Desfilando juntos en el cielo
Siento que debo corregir algunos datos err¨®neos publicados en la necrol¨®gica de don Jacobo Morcillo, mi padre.
En primer lugar, mi abuelo nunca se enrol¨® en las filas nacionales y, si atent¨® contra su vida, no fue por cobard¨ªa, sino por la desesperaci¨®n y el dolor al enterarse de que se hab¨ªan llevado a sus dos hijos varones para darles "el pase¨ªllo". Ellos se libraron de la muerte cuando les reconoci¨® el jefe del pelot¨®n, amigo suyo, pero para su padre ya era tarde.
Hu¨¦rfano en la Guerra Civil, con 18 a?os, se infiltr¨® entre los anarquistas. De ni?a siempre le o¨ª decir que eran buena gente (lleg¨® incluso a escribirle discursos a Durruti). Fue descubierto por sabotear los ficheros republicanos para evitar m¨¢s muertes y recluido en una checa. Trasladado a la c¨¢rcel de Alcal¨¢ de Henares, ser¨ªa condenado a muerte. Cuando iba a ser fusilado, la intercesi¨®n de un republicano, una vez m¨¢s, le salv¨® la vida. Se alist¨® en la Divisi¨®n Azul y a su vuelta, tras aprobar una oposici¨®n, empez¨® a trabajar en la Brigada M¨®vil de la Polic¨ªa, en los trenes, donde, como ¨¦l nos contaba, "hac¨ªa la vista gorda con la pobre gente del estraperlo" y donde tambi¨¦n naci¨® la letra de Mi vaca lechera. Nunca utiliz¨® sus influencias en su propio beneficio. El mismo Mu?oz Grandes, de quien fue escolta en Rusia, le dijo: "Jacobo, todos vienen a verme para pedirme algo. T¨² nunca me has pedido nada. Dime qu¨¦ puedo hacer por ti". A lo que mi padre respondi¨®: "No necesito nada, estoy bien". Tras muchos a?os de duro esfuerzo y trabajo alcanz¨® el comisariado. No le regalaron nada.
Armado con un cencerro, fueron su tozudez y simpat¨ªa lo que hizo que Garc¨ªa Morcillo pusiera m¨²sica a su vaca lechera, y no el temor de ¨¦ste "al rango policial del solicitante", como dice el art¨ªculo. Mi padre tambi¨¦n coincidi¨® con el ginec¨®logo Julio Iglesias Puga. ?l trajo al mundo a mi hermano Jacobo y su hijo Julio quiso cantarle una canci¨®n a mi madre. Mi padre decidi¨® apostar por ese joven, y el resto ya es historia.
Fue pionero en la lucha contra la pirater¨ªa y con gran visi¨®n de futuro fund¨® un departamento en la SGAE. Cuando se jubil¨®, ya en la democracia, fue nombrado comisario honorario por sus m¨¦ritos y actos heroicos al servicio de losciudadanos. As¨ª era mi padre. Ante todo, un hombre bueno y con gran sentido del humor.
El d¨ªa que muri¨®, un republicano y un ex combatiente de la Divisi¨®n Azul desfilaban juntos aqu¨ª en la tierra, y estoy segura de que en el cielo, el d¨ªa 12, se repet¨ªa la misma historia.
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