El presidente de Bielorrusia intenta eternizarse en el poder
El autoritario Lukashenko somete hoy a refer¨¦ndum la reforma de la Constituci¨®n
"Ni debemos nada a nadie ni dependemos de nadie". Con esta proclama falaz de autosuficiencia, Alexandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia desde 1994, pide a sus conciudadanos que le permitan modificar la Constituci¨®n de este aislado Estado centroeuropeo para ser reelegido en 2006 para cinco a?os m¨¢s. Algo m¨¢s de siete millones de electores han sido convocados hoy a un plebiscito, que ha estado precedido de m¨²ltiples irregularidades.
Observadores internacionales y la oposici¨®n denuncian el monopolio de los medios, la eliminaci¨®n de los candidatos independientes con pretextos formales y las presiones sobre los electores para que votaran "anticipadamente" en urnas sin control democr¨¢tico. Lukashenko, el ex director de una explotaci¨®n agr¨ªcola de la URSS, convoc¨® ya en 1996 un pol¨¦mico refer¨¦ndum, no reconocido en Occidente, para disolver al Legislativo y aprobar una Constituci¨®n a su medida, que ahora le queda corta.
Junto con el plebiscito se celebran elecciones a la C¨¢mara baja, un organismo de 110 esca?os, donde la oposici¨®n democr¨¢tica ha tenido una presencia simb¨®lica. "Se trata de una farsa total", afirma Stanislav Shushkevich, el hist¨®rico dirigente bielorruso que, con el ruso Bor¨ªs Yeltsin y el ucranio Leonid Kravchuk, disolvi¨® la URSS en diciembre de 1991. Como otros pretendientes cr¨ªticos a un esca?o, Shushkevich ha sido puesto fuera de juego con un pretexto. La televisi¨®n estatal le acus¨® adem¨¢s de haber preparado el asesinato de John F. Kennedy por encargo del KGB, y todo por haber dado clases de ruso a Lee H. Oswald durante la estancia de ¨¦ste en la URSS.
"Al principio de la legislatura ¨¦ramos 12 diputados y al final quedamos seis. De ¨¦stos, s¨®lo tres nos hemos podido registrar como candidatos, pero a¨²n pueden vetarnos en el ¨²ltimo momento", dice el general Valeri Frolov, un parlamentario del grupo de oposici¨®n Rep¨²blica. La oposici¨®n no ha conseguido aprobar leyes, pero ha demostrado "que hay gente dispuesta a defender principios", se?ala. Oponerse a Lukashenko puede tener consecuencias negativas. "Mis amigos temen que les vean conmigo", dice Frolov, que, seg¨²n los sondeos, es el pol¨ªtico m¨¢s popular de Bielorrusia despu¨¦s del presidente (4 puntos frente a 40, respectivamente). En julio, unos enmascarados propinaron una paliza a Frolov. "La pr¨®xima vez la agresi¨®n puede ser definitiva, porque no tengo medios para mantener un buen servicio de seguridad permamente", dice este oficial, que algunos ven como un futuro presidenciable, aceptable tanto por los dem¨®cratas moderados como por Rusia.
Al r¨¦gimen de Lukashenko se le acusa de haber hecho desaparecer a tres pol¨ªticos. Implicados est¨¢n cuatro altos funcionarios del r¨¦gimen, incluido el ministro de Deportes,Yuri Sivakov, y el fiscal general, V¨ªctor Sheiman, que desde septiembre est¨¢n vetados en la UE y EE UU. Por su comportamiento en el campo de los derechos humanos y las libertades c¨ªvicas, Bielorrusia est¨¢ suspendida como miembro del Consejo de Europa y excluida del programa de nuevos vecinos de la UE.
Publicaciones suspendidas
En la campa?a, 12 publicaciones independientes han sido suspendidas y otros 160 medios lo fueron desde noviembre de 2003 hasta julio, seg¨²n la presidenta de la uni¨®n de periodistas, Zhana Litvina. La tirada conjunta de la prensa independiente suma 250.000 ejemplares entre diarios y semanarios, pero un solo n¨²mero de peri¨®dico Bielorrusia Sovi¨¦tica, en apoyo de Lukashenko, ha impreso m¨¢s de 800.000 ejemplares, seg¨²n datos oficiales.
El plebiscito parece "un pucherazo anunciado", pero Oleg Man¨¢iev, director del instituto Independiente de Investigaciones Socioecon¨®micas y Pol¨ªticas, prefiere llamarlo "redistribuci¨®n de votos". El especialista tiene motivos para cuidar su lenguaje. Sobre su instituto pesa la misma amenaza que ha acabado con decenas de entidades independientes, incluida la Universidad Humanitaria Europea, el reducto de libertad dirigido por el profesor Anatoli Mij¨¢ilov, en el exilio tras el cierre de la instituci¨®n.
Las encuestas de la empresa Gallup indican que un 41,4% del electorado est¨¢ a favor de que Lukashenko se presente a un tercer mandato y un 31,2% en contra, mientras que el 19,2% no se ha definido y el 3,8% dice que no votar¨¢. Estos datos no aseguran la victoria del presidente, que para ganar necesita el 50% m¨¢s uno y una participaci¨®n m¨ªnima del 75%. Man¨¢iev ha detectado una reducci¨®n artificial de 600.000 personas en las listas. El escamoteo de votantes da un margen para manipular los porcentajes.
En Minsk hay coches lujosos, fachadas bien iluminadas y dinero, pero en las zonas rurales, que constituyen la base social de Lukashenko, se vive pobremente. El sueldo medio es de 141 euros y la pensi¨®n de jubilaci¨®n, de 60. Rusia hace de locomotora de la econom¨ªa de Bielorrusia, que depende del petr¨®leo y el gas que su vecina le vende a precios subvencionados. El economista Alexandr Sasnov afirma que el nivel de vida en Bielorrusia ha mejorado en los ¨²ltimos tres a?os por la subida del petr¨®leo.
"Los bielorrusos se contentan con poco y conocen mal el mundo exterior", se?ala Shushkevich. Lukashenko les ha presentado a Bielorrusia como un oasis de estabilidad. Si en el pasado los bielorrusos estaban contentos porque en su pa¨ªs no hab¨ªa guerra, ahora lo est¨¢n porque no hay terrorismo. "Por suerte, los terroristas no nos hacen saltar por los aires como en Rusia", repiten en Minsk. "Se olvidan de que aqu¨ª el terror viene del Estado", puntualiza Shushkevich.
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