Bill Gates en Silicon Valley
BILL GATES SE AVENTURA poco en territorio adverso. El primero de octubre, sin embargo, se desplaz¨® en limusina y con guardaespaldas entre la Universidad de California-Berkeley, meca del activismo estudiantil, y Silicon Valley, donde ni los millonarios le quieren mucho. Vino para repartir dinero y consejos.
La primera etapa fue Berkeley, alto centro de investigaci¨®n universitaria gracias, en parte, al dinero de Microsoft. "Lo mejor que se nos ha ocurrido proviene de la colaboraci¨®n entre Microsoft y universidades", declar¨®, libre de la obsesi¨®n por la rentabilidad a corto plazo. El di¨¢logo con la sala fue cort¨¦s. Ka-Ping Ye, estudiante de inform¨¢tica, fue el ¨²nico que os¨® interpelarlo sobre sus "pr¨¢cticas ilegales", mientras unos colegas distribu¨ªan folletos hostiles. El pretexto de su visita fue un discurso en la Community Foundation Silicon Valley. El hombre m¨¢s rico del mundo (48.000 millones de d¨®lares) tambi¨¦n es qui¨¦n m¨¢s regala. Su fundaci¨®n tiene 27.000 millones de d¨®lares. Distribuye 1.200 millones al a?o. Interviene en campos muy precisos, como la malaria. Su contribuci¨®n a erradicar la enfermedad duplica el presupuesto anual mundial. La filantrop¨ªa juega un papel considerable en EEUU donde fomenta iniciativas culturales y sociales. Tiene la doble ventaja para qui¨¦n la practica de ofrecerle publicidad y deducciones de impuestos.
Gates habl¨® despu¨¦s en el Museo de Historia de la Computaci¨®n, cerca de las sedes de rivales como Apple, Sun y Oracle. Muchos fueron a verlo (la mayor¨ªa en salas aparte con circuito de TV) con tanta envidia como admiraci¨®n y la esperanza de aprender algo de un se?or con los recursos para influenciar el futuro de la inform¨¢tica.
En este pa¨ªs donde ser rico es una prueba de moralidad, hasta los esc¨¦pticos fueron respetuosos. Recostado en su sill¨®n, Bill Gates ten¨ªa el "peinado" de alguien reci¨¦n levantado. Mostr¨® cierto sentido del humor, siempre bien recibido. Habl¨® mucho de seguridad (la gran debilidad de Microsoft). "El eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil es el de las contrase?as", dijo. "Tendremos que introducir la identificaci¨®n biom¨¦trica. Costar¨¢ cinco o seis a?os".
"Nos acostumbramos a trabajar con la suposici¨®n que un obst¨¢culo en Internet pod¨ªa ser vencido", observ¨®, "pero no que la Red pod¨ªa ser tomada por entero", como pasa con los virus y los correos no solicitados.
Durante su intervenci¨®n de la ma?ana en Berkeley, Gates hab¨ªa dicho que los 20 pr¨®ximos a?os de la inform¨¢tica y de la biotecnolog¨ªa ser¨ªan m¨¢s interesantes que los ¨²ltimos. Juntas "encierran muchas promesas para aumentar la calidad de vida de la gente". Hay que seguir dedic¨¢ndoles recursos, sobre todo en las universidades.
En el museo de Historia de la computaci¨®n agreg¨®: "Algunas locuras so?adas en los 90 se har¨¢n realidad alg¨²n d¨ªa". Gates a¨²n tiene rasgos de adolescente americano. No carece de humor.
Pero, todo lo que se refiere a Linux le irrita. Presionado por el auditorio, se vuelve tajante. "Ya hemos tenido competidores en el pasado", reconoci¨® antes de agregar, aludiendo al lugar de la reuni¨®n: "Qu¨¦ bueno que tengamos museos como ¨¦ste para recordarlo". Su respuesta caus¨® m¨¢s muecas que risas.
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