Espa?a / Cuba: el repliegue
El gran viraje anunciado en la pol¨ªtica cubana de Espa?a, y de Europa, ser¨¢ presentado como una expresi¨®n m¨¢s de la orientaci¨®n progresista del Gobierno de Zapatero, frente a la intransigencia de Aznar, causada por su incurable subordinaci¨®n a los dictados de Washington. Invitar a los dem¨®cratas e irritar a Fidel no ha producido fruto alguno; luego es preciso proceder a un cambio radical, de manera que "el di¨¢logo" y "trabajar en l¨ªnea con el Gobierno cubano", seg¨²n las palabras del embajador Alonso Zald¨ªvar, lograr¨¢n un resultado superior.
La falacia de ambas proposiciones resulta evidente. Ante todo, fue claro desde el primer momento que las medidas adoptadas en junio de 2003 no iban a forzar un cambio a corto plazo en la pol¨ªtica de Castro. Su finalidad era otra: mostrar a un dictador que una violaci¨®n brutal de las libertades y la represi¨®n indiscriminada resultaban inaceptables para Europa, y que en cambio la UE era consciente de que la democracia s¨®lo se consigue con los dem¨®cratas. Fue Castro quien arruin¨® un di¨¢logo en curso con las detenciones y los procesos del pasado a?o; no fueron Pay¨¢, ni Lizardo S¨¢nchez, ni Marta Beatriz Roque, ni tampoco Aznar, los que crearon una situaci¨®n l¨ªmite. Las invitaciones a los representantes de la oposici¨®n pudieron ser anunciadas de manera excesiva, pero es dif¨ªcil pensar que hoy la exclusi¨®n de los dem¨®cratas sirva para otra cosa que para dar un espaldarazo a una dictadura ineficaz y dispuesta siempre a practicar la represi¨®n. Por una iron¨ªa de la historia, el Gobierno de Zapatero ha designado como ejecutor y portavoz de su pol¨ªtica en La Habana a un antiguo dirigente comunista, hoy diplom¨¢tico; es bien triste que su tarea consista en aplicar a las relaciones de Espa?a con Cuba el criterio caduco de los "pa¨ªses hermanos", cerrando los ojos a la violaci¨®n sistem¨¢tica de las libertades.
La Posici¨®n Com¨²n adoptada por la UE en 1996 fijaba los t¨¦rminos de una presi¨®n sin acoso al r¨¦gimen de Castro: a m¨¢s apertura, mayor cooperaci¨®n; a anquilosamiento de la dictadura, ayuda s¨®lo humanitaria. No fue un obst¨¢culo para que crecieran notablemente las relaciones econ¨®micas UE-Cuba hasta 2003, y desde Europa se impuls¨® la racionalizaci¨®n en la gesti¨®n del propio Estado cubano. Ah¨ª est¨¢n los informes econ¨®micos para probarlo. Y, claro, al sobrevenir una represi¨®n masiva, la v¨¢lvula de la ayuda deb¨ªa cerrarse, siendo activado el principio de que la ayuda a la oposici¨®n pac¨ªfica era la ¨²nica contrapartida posible al cierre del r¨¦gimen. ?Cu¨¢l es la alternativa? De momento, seg¨²n cabe deducir del discurso de Alonso Zald¨ªvar y de declaraciones previas del ministro Moratinos, el "instrumento m¨¢s eficaz" consiste en cooperar con Castro olvidando 2003 y entonando un mea culpa. Mal servicio al pueblo cubano. Parece mentira que ambos hayan vivido en la Espa?a de Franco. ?Hubieran debido Olof Palme o Willy Brandt proceder as¨ª? Por fortuna, actuaron de otro modo, jugando la carta de la oposici¨®n democr¨¢tica y denunciando sin reservas los abusos de Franco.
En cuanto al aparente progresismo de la nueva pol¨ªtica sobre Cuba, conviene recordar que est¨¢ guiada puntualmente por los mismos criterios y con las mismas coartadas que est¨¢n llevando al Gobierno de Zapatero a abandonar al pueblo saharaui en aras de unas buenas relaciones con Marruecos. Coartada principal, en parte verdadera: la tosquedad de Aznar agudiz¨® las tensiones hasta un l¨ªmite intolerable. Pero al mismo tiempo, el Gobierno del PP impuls¨® y mantuvo la Posici¨®n Com¨²n por la democracia en Cuba, y resisti¨® a las presiones que le invitaban a secundar el rechazo marroqu¨ª al plan Baker. Parece razonable restaurar un buen clima con Rabat, ?pero qu¨¦ garant¨ªas ofrece Zapatero de un m¨ªnimo de autogobierno para el S¨¢hara en un Marruecos no democr¨¢tico? Sin duda es m¨¢s c¨®modo, en nombre de un supuesto realismo progresista, abandonar a su suerte a dem¨®cratas cubanos y a saharauis. En todo momento, siguiendo la l¨ªnea de actuaci¨®n m¨¢s f¨¢cil, con menos obst¨¢culos, lo cual lleva a entenderse con aquel que detenta el poder, por arbitrario que ¨¦ste sea. El reino de Marruecos ganar¨¢ al parecer en estabilidad, y tambi¨¦n lo har¨¢ la dictadura de Fidel Castro. Todo ello a corto plazo, ignorando las demandas de la democracia y de la justicia. S¨®lo faltaba la irrupci¨®n del PP. ?Piensa alguien de veras en Cuba?
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