El esp¨ªritu Erasmus
Desde 1987, 170.000 universitarios espa?oles han participado en un programa educativo destinado a formar ciudadanos de Europa
"Espa?oles. Italianos. Espa?oles. Belgas. Espa?oles. Ingleses. Espa?oles. La Mensa. Biblioteca di Lettere. Ex¨¢menes. Repescas. Ssshhhh, 'est¨¢n estudiando'. Viajes. Muchas visitas ('en mi casa hay sitio'). Il Palio. Partidos de f¨²tbol. Sobremesas en la Piazza del Campo. 100 kilos de pasta. 100 tortillas de patata. Dos intentos de paella. 'He tra¨ªdo helado'. Litros de sangr¨ªa (no digo cu¨¢ntos). El carro de la compra (lo que dio de s¨ª). 'Nos hacen falta vasos?'. Fiestas. Vespa. Ciudad preciosa. Gente incre¨ªble. A?o inolvidable. Erasmus 1999-2000. Siena (Italia)".
?sta es una carta entre el millar recibido en respuesta a la convocatoria de EPS. Unos 170.000 universitarios espa?oles han sido y son Erasmus desde 1987. Dos millones en toda Europa, de 3.000 universidades, de 30 pa¨ªses. Una beca nacida con una idea: crear ciudadanos europeos. Valoraci¨®n de los lectores: se recibe poco dinero, pero merece la pena. Esta semana se entrega el Premio Pr¨ªncipe de Asturias al Programa Erasmus. Por Lola Huete Machado.
Las cartas han sido casi mil, tantas que empezamos ya a creer que Erasmus somos todos, aunque desde que se puso en marcha el programa en Bruselas en 1987 hasta el curso antepasado hayan participado unos 170.000 estudiantes espa?oles (de un total de 1,5 millones, seg¨²n el INE). Y si Gloria Merch¨¢n nos introduce, en la p¨¢gina anterior, en el gusto por ser y vivir en esa condici¨®n estudiantil, es Elvira Dom¨ªnguez, desde Francia, la que mejor (entre otras muchas estupendas; imposible citar o incluir todas) sintetiza en su carta prospecto las caracter¨ªsticas del Programa Erasmus. A saber. "Propiedades: f¨¢rmaco de reconocida eficacia en la prevenci¨®n y el tratamiento de la timidez, ?o?er¨ªa, nacionalismo, racismo, chovinismo y otros males de orden social. Composici¨®n: estancia en una ciudad de la UE para continuar estudios universitarios. Indicaciones: favorece el aprendizaje de idiomas, la sociabilidad y el inter¨¦s por la cultura, la tolerancia y el sentimiento de pertenencia a Europa. Posolog¨ªa: administrar al menos una vez en la vida, preferentemente en j¨®venes. Presentaci¨®n: estancias de 3 a 12 meses. Contraindicaciones: no descritas. Incompatibilidades: la relaci¨®n sentimental en el pa¨ªs de origen puede resultar da?ada, por lo que no se aconseja su utilizaci¨®n simult¨¢nea. Efectos secundarios: la lengua materna puede sufrir da?os, as¨ª como cualquier tercer idioma estudiado (estos s¨ªntomas desaparecen al abandonar el tratamiento); puede producirse aumento de la asistencia a fiestas, de suspensos, promiscuidad, incapacidad de convivir de nuevo con los padres, cr¨ªtica de las costumbres del pa¨ªs de origen, dependencia del correo electr¨®nico, multiplicaci¨®n de abonos a Europa 15, viajes por Europa para visitar a los amigos, idealizaci¨®n del medicamento. Precauciones: en algunos casos se ha descrito dependencia al tratamiento y depresi¨®n al abandonarlo; si es as¨ª, administrar viajes peri¨®dicos a la ciudad Erasmus hasta que la dependencia se aten¨²e. Advertencia: se han observado casos de pacientes que se instalan a?os en el pa¨ªs de acogida; algunos, definitivamente. Intoxicaci¨®n: la intoxicaci¨®n es rara, dado su elevado ¨ªndice terap¨¦utico. Sin receta m¨¦dica".
El Programa Erasmus (por Erasmo de Rotterdam) naci¨® en la UE en 1987. El objetivo: impulsar la integraci¨®n europea a trav¨¦s de la educaci¨®n, apoyar la movilidad y el conocimiento, crear poco a poco una ciudadan¨ªa continental. Aquel a?o s¨®lo 240 espa?oles se sumaron al programa; en el ¨²ltimo curso contabilizado (2002-2003; del pasado a¨²n no hay datos porque los alumnos "a¨²n est¨¢n regresando", informan en la Agencia Erasmus) son ya 18.258.
