sentido com¨²n") y la l¨®gica de Arist¨®teles, entre la racionalidad de Averroes de C¨®rdoba y la espiritualidad de Ben Arabi de Murcia o la vitalidad de Avempace de Zaragoza (que es s¨ªntesis de las dos tendencias opuestas y que Ben Tufayl menciona en su pr¨®logo y considera al genial zaragozano como maestro suyo).
Hace falta, por tanto, un fil¨®sofo autodidacta, y es necesaria esta novela sobre Hayy ben Yaqz¨¢n, que representa Al Fitra, la natura; y el sentido com¨²n, y es, a la vez reconciliaci¨®n entre la cristiandad: "Jes¨²s, hijo de Dios, y el islam: Jes¨²s, esp¨ªritu de Dios", ya que: Hayy es hijo de la naturaleza que es Dios vigilante eternamente. Asal, que representa la racionalidad; y Salam¨¢n, que representa la vitalidad pragm¨¢tica; sin embargo, no t¨®pico como la de Asal o natural como la de Hayy, tres nombres inventados por Avicena (980-1037).
El fil¨®sofo autodidacta es s¨ªntesis de la vitalidad existencialista de Avempace, la racionalidad l¨®gica de Averroes y la espiritualidad m¨ªstica de Ben Arabi. Es la primera novela del realismo m¨¢gico, como Cien a?os de soledad de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez es la ¨²ltima, a nuestro criterio.
Mahmud Sobh es catedr¨¢tico de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos (Universidad Complutense de Madrid) y traductor de numerosas obras de literatura hisp¨¢nica al ¨¢rabe. Sobh es autor de la monumental Historia de la literatura ¨¢rabe cl¨¢sica (C¨¢tedra, Madrid, 2002). El pr¨®ximo 1 de noviembre presenta en Amm¨¢n su libro El div¨¢n de la poes¨ªa (C¨¢tedra, 2004), en edici¨®n biling¨¹e.

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