La conjura de los virreyes
Un aire tedioso de bostezos y sudores gravitaba, el pasado 13 de junio, sobre los colegios electorales de las ciudades y las villas costeras de Galicia. Los ciudadanos de la franja urbana de la comunidad, la m¨¢s pr¨®spera, joven y activa, te¨®ricamente tambi¨¦n la m¨¢s europe¨ªsta, buscaron el alivio del mar en ese domingo caluroso y se desentendieron de la suerte del Parlamento de la Uni¨®n Europea. Mientras la Galicia desarrollada se daba a la molicie, las colas ante los colegios herv¨ªan en lugares como Nogueira de Ramu¨ªn, en la Ribeira Sacra del r¨ªo Mi?o, entre Ourense y Lugo, un municipio de 2.500 habitantes desperdigados en un sinf¨ªn de aldeas y con una edad media de 53 a?os. En Nogueira, donde empez¨® su carrera pol¨ªtica Jos¨¦ Luis Baltar, presidente del PP de Ourense, las elecciones europeas prendieron el fervor popular. Siete de cada 10 inscritos en el censo acudieron a las urnas. El 77% de ellos vot¨® al PP.
En Nogueira, donde empez¨® su carrera pol¨ªtica Jos¨¦ Luis Baltar, las elecciones europeas prendieron el fervor popular. Siete de cada 10 inscritos en el censo acudieron a las urnas. El 77% de ellos vot¨® al PP
El pasado 13-J, en cada pueblo se puso en marcha la flotilla de coches para "sacar votos de debajo de las piedras", como dice a menudo el presidente de la Xunta, Manuel Fraga
"Yo no creo en el voto cautivo, hay 'carrexo' porque la gente se deja 'carrexar", precisa Carlos Mella, que hace a?os fue vicepresidente de la Xunta con AP
S¨®lo uno de los 17 diputados de Ourense no tiene alg¨²n hijo trabajando para la instituci¨®n, donde una de cada cuatro personas ocupadas cobra del sector p¨²blico
Con ese "zurr¨®n cargado de votos" se present¨® Baltar ante Fraga, hace un mes, para anunciarle que iba a dejar el partido, harto del acoso de "los de Madrid"
"El clientelismo", explica Maiz, fue el "instrumento pol¨ªtico que adoptaron los notables locales de la derecha en Galicia" tras la ca¨ªda del franquismo
?A ti de d¨®nde te viene el galleguismo? -pregunt¨® Mella a un compa?ero. -Pues de que antes ten¨ªa 30.000 pollos y ahora 300.000
"Mi padre era molinero, no presidente de una Audiencia o de una Diputaci¨®n", sol¨ªa decir Cui?a, en alusi¨®n a los or¨ªgenes familiares de Rajoy y Romay
"El partido est¨¢ roto por dentro", sostiene Lagares, autora de una tesis doctoral sobre el PP gallego. "Lo que falta por ver es c¨®mo se materializa la ruptura"
El fen¨®meno se repiti¨® en Ourense y Lugo, las dos provincias m¨¢s rurales y con menor renta de Galicia, donde los ¨ªndices de participaci¨®n el 13-J superaron hasta en 20 puntos porcentuales a los de las ciudades, siempre con resultados abrumadores a favor del PP. Ese domingo de playa para tantos miles de gallegos no se detuvieron las maquinarias electorales de Baltar o del presidente de la Diputaci¨®n de Lugo, Francisco Cacharro. En cada pueblo se puso en marcha la flotilla de coches para "sacar votos de debajo de las piedras", como dice a menudo el presidente de la Xunta, Manuel Fraga. "Nuestros coches facilitan el transporte a los electores que viven en lugares aislados y que, en muchos casos, son ancianos e impedidos", explica un dirigente de Ourense. "El PSOE y el Bloque tratan de hacer lo mismo, pero la gente, que vota lo que quiere, no se sube con ellos".