Los m¨¢s animosos hist¨®ricamente han sido los estudiantes de Ciencias Empresariales, de Ling¨¹¨ªstica y Filolog¨ªa, y de Ingenier¨ªa y Tecnolog¨ªa. Por comunidades: Madrid, la m¨¢s adicta, seguida de Catalu?a, Andaluc¨ªa y Valencia. Y los pa¨ªses de destino habituales: Italia, Francia, Reino Unido y Alemania. Extranjeros que vinieron a Espa?a el curso 2002-2003: 21.289. ?Qui¨¦n puede solicitar las becas Erasmus? Universitarios y alumnos de escuelas de arte o conservatorios. ?D¨®nde? En las universidades, que son las que convocan plazas de acuerdo a convenios con centros europeos. ?Convalidan estudios? "Reconocimiento de estudios es el t¨¦rmino adecuado", dicen en la Agencia, el organismo que se ocupa de la gesti¨®n del dinero y de aplicar la normativa de la casa madre, la Comisi¨®n Europea. Por eso conviene ir siempre "con un contrato de estudios firmado del centro de origen y destino". Por precauci¨®n. El m¨ªnimo de estancia, tres meses; el m¨¢ximo, un a?o. Y no se puede repetir.
Entre las cartas recibidas en EPS las ha habido de j¨®venes y no tan j¨®venes; de alumnos y profesores; de expertos que ofrec¨ªan sus publicaciones, como Lioba Sim¨®n (autora de El Programa Erasmus en Espa?a: balance de la movilidad universitaria) o Patricia Plaza ("Escrib¨ª un art¨ªculo en la revista de informaci¨®n general de la Universidad de Granada, Campus: 'Erasmus, un programa consolidado', n¨²mero 81, p¨¢ginas 16-17, marzo de 1994"). Y hasta pol¨ªticos, como ?scar L¨®pez ?gueda, que fue Erasmus en Inglaterra y es hoy diputado del PSOE por Segovia. "La generaci¨®n Erasmus ya est¨¢ en el Congreso de los Diputados", dice. De otro modo se ofrece Ana Pintos ("Me voy de Erasmus a Cagliari, Cerde?a, Italia, este mes?"), que sugiere seguirla en su beca para redactar luego su experiencia. Sandra Martorell tiene la misma idea: "Me encuentro ahora en pleno papeleo (el cual empez¨® hace cinco meses)? Permisos de residencia, cuenta bancaria en el extranjero? Es un aver¨ªguate la vida, por no hablar de la cantidad tan m¨ªnima que te dan de beca, 100 o 200 euros, cuando si te vas a otro lugar de Espa?a pueden darte 500. Il¨®gico".
El dinero es la madre del cordero. Los hay, como Sara Romero, que empiezan: "Esto no es una beca, es una desgracia". Pero en la Agencia Erasmus lo explican. "Se reciben unos fondos comunitarios que este a?o en Espa?a ser¨¢n de 15 millones de euros. Hay pa¨ªses que optan por pagar m¨¢s y mandar menos estudiantes. Nosotros optamos por repartir lo m¨¢s posible". Y se?alan que las propias universidades de origen aportan dinero, tambi¨¦n las comunidades aut¨®nomas e incluso empresas privadas. Hay que mirar siempre todas las opciones y posibilidades. Otro consejo de alumnos experimentados: consulta los foros de tu universidad, habla con otros.
Y no hay raz¨®n para desesperar: el objetivo del Erasmus es mover por Europa a tres millones de universitarios en 2010.
Superar una p¨¦rdida
Jos¨¦ Martino Mart¨ªnez (23 a?os). Torrelavega (Cantabria). Erasmus en Roma, 2001-2002
Mi beca fue m¨¢s que decisiva en un momento en el que necesitaba creer en los sue?os. Mi madre hab¨ªa fallecido de c¨¢ncer. Estaba destrozado, vac¨ªo. Me sent¨ªa muy viejo, desenga?ado, enfadado con la vida; un chico al que, con 20 a?os, un mal d¨ªa se le rob¨® la ilusi¨®n. Entonces lleg¨® la gran oportunidad para reconstruirme por dentro: un a?o en Italia. La belleza del pa¨ªs, su gente, su lengua? me ayudaron a superar poco a poco la p¨¦rdida. Fue renacer.
Dos clases de personas
Aida Alba (26 a?os). Asturias.
Erasmus en Glasgow, curso 2000-2001
Una amiga m¨ªa me dijo: "En el futuro habr¨¢ dos clases de personas: las que se hayan ido de Erasmus y las que no". Cuando oigo a los pol¨ªticos debatir sobre si la construcci¨®n europea se cimentar¨¢ en una hacienda o una pol¨ªtica exterior com¨²n, pienso que Europa la har¨¢n los j¨®venes que a?o tras a?o dejan sus prejuicios atr¨¢s para, con dos duros, coger las maletas y embarcarse en una de las m¨¢s gratas experiencias. A algunos, el Erasmus les sirve para conseguir empleo, encontrar el amor, superar un bache, salir del armario, aprobar, descubrir que algunos alemanes tienen sentido del humor o que los italianos no siempre visten de Armani? A m¨ª me sigue maravillando saber que podr¨¦ leer el Da Vinci code de una sentada o que podr¨ªa recorrer el mundo sin pagar hotel.
