Humanidad
Imaginando que ?lvarez del Manzano iba a salir de nuevo fotografiado en los peri¨®dicos, a ra¨ªz de su inesperada inclusi¨®n en el futuro comit¨¦ regional de Madrid, aspir¨¦ profundamente y decid¨ª tomar medidas.
Porque me hallaba (y a¨²n me hallo) folgando en mi querido Madrid, y era mi deseo no contaminar la imagen de sus cielos contradictorios del mi¨¦rcoles con el triste cromatismo o cromagnonismo oficial.
De modo que, resueltamente, camin¨¦ hacia el Museo del Prado para darme un banquete, a la hora de comer, con la exposici¨®n sobre el retrato en la pintura espa?ola. Ah, qu¨¦ gustazo. No se la pierdan por nada que no sea una emergencia total. Es arte, es periodismo, es historia, es el ?Hola!, es la humana evoluci¨®n, la mirada inteligente que siempre existi¨®, es el otro reflejado en uno mismo, es decir, es nuestro espejo.
Feliz como una chinche en un banco de plasma me dej¨¦ llevar por la magia y, aunque me impresion¨® pr¨¢cticamente todo, nada me conmovi¨® m¨¢s que ir del retrato de un ni?o asomado a un alf¨¦izar en cuyos trazos concentr¨® Murillo el capital de inocencia y sonrisa que s¨®lo la infancia atesora; ir, dec¨ªa, de esta imagen dulc¨ªsima y reconfortante, y nada empalagosa, al autorretrato que el gran, gran, gran humanista Goya hizo, nueve a?os antes de su muerte, como homenaje a su amigo y m¨¦dico, el doctor Arrieta.
Y fue como viajar, viajar del principio de la vida a su final, recorrer el camino que todos frecuentamos, llevada por dos retratos, dos pinturas, dos entregas de sabidur¨ªa elaboradas por seres humanos de verdad. No por simples usufructuarios de poder vestidos de oscuro.
Poco despu¨¦s compr¨¦ este peri¨®dico y me entregu¨¦ a su lectura. Al llegar a la secci¨®n Madrid vi, como tem¨ªa, la efigie insulsa del ex alcalde que sembr¨® la capital con estatuas de tama?o acorde con los beneficios ciudadanos derivados de su gesti¨®n, y a punto estaba de desmoronarme por el choque cuando cay¨® bajo mis antiparras una nueva dosis de humanidad, esta vez gracias a Mar Guerrero R¨ªos, cuya hermos¨ªsima carta, publicada en Opini¨®n del Lector del suplemento Madrid, relataba la muerte de su hermano, la vida de su hermano. Gracias, humanistas.
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