Ardores perros

?Son suficientes las buenas intenciones y la denuncia de una lacra social para construir una buena ficci¨®n cinematogr¨¢fica? No. El Polaquito tiene mucho de lo primero y no demasiado de lo segundo en su relato del d¨ªa a d¨ªa de un grupo de chicos de la calle que malvive en la Argentina "que se derrumba", seg¨²n palabras de uno de sus protagonistas.

Los verdugos, los personajes a los que se quiere denunciar, no tienen aristas, parecen m¨¢s unos malvados de opereta que retratos de la realidad bien dibujados. Y en cuanto a los chavales, Desanzo tendr¨ªa que haberse dado cuenta de que una cosa es la naturalidad interpretativa y otra que a uno de sus actores (salvo los tacos) no se le entienda casi ninguna frase. Adem¨¢s, el director acusa diversos problemas en el rodaje (y en el montaje) de las secuencias con muchos personajes, caso de la pelea con los cantantes bolivianos y del atraco en el restaurante. As¨ª que habr¨¢ que quedarse con la sinceridad de los rostros, con la fuerza de los primeros planos, y con el ardor y la crudeza de ciertas situaciones, lamentablemente nada ficticias en un pa¨ªs que lucha por salir del agujero.