Un padre encantado
Ricardo Moreno Bordera
Erasmus: buena soluci¨®n, aunque precarias las prestaciones. Dos de mis hijas han vivido con gozo su aventura: una, en Portugal, aprendi¨® la lengua; otra se fue a Francia a hacer la tesina de su carrera, sigui¨® en Francia, se hizo doctora y aprob¨® cum laude, trabaj¨® en varias universidades europeas de investigadora de fondos marinos, y al final es curadora del Museo de Ciencias de Par¨ªs. Luego se ha casado con un franc¨¦s, y eso que s¨®lo fue a realizar la tesina. ?Viva la Erasmus!
La familia Erasmus
Pedro Villa. San Pedro del Pinatar (Murcia). Erasmus en Hasselt (B¨¦lgica), 1997-1998
Hicimos una pi?a de ocho personas, cada una de su padre y de su madre, y entre todos hemos conseguido mantenerla unida. Seguimos reuni¨¦ndonos todos los a?os. Y como una familia, vamos creciendo: las parejas se van uniendo al grupo. Y pronto empezar¨¢ una nueva generaci¨®n: los hijos Erasmus (por cierto, mi peque?a ni?a ser¨¢ la primera). Fui a terminar una carrera, a mejorar idioma y curr¨ªculo, y me encontr¨¦ con una segunda familia a la que quiero: la familia de Stokerijstraat, la calle donde estaba la residencia.
La vuelta al mundo
Natalia Contreras. Alicante. Filolog¨ªa
Hisp¨¢nica. Macerata (Italia), 1990-1991
Dice Juan Bonilla que hay dos formas de volver a casa: darse la vuelta y dar la vuelta al mundo. Form¨¦ parte de la segunda expedici¨®n Erasmus de la Universidad de Alicante, cuando lo que ten¨ªa que ver con el programa era raro y escaso: dinero, informaci¨®n y experiencia. Fue suficiente para que mi punto de vista se moviera de lugar y descubriera que un tren que te lleva a 2.000 kil¨®metros te acerca asombrosamente a ti misma. Me qued¨¦ cinco a?os m¨¢s, aprend¨ª un idioma y una profesi¨®n, y nada menos que 14 a?os despu¨¦s s¨®lo puedo decir que un 60% de lo que soy se lo debo a aquella aventura, y as¨ª se lo cuento a mis alumnos europeos, a las generaciones que han recogido el testigo.
Defraudada
Silvia G¨®mez. El Escorial (Madrid).
Erasmus en Alemania, 1999-2000
?Es que nadie sabe cu¨¢l es la ayuda econ¨®mica? ?Y los problemas con que te encuentras despu¨¦s para convalidar las asignaturas cursadas en el extranjero? En mi ¨¦poca, hace cuatro a?os, esta dotaci¨®n no llegaba a las 10.000 pesetas mensuales, cantidad que era ingresada en su mayor parte cuando el estudiante estaba ya de vuelta en Espa?a. As¨ª que, si no hab¨ªas encontrado trabajo all¨ª desde Espa?a (dif¨ªcil), o no ten¨ªas unos padres que te ayudasen durante los primeros meses (m¨¢s dif¨ªcil), o no hab¨ªas pasado a engrosar las filas de empleados de McDonald's o de Correos (m¨¢s f¨¢cil), no hab¨ªa ni la m¨¢s remota posibilidad de poder disfrutar de esta beca. Cuando regresabas a Espa?a te encontrabas con que algunos profesores te las convalidaban con nota m¨¢xima de suficiente. Por supuesto que mi estancia en el extranjero fue positiva, me qued¨¦ ocho a?os en aquel pa¨ªs y pienso regresar, pero no fue gracias a la beca Erasmus.
"The Erasmus spirit"
Ruth S¨¢ez (26 a?os). Burgos. Educaci¨®n Infantil. Erasmus en Leiria (Portugal)
Era nuestra frase, lo significaba todo. ?ramos pocos (unos 25), sal¨ªamos juntos s¨®lo por el hecho de ser Erasmus, hac¨ªamos cosas que en circunstancias normales no har¨ªamos (como autoestop). Los cumplea?os eran lo mejor, cuando escuchabas el "cumplea?os feliz" en tantos idiomas como nacionalidades presentes (para m¨ª, el verdadero regalo).
