Una de bueyes
Una tarde m¨¢s y van todas iguales. La empresa present¨® otro infame encierro, otra limpieza de corrales. Animales sin trap¨ªo, descastados, mansos, con hechuras de bueyes de carretas y, para colmo, enfermos. El tercero se muri¨® mediada la faena. Cuando salt¨® el sexto, desde la delantera de la grada del cinco le reconocieron: "El buey de Pepito", gritaron. La afici¨®n no entiende nada: toros de media casta en plaza de primera.
Abri¨® tarde Juan Jos¨¦ Padilla, al que por primero le toc¨® el remiendo del festejo, que luci¨® las mismas condiciones de los titulares. Pasado el trance de las banderillas, el jerezano plant¨® cara por ayudados por bajo, siendo enganchado y volteado al iniciar el remate. Estoqueado el de turno, pas¨® a la enfermer¨ªa, de donde regres¨® para pasaportar a su segundo. La merma f¨ªsica la solvent¨® a base de voluntad y ganas de agradar, cosa que leagradecieron ovacion¨¢ndole fuertemente.
San Mart¨ªn / Padilla, Cort¨¦s, Mar¨ªn
Cinco toros de San Mart¨ªn: sin presencia, descastados, mansos e inservibles para la lidia. Y un toro de Jos¨¦ Luis Osborne, manso y descastado. Juan Jos¨¦ Padilla: media estocada (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n). Ant¨®n Cort¨¦s: tres pinchazos, estocada, descabello (ovaci¨®n); estocada trasera (palmas). Seraf¨ªn Mar¨ªn: se muere el toro sin entrar a matar; bajonazo (palmas). Plaza de Zaragoza, 15 de octubre, 8? de feria. Tres cuartos de plaza.
A Ant¨®n Mart¨ªn le toc¨® por suerte el ¨²nico manejable del espect¨¢culo. El de Albacete hac¨ªa su presentaci¨®n. Su presencia era esperada con ilusi¨®n por parte de los aficionados. Su personal concepto del toreo, cadencioso, fino y agradable, encaj¨® r¨¢pido en los tendidos. Faena bien estructurada, basada m¨¢s en redondos que por naturales, rematando las series con gusto, siendo todo ello fuertemente ovacionado. No se le tuvo en cuenta que ni pisara sitio ni cargara la suerte. En el otro se estrell¨® contra la soser¨ªa y las malas intenciones del buey de turno.
Seraf¨ªn Mar¨ªn alegr¨® a la concurrencia con variado capote. Cambi¨® de tercio montera en mano, brindando al p¨²blico. Su inicio, prometedor a base de series por redondos, cal¨® en los tendidos. La sorpresa lleg¨® cuando mediada la cuarta serie el toro se derrumb¨® muerto. La impresi¨®n que caus¨® tal circunstancia entre los asistentes fue tremenda. El torero, l¨®gicamente cariacontecido, recibi¨® desde el tercio la ovaci¨®n con que le premiaron su esfuerzo. En el que cerr¨® festejo, entreg¨® voluntad y deseos pero sin resultado. A los bueyes no se les puede torear. Los aficionados conf¨ªan su ¨²ltima carta a Victorino Mart¨ªn, ganadero del festejo de hoy.
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