Discurso pol¨ªtico sobre la inmigraci¨®n
Tras las diferentes convocatorias electorales (locales, auton¨®micas, estatales), los partidos pol¨ªticos est¨¢n construyendo sus discursos sobre la inmigraci¨®n. Este momento es clave. El dise?o de este discurso tiene unas implicaciones sociales muy directas, puesto que lo que se est¨¢ discutiendo son argumentos que adquieren el car¨¢cter de principios pr¨¢cticos para el ciudadano, quien necesita justificar sus percepciones y comportamientos ante este proceso de cambio en el que nos encontramos y que tiene su origen en la llegada y permanencia de la inmigraci¨®n. Al construir discursos, los partidos est¨¢n legitimando comportamientos ciudadanos, y confirmando-negando interpretaciones del proceso que tienen m¨¢s un origen emocional que racional.
En este contexto es muy importante que el discurso pol¨ªtico genere un marco de interpretaci¨®n del proceso que evite el populismo. Estoy hablando no s¨®lo de contenidos, sino de formas. El populismo como estilo discursivo de hacer pol¨ªtica. Sabemos que una de las caracter¨ªsticas del tema de la inmigraci¨®n es que se puede apelar muy f¨¢cilmente al "pueblo", a la ciudadan¨ªa, para justificar decisiones. En estos casos prevalece m¨¢s una forma populista de argumentaci¨®n. El gran desaf¨ªo que tienen los partidos tradicionales de nuestro pa¨ªs no es que se creen partidos con discursos antiinmigrantes, sino que la forma de argumentaci¨®n que tengan sea populista. El populismo est¨¢ penetrando por la "puerta trasera", es decir, dentro de partidos tradicionales del sistema pol¨ªtico y sin "ruido" ni con "mala intenci¨®n", de forma casi inconsciente, pero debemos detenernos todos y pensar en los efectos.
En el momento en que la percepci¨®n que tiene la ciudadan¨ªa prevalece como ¨²nico criterio legitimador de discursos pol¨ªticos, estamos en pleno c¨ªrculo sem¨¢ntico del populismo. Si la argumentaci¨®n populista se enrolla narc¨ªsicamente en el comportamiento discursivo de los partidos pol¨ªticos, se puede contribuir m¨¢s al conflicto que a la cohesi¨®n, al descontrol que a la estabilidad. Si el pol¨ªtico da al ciudadano lo que el ciudadano quiere escuchar, no lo que debe escuchar, se est¨¢ fomentando precisamente lo que se debe evitar. Considerar lo que piensa el ciudadano como excusa para justificar injusticias es un extremo que debemos evitar.
El peligro democr¨¢tico hoy en d¨ªa no es que aparezcan partidos populistas como respuesta a la desorientaci¨®n que provoca procesos de cambio originados por la inmigraci¨®n, sino que los partidos tradicionales se "popularicen", si me permiten la expresi¨®n, a trav¨¦s de sus comportamientos discursivos y que pierdan un estilo de hacer pol¨ªtica donde sigan prevaleciendo como criterios la igualdad y la justicia. Lo que piensa la ciudadan¨ªa, su interpretaci¨®n de la inmigraci¨®n, no son criterios democr¨¢ticos de justicia, ni deben ser los que orienten discursos. Lo que debe ser objeto de reflexi¨®n para dise?ar el discurso pol¨ªtico de la inmigraci¨®n es plantearnos c¨®mo es posible que la ciudadan¨ªa tenga dificultades de asumir el cambio que se est¨¢ produciendo en sus barrios con la llegada de inmigrantes, qu¨¦ pol¨ªticas hacer para que no se sientan desatendidos y sean permeables al discurso populista. Apelar a la ciudadan¨ªa cuando no se tienen argumentos es puro cinismo pol¨ªtico en el sentido m¨¢s cl¨¢sico, que puede tener efectos contrarios (legitimar percepciones estereotipadas y fomentar la divisi¨®n social entre inmigrantes y ciudadanos), incluso cultivar emociones hasta llegar a la "caza al inmigrante", "el inmigrante como causa de todos los males".