Besos y 'fondue'
Aurora Jos¨¦ Cruz (23 a?os). Ja¨¦n. Qu¨ªmica. Erasmus en Neuch?tel (Suiza), 2000-2001
"Not again!". Geert volv¨ªa a dejar caer su trozo de pan en la fondue, por d¨¦cima vez consecutiva, para robarme un beso. Fondue y vino blanco, nuestra cena social favorita. Nunca olvidar¨¦ los paseos en bici a orillas del lago de Neuch?tel, las monta?as, el chocolate caliente en invierno, el t¨¦ con nube por las ma?anas, el sabor del gruy¨¨re, la experiencia cient¨ªfica tan llena de aportaciones personales, el calor humano. Conviv¨ª con nueve personas de ocho nacionalidades. Aprend¨ª que hablar el mismo idioma no es siempre la clave del entendimiento.
Gracias, Erasmus
Jaime Echeverri. Becario en Par¨ªs
El primer d¨ªa en la Universidad de Dauphine me invadi¨® una sensaci¨®n de desconcierto total, hasta que cruc¨¦ la mirada con un compa?ero de clase que ten¨ªa la misma expresi¨®n de perdido que yo. Ser¨¢ de Espa?a, pens¨¦. En un franc¨¦s rudimentario me explic¨® que ven¨ªa de Mil¨¢n. Al rato se nos uni¨® una pelirroja de Londres, y luego una chica de Francfort? La droga de conocer Europa y a los europeos se te mete enseguida. Al a?o siguiente, ya en Madrid, trabaj¨¦ como becario en la Oficina Erasmus de mi Facultad. Al acabar la carrera frecuentaba los bares de Erasmus. Unos meses despu¨¦s ya estaba trabajando en Par¨ªs?, con novia sueca. Cuando me propusieron dar la vuelta al mundo no lo pens¨¦ dos veces: el sureste asi¨¢tico, Australia, Nueva Zelanda, Am¨¦rica del Sur, y ahora, en Vermont (Estados Unidos). Gracias, Erasmus.
La felicidad
Ana Alarc¨®n. Estudiante Erasmus
en Aarhus (Dinamarca), 1998-1999
Creo que nunca en la vida hab¨ªa necesitado tanto que me oyera. Hab¨ªa hablado con ella el d¨ªa anterior para darle el parte semanal, as¨ª que, la pobre, se extra?¨® un poco de que volviera a llamarla. "?Est¨¢s bien??". "S¨ª, s¨ª, mam¨¢, s¨®lo te llamo para decirte que soy feliz?, muy feliz". Ella deb¨ªa de sonre¨ªr, su tarea de progenitora se daba por culminada.
Mi vida inglesa
Miriam Caro. Castilla-La Mancha. Bellas
Artes. Erasmus en Manchester, 1999-2000
Estudi¨¦ dise?o de moda y artes interactivas. Ten¨ªa 21 a?os. El dinero de la beca se hac¨ªa escaso incluso para vivir sin lujos, pero recuerdo todo lo que ten¨ªa. Y era feliz. Esa casita en St. George Street. Mi lugar en clase, mi tutor, mis compa?eros. Picadilly Center y su lluvia cosmopolita. Los e-mails. Las clases de ingl¨¦s para inmigrantes. El olor a curry. Mi casera, que tra¨ªa naranjas y chocolate. La amistad como s¨®lo se puede entender entonces. Y el amor. Mi novio vino a verme, trayendo consigo v¨ªveres, jam¨®n, leche en polvo. Pasaron los d¨ªas muy r¨¢pido en mi vida inglesa.
El mejor a?o
Gregorio Calvente. C¨¢diz. Erasmus
en Lovaina (B¨¦lgica), 1998-1999
Estaba inc¨®modo conmigo mismo y decid¨ª marcharme de Erasmus. En Granada me dieron la beca. La gente (mi psic¨®loga incluso me lo prohibi¨®) y los que me rodeaban se quedaron at¨®nitos: ten¨ªa la barrera del idioma, pues padezco sordera profunda. Me dificult¨® la comunicaci¨®n, pero no me la impidi¨®; all¨ª eran muy comprensivos, deber¨ªamos aprender. Entre cervezas, cenas, viajes y, por qu¨¦ no, libros conoc¨ª a parte de mis mejores amigos. Desde aquel curso no s¨®lo soy m¨¢s gaditano, sino tambi¨¦n m¨¢s europeo y europe¨ªsta. Ahora oposito en el colegio C¨¦sar Carlos. Qu¨¦ cambio. ?Qu¨¦ invento la Erasmus para el esp¨ªritu y la ciudadan¨ªa europeos!
