Perversi¨®n cualitativa
Hay una pr¨¢ctica creciente en las campa?as pol¨ªticas, la de los sondeos cualitativos, cuyo exceso lleva a un deterioro del debate democr¨¢tico. Estamos viendo su aplicaci¨®n extrema en EE UU no s¨®lo en esta campa?a, sino desde hace tiempo. Los usan muchos partidos y pol¨ªticos en la democracia SOP (Sondeos de Opini¨®n P¨²blica, o POP en ingl¨¦s). En el caso de EE UU, donde Clinton abus¨® de ellos, estar¨ªamos ante lo que Stephan Richter califica de Superpotencia SOP. B¨¢sicamente, los cualitativos, t¨¦cnica que se usa en marketing, consisten en reunir a grupos (focus groups, en ingl¨¦s) de seis a ocho personas, relativamente homog¨¦neos (clases medias, obreros, etc¨¦tera), y, dirigidos por especialistas, dejarles hablar sobre algunos temas -lo que es muy ¨²til para ver surgir de forma espont¨¢nea las preocupaciones y formulaciones de los ciudadanos-, o ver c¨®mo reaccionan ante algunas cuestiones. Estas formulaciones pueden acabar pasando a las campa?as.
Tales formulaciones han dominado los debates entre Bush y Kerry. Se han hecho cualitativos para preparar los debates, y en ¨¦stos se han intercambiado machaconamente expresiones precocinadas, callado cuestiones delicadas o repetido frases que dijo alguien en una reuni¨®n de grupo, en vez de entrar a fondo en discusiones con las ideas propias de los candidatos. Por ejemplo, en el primero de ellos, Bush consigui¨® meter siete veces la expresi¨®n "wrong war, wrong time, wrong place" ("guerra equivocada, momento equivocado, lugar equivocado"), que en un principio utiliz¨® Kerry en su cr¨ªtica a la guerra de Irak, para, en una t¨ªpica reversi¨®n del discurso, ech¨¢rsela a la cara del candidato dem¨®crata por su supuesta falta de apoyo a las tropas de EE UU cuando est¨¢n en combate en Irak. En el segundo debate, Kerry utiliz¨® 16 veces la expresi¨®n "tengo un plan" (para varios asuntos). Y en el tercero, Bush se ceb¨® con el record del senador.
Perversi¨®n a?adida es que en esta lucha, el debate sobre el impacto del debate acaba siendo m¨¢s importante, para influir sobre las preferencias de los electores, que el debate en s¨ª. Probablemente tampoco nunca se ha usado con tanta desfachatez la mentira, especial pero no ¨²nicamente por parte republicana, como en esta campa?a. A favor de Kerry juega el que ha ganado en credibilidad, y ha dejado de estar a la defensiva para pasar al ataque, tras cambiar de estrategia y renovar sus asesores, que desde el primer debate han actuado con m¨¢s astucia. ?Bastar¨¢? Est¨¢ por ver.
En los largos d¨ªas que quedan hasta el 2 de noviembre, ya sin debates cara a cara, puede volver a imponerse la t¨¦cnica favorita del mago demosc¨®pico y de campa?a de Bush, Karl Rove, tal como la explica el Financial Times: primero se define un mensaje estrecho contra el adversario; luego se lanza una campa?a de difamaci¨®n a trav¨¦s de todos los canales posibles, incluido el rumor. El adversario se desequilibra y empieza a preocuparse por defenderse de estas acusaciones en vez de concentrarse en su adversario. Y pide un debate sobre la cuesti¨®n. Pero para entonces ya ha perdido el control de su campa?a, y la iniciativa la ha tomado su rival. En agosto, la gente de Bush lanz¨® un ataque de este tipo contra Kerry por su supuesto oscuro pasado en Vietnam y le desequilibr¨®.
Gracias a los cualitativos, se le da al votante el discurso que espera aunque no sea consciente de ello que se sabe le atraer¨¢ (incluso el miedo, en este caso al terrorismo), sin que los candidatos terminen de creerse lo que est¨¢n diciendo. Lo que lleva, al final, a decidir demasiadas cosas en pol¨ªtica sin debate real, o manipulando la opini¨®n p¨²blica, como ha ocurrido en EE UU con la guerra de Irak. Como indica Richter (en www.theglobalist.com), una cuesti¨®n central en nuestro mundo es qui¨¦n controla en ¨²ltima instancia el ejercicio del enorme poder¨ªo de EE UU: ?las instituciones electas o una opini¨®n p¨²blica sometida a vaivenes m¨¢s o menos espont¨¢neos o manipulados? En estas elecciones veremos si los votantes est¨¢n dispuestos, o no, a un cambio de comandante en jefe en pleno fragor b¨¦lico. aortega@elpais.es.
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