Los pol¨ªticos, ante la desorientaci¨®n que provoca el proceso en el que estamos, no pueden tomar la v¨ªa f¨¢cil del populismo. Deben asumir el desaf¨ªo hist¨®rico en el que estamos y aceptar el esfuerzo que supone tener que construir un discurso pol¨ªtico que construya tipos de sociedad.
El discurso pol¨ªtico debe fomentar decisiones no con criterios que apelen a percepciones de la ciudadan¨ªa y del "pueblo", sino criterios democr¨¢ticos de justicia como la igualdad, el pluralismo, el civismo, la imparcialidad, como principales principios rectores. Decir, por ejemplo, como se est¨¢ escuchando ¨²ltimamente de forma p¨²blica, que no se pueden dar derechos pol¨ªticos a los inmigrantes porque los ciudadanos no quieren y que esta decisi¨®n puede provocar p¨¦rdida de votos, es un argumento populista que expresa perfectamente lo que estoy diciendo. Ampararse en lo que piensa el pueblo para justificar la quietud pol¨ªtica es populismo encubierto; que el pol¨ªtico diga lo que las emociones del pueblo expresa es populismo.
Todos sabemos que un pol¨ªtico no debe guiarse por el inter¨¦s del ciudadano a secas, sino que debe plantearse en muchas ocasiones por qu¨¦ tiene el ciudadano dicho inter¨¦s y cu¨¢les son las pol¨ªticas que se pueden hacer para evitar que lo tenga. Si no aceptamos esto, entonces justificamos la telebasura que nos embrutece. Este argumento, en temas de inmigraci¨®n, debe adquirir el car¨¢cter de un principio. ?Qu¨¦ v¨ªas seguir para dise?ar un discurso pol¨ªtico de la inmigraci¨®n que tenga como l¨ªmite evitar la argumentaci¨®n populista? He aqu¨ª dos v¨ªas que me parecen claras:
1. Dise?ar pol¨ªticas de socializaci¨®n que tengan el civismo y el pluralismo como principales principios pr¨¢cticos, y que tengan en cuenta la necesidad de definir una cultura p¨²blica com¨²n entre inmigrantes y ciudadanos.
2. Gestionar no s¨®lo hechos, sino interpretaciones de los hechos. Las zonas de contacto entre inmigrantes y ciudadanos producen una gran dosis de estereotipos y despiertan prejuicios que tienen dificultades de racionalizarse sin ayuda de pol¨ªticas educativas, que gestionen conocimiento sobre la realidad hist¨®rica del proceso, y que proporcione instrumentos para percibir la interacci¨®n como oportunidad y no como obst¨¢culo y competencia.
No basta con saber y decir que estamos ante un reto hist¨®rico sin precedentes en nuestra sociedad moderna, no basta la pol¨ªtica como ret¨®rica, sino que debemos adecuar nuestra forma de hacer pol¨ªtica a esta convicci¨®n. Debemos hacer pol¨ªtica teniendo un marco de referencia generacional, recuperar la pol¨ªtica como pedagog¨ªa, como responsabilidad. Ayudar al ciudadano a asumir esta nueva realidad y romper la l¨®gica que actualmente prevalece en la mayor¨ªa de los espacios p¨²blicos de los barrios de "inmigrante-invasor/ciudadano-colonizado". La gesti¨®n de la inmigraci¨®n demanda hacer pol¨ªtica en el sentido hist¨®rico del t¨¦rmino. El ciudadano lo est¨¢ esperando. No contribuyamos en engrosar la desafecci¨®n pol¨ªtica, especialmente en temas donde el populismo se nutre de los vac¨ªos que generan las preguntas en torno a la inmigraci¨®n.
Ricard Zapata-Barrero es profesor de teor¨ªa pol¨ªtica de la Universidad Pompeu Fabra, y autor, entre otras obras, de Inmigraci¨®n y procesos de cambio (coeditado con G. Aubarell, Icaria).
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