'Dizionario torino'
Eva Moreda. Ribadeo (Lugo). Filolog¨ªa Cl¨¢sica. Erasmus en Tur¨ªn, 2001-2002
Significado de Torino antes de 2001: la Fiat. Significado despu¨¦s: la fiesta de carnaval en casa de Anne-Lise y Nicoletta mientras fuera la nieve se ensa?a con Tur¨ªn; el concierto con el coro de la universidad; mis 24 alumnos de ingl¨¦s del parvulario de San Salvario, especialmente Osama; aterrizar en Caselle tras las vacaciones de Navidad y tener la sensaci¨®n de estar en casa; los conciertos de jazz del Piccolo Reggio; los muy serios y muy silenciosos dottorandi de la biblioteca del departamento de cl¨¢sicas; no levantar la cabeza de los libros para preparar los temibles ex¨¢menes orales que me volv¨ªan el est¨®mago del rev¨¦s; aprobar el ¨²ltimo, y despedirme de todos en la fiesta de cumplea?os de Pauline, y dar el ¨²ltimo paseo a orillas del Po con Umberta, y salir al d¨ªa siguiente?
El otro
Daniel Sanz Lozano (24 a?os). Burgos
Yo soy del otro lado. De los que nunca se la dieron porque nunca la solicitaron. Porque pensaron que nunca se la dar¨ªan y porque si se la hubieran dado probablemente la hubiera rechazado. A ella s¨ª se la dieron. Los dos tuvimos sensaciones entremezcladas, risas y llantos. De momentos graciosos, de viajes a verla en vuelos baratos, de abrazos y reencuentros, llamadas, cartas? Luego todo se acab¨®. A veces pienso que habr¨ªa ocurrido igual aunque no hubiera estado de beca fuera, pero lo estaba. Desde entonces odio las becas que nunca solicit¨¦, odio los vuelos baratos y los aeropuertos, odio al tal Erasmus. Por cierto, a ella la sigo queriendo.
Tipolog¨ªa Erasmus
Patricia Plaza Arregui
Erasmus es la oportunidad para ser t¨² mismo/a. De repente te encuentras solo y te lanzas a mostrarte tal y como eres porque a nadie le importa. Y as¨ª surgen los tipos Erasmus: el que se lleva all¨ª a Espa?a, aprende a hacer tortilla de patata, toca la guitarra y s¨®lo se arrima a los espa?oles; el que echa de menos a mam¨¢ y no puede esperar a Navidad; el que se integra y se mete en la espiral del pa¨ªs. Yo exprim¨ª la experiencia hasta convertirla en inolvidable. A veces a¨²n me duele la melancol¨ªa.
La 'abuela' Erasmus
Patricia Badenes Salazar (29 a?os). Licenciada en Humanidades. Universidad Jaume I, Castell¨®n. Beca en Toulouse (Francia), 2000-2001
Yo (en el centro de la foto) fui una Erasmus at¨ªpica. De entrada, esta experiencia me cogi¨® mayorcita; siempre me quedaba a las puertas del descuento para menores de 25 a?os. Este contratiempo no s¨®lo influy¨® en mi paup¨¦rrima econom¨ªa, sino que determin¨® la forma en que los dem¨¢s se dirig¨ªan a m¨ª; Patricia dio paso a "la abuela". Por suerte, este simp¨¢tico ep¨ªteto s¨®lo me acompa?¨® en ese breve periplo por tierras toulousianas. Pero s¨ª que era un poco abuela; las fiestas Erasmus se me quedaban grandes. Este hecho contribuy¨® a que rompiera otro de los mitos de estas alocadas vivencias: no me com¨ª una rosca. La expresi¨®n "Erasmus = orgasmus" brill¨®, en mi caso, por su ausencia. Otro elemento que me convert¨ªa en original es que no era mi primera estancia en el extranjero. Pertenezco a la generaci¨®n Erasmus en la medida en que comprend¨ª el sentido de la amistad y de la solidaridad. Aquellos espaguetis establecieron entre nosotros un v¨ªnculo que ni los a?os ni los kil¨®metros podr¨¢n borrar jam¨¢s.
Mis vecinos del Este
M¨®nica Porcel Cots. Erasmus en Dinamarca
Desde que volv¨ª, miro de otra manera. En Espa?a vivo en una de esas ciudades que inmigrantes del este de Europa han elegido como destino. Siempre los vi como seres distantes. Pero en Dinamarca fueron mis vecinos de cuarto, pared con pared; pero tambi¨¦n mano con mano, y ahora coraz¨®n con coraz¨®n. Ellos, con su tremenda iniciativa, y nosotros, con nuestras ganas de no perdernos una? En la foto, una playa n¨®rdica ancha como un desierto.
Nos casamos
Jes¨²s Florist¨¢n y Esther Colmenarejo
Otra cultura, otro idioma, otra sociedad. Cada d¨ªa, una experiencia nueva, enriquecedora. Lejos de casa, nos dimos cuenta de la importancia de nuestra familia, del valor de la amistad. Hubo momentos duros: no es f¨¢cil llegar un d¨ªa a Par¨ªs con dos maletas chapurreando franc¨¦s, sin conocer a nadie, sin saber lo que te espera. Fuimos para una beca Erasmus y permanecimos tres a?os, viajamos por Europa y nos adaptamos a todo con una sonrisa y muchas ganas de vivir nuestra propia vida, sin estereotipos. Nos conocimos y enamoramos en Par¨ªs; ahora, casados, a?oramos aquello. Hace unos meses, en nuestra boda, juntamos en Madrid a amigos de siete nacionalidades. Erasmus pas¨®, pero su esp¨ªritu queda para siempre: aquel tiempo marc¨® nuestra forma de ver el mundo.