A esa modalidad de transporte electoral se le llama carrexo, acarreo, un vocablo cl¨¢sico del diccionario pol¨ªtico de Galicia. O Carrexa dec¨ªa llamarse el hombre que hace un par de a?os fue introducido por el entonces alcalde del PP en O Porri?o (Pontevedra), Jos¨¦ Manuel Barros, a un locutor de la radio p¨²blica auton¨®mica durante la retransmisi¨®n en directo de una romer¨ªa.
-?Y qu¨¦ carrexa usted -pregunt¨® el locutor.
-Normalmente, muertos, porque tengo una funeraria. Pero en elecciones, tambi¨¦n carrexo vivos.
-Para todos los partidos, supongo.
-De eso nada. S¨®lo para el Partido Popular.
Procesos judiciales
El carrexo ha originado unos cuantos procesos judiciales. Para ilustrar las denuncias, los interventores socialistas y nacionalistas acuden a los colegios de algunas zonas provistos de equipos de fotograf¨ªa. En las auton¨®micas de 2001, el entonces presidente del PP de Lugo, Jos¨¦ Luis Iravedra, les amenaz¨® durante un m¨ªtin: "Que se anden con cuidado, a ver si les rompen las c¨¢maras".
Despu¨¦s de que su ej¨¦rcito de agentes electorales peinase hasta la ¨²ltima pista forestal de la provincia de Ourense, Baltar present¨® la noche del 13-J el mejor resultado del PP en las cuatro circunscripciones gallegas, el 55,86% de los sufragios, 10 puntos porcentuales m¨¢s que en Pontevedra, el feudo del presidente nacional del partido, Mariano Rajoy. Con ese "zurr¨®n cargado de votos", como lo describe ¨¦l mismo, se present¨® Baltar ante Fraga, hace un mes, para anunciarle que iba a dejar el partido, harto del acoso de "los de Madrid" y del sector del PP gallego aglutinado en torno a Rajoy, la facci¨®n que uno de los colaboradores del l¨ªder ourensano describe como "los que van a pedir el voto a la aldea calzando zapatos de 300 euros". El gesto de Baltar sirvi¨® para escenificar descarnadamente ante el p¨²blico el cisma interno del PP gallego y para corroborar que la ¨²ltima columna que sostiene el entramado, Manuel Fraga, es un hombre de 81 a?os, sin sucesor a la vista y debilitado pol¨ªtica y personalmente. Todo un sistema de poder, forjado en la transici¨®n, parece haber entrado en crisis.
"Yo no creo en el voto cautivo, hay carrexo porque la gente se deja carrexar", precisa Carlos Mella, economista, que fue vicepresidente de la Xunta en un Gobierno encabezado por Alianza Popular. "Pero esto, sin duda, es una forma de caciquismo. La crisis afecta a un partido que entiende la pol¨ªtica a la antigua, a una concepci¨®n del poder como dispensador de favores y a un electorado que decide su voto en funci¨®n de peque?os regalos particulares". El diagn¨®stico s¨®lo difiere en su caracterizaci¨®n t¨¦cnica del que suscribe Ram¨®n Maiz, decano de Ciencias Pol¨ªticas de Santiago y estudioso del fen¨®meno: "M¨¢s que caciquismo, que es propio del siglo XIX, esto es un ejemplo cl¨¢sico de clientelismo partidista. Lo propicia la falta de desarrollo y de atenci¨®n de los poderes p¨²blicos, y echa ra¨ªces en comunidades peque?as, donde es muy f¨¢cil identificar el sentido del voto de cada uno".
Las apelaciones al clientelismo son constantes estos d¨ªas, incluso entre comentaristas pr¨®ximos a las tesis oficiales del PP gallego. Se habla de un partido, el de Rajoy, renovado, moderno y liberal, espejo de la Galicia urbana del siglo XXI y v¨ªctima de la conjura de los viejos barones rurales que ven amenazados sus privilegios. Dos mundos que han colaborado desde 1981, cuando los populares consiguieron en los comicios auton¨®micos gallegos su primera victoria electoral en toda Espa?a, y que no siempre han sido tan distintos. Entre los aliados de Rajoy ha habido gente como Jos¨¦ Castro, ex alcalde de Ponteareas (Pontevedra), inhabilitado por repartir ilegalmente decenas de puestos de trabajo entre militantes del PP, o Romay Beccar¨ªa, ex ministro de Sanidad, quien en sus tiempos de consejero de Agricultura iba por los pueblos para entregar personalmente, tal¨®n en mano, las ayudas a los labradores.
