Mirando desde el norte
Cualquiera que tenga ocasi¨®n de viajar por el Norte de Espa?a lo sabe. En los ¨²ltimos a?os, la diferencia con el Sur no s¨®lo no se ha reducido, sino que se ha agrandado. No hacen falta estad¨ªsticas, por otro lado creadoras de tantos espejismos aritm¨¦ticos. Basta la mirada, y el querer ver. Ciudades como Santander, Bilbao, Pamplona, Vitoria, Logro?o, Barcelona... relucen de verdadera modernidad. Las comunicaciones, los transportes p¨²blicos, la elegancia de las clases medias urbanas. Todo lo indica. Todo acusa que en Andaluc¨ªa, cualitativamente, hemos perdido bastante m¨¢s de ocho a?os.
Otra cosa es acertar en las causas, todas las causas. Cierto que Aznar nos someti¨® a un dur¨ªsimo placaje. Pero algo habremos hecho mal, tambi¨¦n nosotros. Por ejemplo: no rebelarnos eficazmente contra ese castigo. Ocho a?os de dial¨¦ctica verbal dan mucho juego en los peri¨®dicos, pero pocas nueces. Ocho a?os esperando que cambiara el inquilino de la Moncloa es mucho esperar. Y ahora a ver c¨®mo se recupera eso. El tiempo perdido sirve para escribir novelas. Raramente para saldar deudas con la historia.
Necio ser¨ªa, por dem¨¢s, negar que algunas de nuestras propias pol¨ªticas tambi¨¦n nos han llevado a otros desequilibrios internos, de los que s¨®lo nosotros, lo andaluces, somos responsables. La protecci¨®n al medio rural, desde luego necesaria, ha acabado perjudicando a las ciudades. Consecuencia: el PSOE s¨®lo gobierna una de las ocho capitales, Sevilla, y ha perdido pueblos grandes como And¨²jar, Mor¨®n, ?beda, Ronda, Baeza, Utrera... Tampoco es que los ayuntamientos peque?os est¨¦n nadando en la abundancia. Al rev¨¦s, la mayor¨ªa est¨¢n asfixiados, aunque tienen quien los proteja, siempre y cuando sepan pedir. Eso es lo malo. Muchos alcaldes no hacen sino mendigar por los interminables pasillos de la administraci¨®n provincial auton¨®mica y por las diputaciones, donde est¨¢ el verdadero poder, el dinero, y en consecuencia el control de los partidos. De ah¨ª que ninguno quiera reformar eso. Ni de derecha ni de izquierda. Lo m¨¢s atrevido que se ha escuchado hasta ahora en las comparecencias del Parlamento, para la reforma del Estatuto, lo dijo el otro d¨ªa Miguel ?ngel Pino, cuando afirm¨® que la normativa auton¨®mica en materia de descentralizaci¨®n ha ido en contra del Estatuto, pues ha duplicado la administraci¨®n provincial, en lugar de apoyarse en las Diputaciones y en los propios municipios. Y eso no necesita ninguna reforma. S¨®lo necesita que se cumpla.
Ahora los n¨²meros, que tambi¨¦n sirven para evaluar la realidad, con una sola condici¨®n tambi¨¦n: que se lean todos. Reina la euforia entre los responsables auton¨®micos, seg¨²n van llegando noticias de lo que prev¨¦ el Estado para Andaluc¨ªa en el 2005 y sucesivos. Es l¨®gico y comprensible, despu¨¦s de tanta sequ¨ªa. El aznarismo nunca lleg¨® al 14% de los presupuestos de inversiones p¨²blicas para esta sufrida regi¨®n, por m¨¢s que el se?or Sanz, como portavoz del PP, afirmara el d¨ªa 7 en el Parlamento que hab¨ªa alcanzado el ?27! (Todav¨ªa no nos hemos recuperado de la risa). Para fijar la atenci¨®n en el cambio, la Junta ha inventado h¨¢bilmente una especie de n¨²mero m¨¢gico: el 18. Mucho se puede hablar de ¨¦l, y de otros. Pero tendr¨¢ que ser el pr¨®ximo d¨ªa.
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