Amigos para siempre
Irene Escudero Aras (24 a?os). Barcelona. Filolog¨ªa Inglesa. Curso 2002-2003, en Cork (Irlanda)
Part¨ª de Barcelona con mezcla de emoci¨®n y cierto miedo. Y durante nueve meses no s¨®lo asist¨ª a clase, sino que pude viajar por Irlanda, uno de los pa¨ªses m¨¢s hermosos que existen, con un mont¨®n de lugares para no perderse; un t¨®pico eso de que s¨®lo hay cerveza negra y vacas. Lo mejor que me llev¨¦ de la isla verde fueron los amigos; compart¨ª piso con otras chicas -dos alemanas, una noruega, una italiana y una irlandesa; yo soy la m¨¢s bajita en la fotograf¨ªa-, y despu¨¦s de aquello seguimos en contacto, nos hemos visitado en nuestros respectivos pa¨ªses y planeamos nuevos viajes. Tambi¨¦n conoc¨ª a espa?oles. Muchos. La li¨¢bamos all¨ª donde ¨ªbamos, y si organiz¨¢bamos fiesta, se apuntaba todo el mundo. Por cierto, a las espa?olas se nos identificaba r¨¢pido. ?ramos de las pocas que ¨ªbamos abrigadas de pies a cabeza, mientras las irlandesas salen a la calle con minifalda y top aunque diluvie.
Olivia (15 meses) y dos Erasmus
M¨¦dicos. Erasmus en Valencia, curso 1995-1996, y Bruselas, 1997-1998
Somos Patricia (espa?ola) y Florian (alem¨¢n); somos m¨¦dicos y vivimos en Bruselas. El programa nos cambi¨® la vida: somos pareja Erasmus, tenemos un beb¨¦ Erasmus -Olivia (que tiene 15 meses y es belga)- y seguimos trabajando en el hospital con estudiantes Erasmus que cada a?o encontramos y nos hacen a?orar nuestra experiencia. Todo empez¨® en el curso 1995-1996, cuando Florian fue a Valencia a hacer cuarto a?o de medicina y yo le segu¨ª a Bruselas dos a?os despu¨¦s. Decidimos quedarnos a vivir y a seguir nuestra formaci¨®n de especialistas aqu¨ª. Ya llevamos cinco a?os. Nuestra visi¨®n de Espa?a, de Europa y del mundo se ha modificado al conocer a tanta gente de otros pa¨ªses y al poder disfrutar del privilegio de vivir en otras culturas. Y estamos agradecidos: sin Erasmus no ser¨ªamos las personas que somos ahora.
Sin rastro de Toulouse-Lautrec
Paloma Garc¨ªa. Erasmus en Par¨ªs, 1999-2000. Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n. Universidad de Sevilla
Aterrizaba en Orly desbordada de ilusi¨®n. Con una dotaci¨®n econ¨®mica de 20.000 pesetas al mes, mi ¨¢nimo para ir a Par¨ªs se deb¨ªa entonces, en gran parte, a la ch?rme de la belle ¨¦poque retratada por Steinlen o Toulouse-Lautrec que me hab¨ªa impactado tanto en las clases de Cartelismo Publicitario. Mis primeros descubrimientos en la Universit¨¦ Paris 13 Nord fueron sorprendentes: aprend¨ª que ba suba ak jam significa hasta ma?ana en senegal¨¦s, que la Kabilia es una regi¨®n independentista de Argelia y que exist¨ªa un taller de cine, pero de Toulouse-Lautrec no encontr¨¦ mucho. Consegu¨ª alquilar una buhardilla cerca de Montmartre, pero ten¨ªa una portera que no ayudaba nunca a los vecinos inmigrantes. Rod¨¦ un cortometraje en pleno Quartier Latin. Y con el tiempo, Par¨ªs se me revel¨® un falso clich¨¦, un inmenso espejismo cuando Toulouse-Lautrec apaga su bombilla roja.
T¨ªpica fiesta
Carmen Cardilla Cruz (23 a?os). Almer¨ªa. Econ¨®micas
Yo viv¨ª esta experiencia tan enriquecedora el a?o pasado en Gante (B¨¦lgica). Su ubicaci¨®n, los mil Erasmus que nos mezcl¨¢bamos entre sus habitantes y el que en ella se hablase, indistintamente, el ingl¨¦s, el franc¨¦s o el holand¨¦s me hicieron sentir que, efectivamente, viv¨ª en el coraz¨®n de la UE y de que esta ¨²ltima merece la pena. Compart¨ª residencia con unas 500 personas procedentes de pa¨ªses como Cuba, Sur¨¢frica, Rumania, Vietnam? L¨®gicamente, en este ambiente, los conceptos de fiesta, amigos, amor, idiomas, estudios, viajes y sobre todo intercambio cultural se disfrutan de manera extraordinaria. Cuando vuelves te sientes m¨¢s humilde, pero tambi¨¦n m¨¢s seguro de ti mismo, tanto personal como profesionalmente, y eso se nota, y lo notan. El resto lo resume mi sonrisa cuando oigo la palabra Erasmus.