Sobre unos y otros ha reinado Fraga desde 1989, cuando lleg¨® a Galicia para sofocar un conflicto interno "en una derecha en desbandada, que suspiraba por un jefe", como recuerda Mella. Un reinado indiscutible, a condici¨®n de compartir el poder con una especie de virreyes territoriales crecidos en una comunidad donde la dispersi¨®n poblacional siempre ha propiciado el localismo. Un sistema que el portavoz del BNG en el Parlamento aut¨®nomo, Xos¨¦ Manuel Beiras, defin¨ªa hace unos d¨ªas dirigi¨¦ndose a Fraga: "Usted es como un rey de la Alta Edad Media, cuando el poder estaba en los feudos y lo ten¨ªan los se?ores feudales. El rey era uno de ellos, s¨®lo que lo escog¨ªan como ¨¢rbitro de sus disputas".
El clientelismo, explica Maiz, fue el "instrumento pol¨ªtico que adoptaron los notables locales de la derecha en Galicia" tras la ca¨ªda del franquismo. Muchos de ellos se adhirieron a Fraga, quien en sus peores momentos de impopularidad durante la transici¨®n lograba en su tierra de origen la mitad de la representaci¨®n parlamentaria de AP en toda Espa?a. Cuando retorn¨® a Galicia en 1989 para recuperar el poder perdido durante dos a?os por la fractura interna que hab¨ªa derivado en una moci¨®n de censura, Fraga entendi¨® que la paz no se lograr¨ªa sin preservar los derechos territoriales de los barones. Uno de ellos era Cacharro Pardo, senador en todas las legislaturas desde 1979 y presidente de la Diputaci¨®n de Lugo. Cacharro neg¨® al fundador del partido el deseo expresado p¨²blicamente de encabezar la lista de las auton¨®micas de 1989 por su provincia natal, Lugo. "Es mejor que don Manuel vaya por A Coru?a", aconsej¨® Cacharro. Cuatro a?os atr¨¢s, ya hab¨ªa alterado a ¨²ltima hora y sin previo aviso la candidatura provincial elaborada por la direcci¨®n del partido. Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Gallard¨®n fue entonces a verle como emisario de Fraga. "Lo mand¨¦ al carallo", relatar¨ªa Cacharro, a?os despu¨¦s, al periodista Jos¨¦ de Cora. "Le dije: 'Me puedes abrir siete expedientes, que me trae sin cuidado".
La peor situaci¨®n que encontr¨® Fraga estaba en Ourense, donde compet¨ªan la derecha cl¨¢sica de AP y la plataforma ruralista pol¨ªtico-empresarial de Eulogio G¨®mez Franqueira, fundador de las cooperativas agrarias Coren, la primera industria de la provincia. Franqueira, galleguista en su juventud, hab¨ªa estado en UCD y, tras la desintegraci¨®n, fund¨® Coalici¨®n Galega, "un partido que se dec¨ªa nacionalista y en ¨¦l que no ve¨ªas un nacionalista ni de co?a", ironiza Mella, uno de sus dirigentes.
-?A ti de d¨®nde te viene el galleguismo? -pregunt¨® un d¨ªa Mella a un compa?ero.
-Pues de que antes ten¨ªa 30.000 pollos y ahora 300.000.
