Velos y turbantes
La vuelta a la escuela en septiembre coincidi¨® en Francia con el secuestro en Irak de dos periodistas cuyos captores exig¨ªan para su liberaci¨®n la derogaci¨®n de la ley del velo. La naci¨®n francesa, incluidos los ciudadanos musulmanes, se uni¨® bajo el impacto de esa amenaza. Los periodistas siguen secuestrados y ahora empiezan a aflorar los casos de j¨®venes contra los que las autoridades escolares han tomado sanciones por llevar "signos religiosos ostensibles".
La justicia oblig¨® ayer a que tres alumnos sijs de un colegio de las afueras de Par¨ªs, a los que se hab¨ªa prohibido asistir a clase con turbante, pudieran defenderse ante un consejo disciplinario. Nadie se acord¨® de los sijs cuando se hizo esta ley, mientras que los m¨¢s pragm¨¢ticos brit¨¢nicos les dispensan de llevar casco en moto. El caso m¨¢s paradigm¨¢tico es el de Julud, de origen argelino, excelente alumna de 13 a?os que, en contra de la opini¨®n de su padre, insiste en llevar el velo "por pudor". Ha sido expulsada de su colegio en Alsacia, como otras nueve chicas estos d¨ªas. Las autoridades de la zona mantienen que el a?o pasado hab¨ªa 450 chicas con velo y ahora las recalcitrantes son unas pocas decenas.
Si el objetivo era ayudar a Julud a liberarse de la presi¨®n familiar o de su comunidad, puede ocurrir lo contrario: que se la fuerce a quitarse el velo y se lo vuelva a poner en cuanto acabe el colegio (en la Universidad no rige la prohibici¨®n); que deje de estudiar, a pesar de estar en la edad obligatoria (hay muchos casos de j¨®venes magreb¨ªes que al llegar a los 14 a?os son enviadas por sus familias a sus pa¨ªses de origen para casarlas), o que cambie a la ense?anza privada.En todo caso, son las chicas las m¨¢s perjudicadas.
La ley pone en contradicci¨®n la necesidad de preservar la escuela p¨²blica republicana como espacio laico con las creencias de cada cual. Para complicar m¨¢s las cosas en el torbellino franc¨¦s, este debate se ha mezclado con el de la Constituci¨®n europea, que proclama el derecho de toda persona a "manifestar su religi¨®n o sus convicciones individual o colectivamente, en p¨²blico o en privado". Para algunos, supone el fin de esta ley y del Estado laico. Aunque ¨¦sta es una cuesti¨®n sumamente compleja, un poco m¨¢s de pragmatismo y menos doctrinarismo no vendr¨ªa mal a Francia.
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