Cumplea?os a vista de p¨¢jaro
Felipe Bragado Centeno. Del grupo de Erasmus espa?oles en Delft (Holanda), 2004
Cuando te vas al extranjero por un tiempo, la gente que conoces y con la que convives diariamente se convierte en una segunda familia, y los lazos afectivos que se establecen entre todos son tremendamente fuertes. Aunque llega gente nueva continuamente, otra, desgraciadamente, tiene ya que regresar, pero su recuerdo queda muy presente en los que se quedan. Macarena, de Vigo, regres¨® a Espa?a en marzo de este a?o tras seis meses en Delft (Holanda) con una beca Erasmus. En junio fue su cumplea?os. La fotograf¨ªa muestra la peculiar forma en que sus amigos Erasmus que continuaban todav¨ªa en Delft la felicitaron y se acordaron de ella en este d¨ªa tan se?alado. Los ingredientes: unos cuantos CD, ropa, bolsas, cojines, un piso de estudiantes de siete plantas, siete amigos muy flexibles, otros dos ayudantes t¨¦cnicos y mucha imaginaci¨®n.
Todo se engrandece
Eva Cervera. Gante (B¨¦lgica)
Viv¨ª un a?o vertiginoso, con fr¨¢giles sentimientos a flor de piel que luego se convirtieron, muchos, en duraderos. A veces me parece que en nueve meses se concentraron todas las sensaciones, positivas y negativas, que cualquiera vive a lo largo de su vida. Todo se engrandec¨ªa. Y a¨²n hoy, al escuchar las canciones que sonaban al reunirnos, s¨®lo recuerdo buenos momentos. Las consecuencias de esa ¨¦poca a¨²n subsisten. He hecho de viajes e idiomas mis aficiones, y todav¨ªa quedan esos siete u ocho amigos incondicionales y una persona especial? Me enorgullece decir que cambi¨¦, que entend¨ª que los peque?os detalles tambi¨¦n cuentan, y que la amistad y la familia son intercambiables. Siendo Erasmus, tu familia se convierte en tu amiga, y tus amigos, en tu familia.
Minicocina para 12
Alba Criado ?lvarez (21 a?os). Santander. Erasmus en Karlstad (Suecia), 2003-2004. Licenciatura de Comunicaci¨®n Audiovisual en la UPV
A¨²n no s¨¦ si haber sido estudiante Erasmus me abrir¨¢ m¨¢s puertas, pero lo que s¨ª puedo afirmar es que la experiencia me ha cambiado como persona. En mi maleta de vuelta no s¨®lo traje los abrigos, guantes y bufandas que me hab¨ªa llevado para aguantar el fr¨ªo, sino que volv¨ªa cargada de experiencias. La cantidad de tortillas de patata que preparamos para la cena intercultural, la fiesta de pijamas que organizamos en la cocina de la residencia o las barbacoas a las once de la noche bajo la luz del sol de medianoche son recuerdos imborrables para m¨ª. Haber compartido con otras 11 personas de otras nacionalidades una minicocina diariamente durante casi doce meses me ha ayudado a huir de los tan injustos estereotipos y prejuicios. Como Erasmus, estudias lo justo; pero aprendes cada d¨ªa m¨¢s. ?nico inconveniente: la cuant¨ªa de la beca s¨®lo me serv¨ªa para cubrir gastos la primera semana.
Rembrandt y el marido
Ic¨ªar Rivas Mantec¨®n. Santander. Filosof¨ªa y Letras
Era 1990, yo ten¨ªa 22 a?os y estaba en quinto de carrera. Fui dos veces. La primera vez, a Leiden (Holanda). Recuerdo que mi padre lo busc¨® en el diccionario y me dijo que por lo menos supiera que Rembrandt hab¨ªa nacido all¨ª. Meses m¨¢s tarde, a Leicester (Reino Unido), una de las ciudades con m¨¢s habitantes indios (de la India, no comanches) de Inglaterra. En mi Santander natal no hab¨ªamos visto a un indio en la vida, pero all¨ª me acostumbr¨¦. Si algo aprend¨ª, aparte de un poco sobre Russian Economic and Social History, es cu¨¢nta gente diferente hay en el mundo y a la misma vez igual. Tambi¨¦n recuerdo que sin la ayuda de mis padres no hubiera podido: la beca da para poco. Lo m¨¢s rom¨¢ntico: conoc¨ª a Matthew, que hoy es mi marido y el padre de mi hijo.