Jos¨¦ Luis Baltar, un maestro rural que se pag¨® la carrera trabajando de revisor de autob¨²s y de vendedor de piensos y gaseosas, lleg¨® a la pol¨ªtica a trav¨¦s de Coren, para la que dirigi¨® una granja en Nogueira de Ramu¨ªn. Ascendi¨® de alcalde a presidente de la Diputaci¨®n, y a partir de 1991, cuando negoci¨® el ingreso en el PP de su partido, Centristas de Galicia, ¨²ltimo residuo de la herencia de Franqueira, vivi¨® sus a?os de esplendor a la sombra de Fraga. Hoy, s¨®lo uno de sus 17 diputados provinciales no tiene alg¨²n hijo trabajando para la instituci¨®n, codiciada fuente de empleo en una provincia donde una de cada cuatro personas ocupadas cobra del sector p¨²blico. Entre las conquistas de Baltar est¨¢n las mayores marcas electorales del PP gallego, el no perderse ni un entierro en la provincia o las nutridas colas de ciudadanos que acuden a solicitarle favores. "Hay veces que atiende en cuatro despachos a la vez", dice un colaborador. "?l sabe escuchar, y la gente le pide ayuda hasta para curar una vaca enferma".
En los a?os dorados del fraguismo, Baltar hizo causa com¨²n con Cacharro y con Xos¨¦ Cui?a, el hombre al que el presidente entreg¨® la secretar¨ªa del PP gallego. "Yo tuve que gan¨¢rmelo todo. Mi padre era molinero, no presidente de una Audiencia o de una Diputaci¨®n", sol¨ªa decir Cui?a a sus amigos, en alusi¨®n inequ¨ªvoca a los or¨ªgenes familiares de sus rivales Rajoy y Romay. Cui?a empez¨® de concejal en su pueblo, Lal¨ªn (Pontevedra), y acab¨® a la diestra de Fraga con ambiciones de sucederle. En el pin¨¢culo de su poder se permiti¨® marginar a Rajoy, quien ya era un miembro destacado de la direcci¨®n nacional del PP, proclamar la soberan¨ªa de la organizaci¨®n regional y exacerbar el mensaje galleguista de Fraga hasta situarse "al borde de la autodeterminaci¨®n". Con Cui?a al mando y repartiendo inversiones desde la consejer¨ªa de Obras P¨²blicas, los virreyes estaban a gusto, y la maquinaria regional del partido s¨®lo aparec¨ªa para imponer disciplina y organizar las elecciones.
Todo el mundo se acord¨® de Cui?a cuando estos d¨ªas, en medio de la crisis, el consejero de Pesca, Enrique L¨®pez Veiga, af¨ªn al sector de Rajoy, aludi¨® a compa?eros de partido que "se han enriquecido en paralelo a la pol¨ªtica". Las noticias sobre el crecimiento exponencial del holding de empresas de Cui?a, dedicado a la venta de materiales para la construcci¨®n, se conoc¨ªan desde hace una d¨¦cada por diversos reportajes de prensa. En el PP no hubo respuesta hasta diciembre de 2002, con el nunca m¨¢is resonando multitudinariamente, cuando Cui?a trat¨® de distanciarse de la gesti¨®n del Gobierno de Aznar ante la cat¨¢strofe del Prestige y, en medio de una disputa interna que paraliz¨® a Fraga, reaviv¨® sus ambiciones sucesorias frente a los hombres de Rajoy. En esos d¨ªas, la cadena SER divulg¨® que una de sus empresas hab¨ªa vendido una partida de botas de agua, por un valor de 45.000 euros, para la limpieza del chapapote. El consejero de Obras P¨²blicas no se lo cre¨ªa cuando Fraga, en contacto con Rajoy, le forz¨® a dimitir. Tampoco Baltar, quien argument¨®: "Con todo lo que ya se sab¨ªa de antes, no se entiende que ahora le hagan esto por 45.000 euros". Y previno a los suyos: "Atentos, que vienen con la segadora".
La primera gran batalla
En aquellos d¨ªas, Fraga sufri¨® la primera gran batalla interna y tambi¨¦n su primer desvanecimiento en p¨²blico. Desde entonces, la fractura no ha hecho m¨¢s que agravarse hasta poner al partido al borde de la escisi¨®n. La crisis se ha resuelto moment¨¢neamente con un acuerdo que es un arcano, tras algunas citas nocturnas en coches o en lugares desconocidos, con ese tipo de di¨¢logos entre gente que se conoce desde hace mucho y est¨¢ en condiciones de advertir del riesgo que corren los navegantes solitarios. "Pero el partido est¨¢ roto por dentro", sostiene Nieves Lagares, profesora de Pol¨ªticas en Santiago y autora de una tesis doctoral sobre el PP gallego. "Lo que falta por ver es c¨®mo se materializa la ruptura".
Medio a?o atr¨¢s, en un mitin de la campa?a del 13-J, Fraga evocaba el himno del PP gallego, una canci¨®n de Juan Pardo titulada Xuntos, para mandar un aviso a los suyos: "Juntos seremos siempre fuertes. Separados nos vamos al carallo".
![Busto de piedra de Jos¨¦ Luis Baltar, presidente de la Diputaci¨®n de Ourense, en el pueblo orensano de Os Blancos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/H2UP5FHPSJMHLJ44W4GH2F6GLU.jpg?auth=0aa392e6719b23cdfa2079606bd8f9904367b5a72cde9ff189a69fef19d6ad88&width=414)
Un sitio distinto para el PP
LA SEMILLA DE LA DISCORDIA estaba plantaba desde su nacimiento en el PP gallego. Seg¨²n el diagn¨®stico de la profesora Lagares, la crisis que estalla ahora es s¨®lo la manifestaci¨®n de las "tensiones originarias" latentes durante a?os. "Hay una tensi¨®n organizativa, porque el modelo de desarrollo del partido desde su nacimiento fue territorial", apunta Lagares. "Tambi¨¦n de liderazgo, al flaquear la figura de Fraga como punto de equilibrio entre tendencias; e ideol¨®gica, ya que aparecen dos grupos con intereses distintos que defienden, por ello, ideas distintas, unos m¨¢s galleguistas, otros m¨¢s centralistas".
Lagares certifica la ruptura interna, aunque considera dif¨ªcil que el escenario sea el del congreso regional que se celebra el pr¨®ximo fin de semana y en el que deber¨ªan plasmarse algunos de los acuerdos, hasta ahora ignotos, alcanzados entre Fraga y lo que ¨¦l mismo, tras sofocar la revuelta, ha calificado de "ejemplar grupo orensano". El precario equilibrio se pondr¨¢ a prueba en esa cita y, un a?o m¨¢s tarde, en la elaboraci¨®n de las listas para las elecciones auton¨®micas. Siempre que a Fraga no le fallen "el ¨¢nimo y las fuerzas", como ha dicho Rajoy, para ser candidato a la presidencia de la Xunta en 2005.
Otro profesor de Pol¨ªticas de Santiago, Pedro Puy, que es director general en la Consejer¨ªa de Presidencia de la Xunta y ha trabajado en los documentos para el inminente congreso del PP, no niega la crisis, pero le resta dramatismo. "El PP agrupa todo el espacio del centro-derecha en Galicia, con sus distintos matices, y es l¨®gico que se produzcan tensiones, que se discuta si debe haber m¨¢s o menos autonomismo", argumenta. "Pero estos sectores son perfectamente capaces de convivir". La imagen de un partido troceado en feudos territoriales personalistas es, seg¨²n Puy, la de la etapa anterior a la llegada de Fraga.
Para Puy, hablar del poder del clientelismo es "poner en duda la soberan¨ªa de los votantes. Lo que ocurre es que las otras fuerzas pol¨ªticas no han podido competir con la maquinaria de partido del PP y con liderazgos tan pr¨®ximos al ciudadano como los suyos". Otro factor que apunta Puy es la asunci¨®n de un tipo particular de galleguismo, "que no es patrimonio de ning¨²n sector, sino de todo el partido, y que ha hecho del PP de Galicia un modelo propio de entender el Estado de las Autonom¨ªas y adaptarse a una nacionalidad hist¨®rica".
Con todo, los analistas del PP gallego no ocultan que el partido est¨¢ en claro retroceso entre el electorado joven y urbano.
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