Un piso en Madrid
Fabio, Nera, Thibaud, Christian y Arianna. Erasmus en Madrid, 2004-2005
Viven en pleno centro. ?C¨®mo se las han ingeniado para conseguir la casa? Los franceses, Thibaud y Christian, por Internet; los italianos, Fabio y Nera, por el boca a boca. Arianna tiene una ventaja: estuvo el a?o pasado de Erasmus. Este a?o repite, est¨¢ haciendo su tesis. La historia de Nera es un trabalenguas: "Yo llegu¨¦ a esta casa porque Arianna es la amiga de la hija de una cliente de mi padre". La casa s¨®lo tiene un problema, y no es el precio, al menos para ellos. Pagan 360 euros por habitaci¨®n. Su problema es el casero. En el punto 17 del contrato se lee: "Quedan prohibidas las fiestas". Hoy est¨¢n contentos. Han hecho su primera compra juntos. Han descubierto el D¨ªa. Pronto comenzar¨¢n las clases. Pero venir a Espa?a no es s¨®lo por razones acad¨¦micas. Todos coinciden en que es el para¨ªso de los Erasmus. Elvis Santos.
Otro en Alemania
Elena Monteagudo. Unav. Erasmus en Mannheim (Alemania), 2003-2004
Aunque los Erasmus tienen fama de trabajar poco, alg¨²n trabajillo siempre hay que hacer. ?ste es nuestro piso. Recuerdo que al hacer la maleta, a finales de agosto, mi madre me dijo: "Ahora lloras porque no quieres ir, luego no querr¨¢s volver". Yo me imaginaba un a?o en Alemania, sin conocer a nadie, sin dominar el idioma. No me apetec¨ªa, pero sab¨ªa que iba a ser bueno para m¨ª. Ahora no tengo m¨¢s que gratos recuerdos, y hasta lloro porque me gustar¨ªa seguir all¨ª. No es s¨®lo por viajar o conocer gente, es porque abres la mente y sientes que tu vida cambia, que lo que ocurre en otros pa¨ªses te interesa, que puedes tener amigos de otras nacionalidades, que todos somos muy parecidos. Es romper estereotipos, enamorarte, aprender recetas nuevas y saludos en muchos idiomas, sorprenderte cada d¨ªa. Deber¨ªa ser obligatorio para todos.
He crecido tanto
Emma Su¨¢rez. Tres meses en Cardiff (Gales, Reino Unido)
He regresado hace tres semanas. Estuve haciendo pr¨¢cticas de laboratorio en la Facultad de Farmacia (no ha sido lo t¨ªpico de cursar asignaturas). He crecido tanto profesional como personalmente. He convivido con gente de todo el mundo (estoy de frente, en la foto); mis compa?eras de casa eran de China, Pakist¨¢n, Francia, Colombia?, y a pesar de eso nos hemos entendido. Cada uno hablaba de sus costumbres, su religi¨®n, sus inquietudes? Organiz¨¢bamos cenas internacionales, en las que cada uno cocinaba algo de su pa¨ªs, y sesiones de cine? ?Hay que vivirlo!
El colch¨®n de un amigo
Nacho Alegre. Barcelona. Erasmus en Hamburgo (Alemania)
Cu¨¢ndo llegu¨¦ estaba un poco tirado. Todo me deprim¨ªa (Hamburgo en invierno no es la ciudad m¨¢s alegre del mundo). Adem¨¢s, en mi habitaci¨®n no ten¨ªa nada m¨¢s que un colch¨®n y una silla muy peque?a, no ten¨ªa amigos ni dinero, no sab¨ªa hablar alem¨¢n y la uni no hab¨ªa empezado: vaya, no ten¨ªa nada que hacer all¨ª? Me fui a Amberes, a casa de una amiga, harto de estar solo, y cog¨ª fuerzas. La foto del colch¨®n es en mi cuarto; lo menos que se puede decir es que era modesto. ?ste es Jordi durmiendo en mi cama. Vino a visitarme haciendo escala en su viaje.
Diez metros cuadrados
Blanca G¨®mez L¨®pez. Madrid. Erasmus en Toulouse, 2002
Un lavabo. Me pas¨¦ un mes usando el tap¨®n al rev¨¦s. Estaba igual de perdida ante ¨¦l que ante un mundo nuevo. Una mesa. Ha sostenido jam¨®n de casa, kebabs de la esquina, alguna pareja ¨ªtalo-finlandesa. Muchas fotos. Me gusta ¨¦sta, la de la fiesta en el chez tonton, de las caras sonrientes.
La entrega del Premio Pr¨ªncipe de Asturias se celebra el pr¨®ximo 22 de octubre. Otras cartas de los lectores se pueden consultar en: www.elpais.es.
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